martes, 24 de agosto de 2010

Tomás Borge y la crítica en el Frente Sandinista


Tomás Borge, uno de los fundadores de la guerrilla sandinista, se refirió a la crítica en el FSLN, recordando a Carlos Fonseca, Jefe de la Revolución, quien siempre motivó a los sandinistas para que, argumentando “cara a cara mirando a los ojos”, respetuosos expresaran sus desacuerdos con directrices o actos inapropiados.

Tomás lo dijo durante un homenaje dedicado a él en Matagalpa, el 13 de agosto, con motivo de su octogésimo cumpleaños, explicando que la crítica debía ser constructiva, certera, sin dañar los sentimientos de los compañeros y éstos debían disponerse a escuchar para corregir.

Directamente, señalándolo con el dedo, se lo expresó al Secretario Político Departamental, Alcalde Municipal, y varios cargos, Sadrach Zeledón, a quien sus detractores le han creado fama de conducta centralizadora e infalible con los empleados, y tolerable con directivos del FSLN desprestigiados por actos que lesionan los principios sandinistas.

No sé si Tomás conoce las valoraciones sobre el regente departamental o se lo recordó para que siempre considerara atender a quienes exponen otro enfoque de los acontecimientos. Lo importante es el señalamiento en público, como una lección.

Crítica y autocrítica fueron primordiales para la superación individual, mejorar las relaciones sociales y la efectividad de las misiones, aun con las limitantes humanas de la individualidad y el verticalismo del mando guerrillero.

A pesar de abusos y errores cometidos con la práctica de reflexionar y proponer, el ejercicio facilitó la formación conceptual de revolucionarios y la corrección de insuficiencias personales y colectivas.

Si bien es cierto la crítica fue uno de los factores de división del FSLN en los años setenta, cuando incluso Carlos fue reprochado por los hermanos Ortega y otros mandos guerrilleros, y brotaron amenazas y sentencias de muerte, la autocrítica fue el camino hacia la unidad de las tres tendencias: Guerra Popular Prolongada, Proletarios, y Terceristas.

Durante los años ochenta, mal que bien la crítica y autocrítica favoreció la unidad en defensa de la revolución, avalando el método correcto, lo inadecuado como dijo Tomás son los señalamientos sin contribuir a la reflexión y más bien dañar.

La complejidad de valorar la opinión como perjudicial o correctora radica en la capacidad del crítico y del criticado, ambos deben superar la costumbre autoritaria de la verdad absoluta y la ofensa, y abrirse tal abanico a la diversidad de apreciaciones, sobre el fenómeno, expuestas con evidencias y cortesía.

Ahora no existen posibilidades de crítica

Muestra de la erradicación de la crítica en el FSLN es el manejo deficiente de la contradicción surgida después de la derrota electoral en 1990, no lograron limar asperezas, desapareció la dirección colectiva, inició el caudillismo, y ahora existen el Movimiento del Rescate del Sandinismo y el Movimiento Renovador Sandinista, más un no organizado movimiento de combatientes y colaboradores inconformes decididos a no volver a votar por Daniel Ortega.

Los danielistas pueden afirmar que esos inconformes no representan a nadie. Ese mismo argumento escuché en los setenta, cuando la división del FSLN, y luego tuvieron que retractarse y reconocer la soberbia y la incapacidad de entendimiento de los cuadros guerrilleros.

Eso recordaba cuando paradójicamente, Tomás en su discurso llamó traidores a sandinistas en desacuerdo con la conducción del FSLN, mencionando al Comandante de la Revolución Henry Ruiz “Modesto” y a la Comandante Guerrillera Dora María Téllez, “y otros que andan por ahí con los enemigos”.

Incluso aseveró que el Comandante de la Revolución Víctor Tirado, de origen mejicano, antes tercerista y ahora opositor al danielismo, “por bondad” de la revolución adquirió la nacionalidad nicaragüense, cuando en realidad Víctor se la ganó porque durante más de una década de guerrillero contribuyó a la victoria de 1979.

En los años setenta llamaban traidores a quienes exponían tácticas diferentes, Tomás así les califica ahora a sandinistas que proponen una conducción y un programa de gobierno distinto.

Olvidó que durante la división de ellos, cada uno de los dirigentes descalificaba a los de otras tendencias, actitud que por falta de coordinación en la clandestinidad costó la vida a comandantes “hermanos entrañables” valiosos en la lucha contra la dictadura somocista.

Hubiese deseado armonía en la arenga de Tomás, escucharlo llamando al diálogo, a la negociación con mesura y propuestas, a buscar la superación de las inconformidades políticas y unido el sandinismo mejorar la efectividad del partido y el gobierno.

Me habría gustado reconociera los errores debido al centralismo, el nepotismo, la corrupción, la opulencia, la ansiedad de riqueza, el servilismo, la injusticia con compañeros que dedicaron su vida a la revolución y sufren marginación y miseria.

Pero no, a unos pasos de donde yo estaba frente a él, Tomás se dedicó a ensalzar y justificar a Daniel Ortega, a llamar a la unidad aceptando todo lo que Daniel dice y hace, sin el sentido crítico con el cual inició su retórica.

Se extendió en loas a Daniel, a pesar de darse cuenta del endiosamiento promovido por Ortega, cuando Sadrach Zeledón, quien se ha mimetizado repitiendo el nombre de Daniel a cada rato, inició su discurso de bienvenida al cumpleañero diciéndole: “Aquí dejó el ombligo el comandante Daniel Ortega, perdón el comandante Tomás Borge”, pues éste nació en Matagalpa y Daniel en Chontales.

Sin embargo Tomás, con su oratoria gesticular, trató de justificar al Alcalde, aunque no pudo lavarle la cara ni él disimular el culto a la personalidad que se instaló en el Frente Sandinista despreciando la crítica consciente y argumentada para construir un ser y una sociedad libre de reverencias al poderoso.

jueves, 12 de agosto de 2010

Daniel Ortega no convence

Esa interrogante, en mí, ha permanecido desde 1996 cuando Daniel perdió las elecciones compitiendo con Arnoldo Alemán, un personaje evidentemente somocista, corrupto, antítesis del programa social, económico, político, del Frente Sandinista que se basó en las aspiraciones de la mayoría empobrecida y oprimida del país.

Temo sesgarme por mi antipatía hacia Ortega nacida, desde 1981, cuando conocí su actitud autoritaria en La Voz de Nicaragua, durante una asamblea con trabajadores donde yo era un novel periodista.

También he reflexionado sobre otra posible razón por la cual no me agrada Ortega, y es mi lectura del escrito de Carlos Fonseca: “Algunos apuntes sobre la montaña y la coyuntura actual”. Pues, Carlos Fonseca es la persona que más admiro y me convence en el sandinismo, sus escritos y ese en particular es una referencia esencial para comprender la actualidad del FSLN.

Quiere borrar a Carlos Fonseca

No me agrada Daniel porque imprime rótulos donde se coloca heredero, representante, descendiente, continuador de Andrés Castro, Rubén Darío, y Augusto C. Sandino. Hasta podría aceptarle que manipule las figuras, pero es irrespeto negar la imagen del Jefe de la Revolución como descendiente político de Sandino.

En 1994, un amigo, militante en el orteguismo, me confesó que Ortega y su grupo pensaban: “La única salida para estabilizar el país es aliarse con el somocismo, al cual el sandinismo no ha podido derrotar”.

El somocismo debía confiar en los directivos sandinistas. Pero aún aliado con algunos connotados somocistas, Daniel no alcanza mayoría de aceptación en las votaciones, debe ser porque representa absolutismo y represión, pues endiosamiento, religiosidad, reverencia, corrupción, lealtad, servidumbre, tal vez no desagradan tanto a la sociedad.

Temo me domine el nihilismo y observo las bondades del presidente Daniel Ortega: programas sociales destinados a los pobres, fortalecimiento del gran capital, y fortalecimiento de su grupo de seguidores cercanos.

Las personas no necesitan recibir “beneficios” condicionados, sino capital para desarrollar capacidades, competir en igualdad, y vencer la pobreza. No me satisface ese programa de desarrollo de Daniel, porque sigue aumentando el capital de unos pocos; a lo mejor no importa lo numérico sino la concepción capitalista y las influencias ideológicas de ese grupo de pocos.

Daniel Ortega lleva treinta y un años en el primer plano político de este país. Ha hecho y deshecho, mangoneado y amenazado, comprado y vilipendiado, es decir todo lo que molesta al sandinista que luchó por el cambio y sigue anhelando un país superior, en donde verdaderamente acabemos con la miseria.

Tampoco Daniel ha logrado convencer a los pobres nicas migrantes a retornar al país, y se convierta realidad el vencimiento de la miseria y vivir en mejores condiciones económicas.

Persiste favoritismo y corrupción

Pero, los ricos siguen siendo pocos. Daniel Ortega, y sus asesores, no han logrado convencer ni a la mayoría de capitalista ni a la mayoría de pobres para que superen el atraso.

Daniel Ortega sabe que su gobierno practica vicios administrativos de antaño, enriquecen a quienes danzan en el redondel presidencial y empobrecen a quienes no reverencian. Luego, el paso sería aniquilar a quien se volvió peligro.

Esas costumbres no me gustan, no les gustan a sandinistas que detestamos la corrupción, el servilismo, las humillaciones, la injusticia. A la militancia sandinista le importan esos conceptos, a las personas sensatas les preocupa la violación a la institucionalidad, la legalidad, y la ausencia de razonamiento.

La sociedad está cansada de pan y circo, limosna y represión, analfabetismo e irracionalidad. Y si no está cansada la sociedad, y me equivoco como suele suceder, pues yo deseo que Daniel Ortega no siga como Secretario General del Frente Sandinista de Liberación Nacional. No me convence, es conservador.

Daniel prefiere aliarse con quienes, en su mayoría, son objeto de comercio, oportunistas, y reprimir a quienes siendo sandinistas argumentan para que corrija sus desaciertos, o nada más considere opiniones diversas, o tan solo respete a cuadros del FSLN que han sido excluidos por autorización de personas inescrupulosas, desprestigiadas.

Daniel Ortega y sus asesores conocen muy bien, su aparato de seguridad es eficiente, dominan excelente información para corregir, pero han ingresado al manejo político financiero de antaño, me remonta a los años treinta del siglo pasado. El capital, unos pocos, negociando los destinos del país.

No aglutina las calidades del sandinismo

¿Cuál pueblo presidente? Daniel no ha sido capaz de aglutinar a lo mejor del sandinismo, y no lo digo por discriminación, pero la experiencia de luchadores es digna de ser escuchada en el FSLN. No es un acto formal, con los medios de comunicación, sino en sesiones de trabajo para estructurar una organización para el futuro, no del pasado.

El FSLN ha decrecido en calidad. Su política de renovación de cuadros, masiva, no resulta en superioridad conceptual. Mas bien la tendencia es hacia el activismo operario de las masas y la servidumbre fiel. Es casi imposible encontrar a un danielista que acepte otras visiones del mismo fenómeno.

¡Ah Daniel no tiene la culpa, es el neoliberalismo! - dicen sus fieles. ¡La culpa la tienen los traidores, vende patria! - gritan los orteguistas. ¡Uh, en este país la traición ha sido el pan de cada día, y se paga con la muerte! - recuerda la tradición.

Daniel a cada rato habla de traidores, lo mezcla con la reconciliación, y habla de dios, de Su Eminencia Reverendísima Cardenal, de la Virgen de Guadalupe quien le concedió el milagro de retornar a la presidencia del país, de Santo Domingo de Guzmán, Don Bosco, y de cada santo en todo el país, y se proclama cristiano.

Es traidor quien se niega a cambios conceptuales, y retorna a prácticas del pasado, a las presiones a empleados públicos. Es traidor quien se mimetizado en el monstruo contra el cual se combatió: poderío absoluto, amenazas, corrupción, servilismo.

Este Daniel es una verborrea compleja, es decir nada claro, y poco atractivo. Repite y repite la frase “Capitalismo Salvaje, a como dijo su Santidad el Papa Juan Pablo Segundo”. Pero entre sus colaboradores predomina una voracidad de riqueza que indigna por las actuaciones que derivan en injustas relaciones políticas, sociales, y económicas.

Esa deficiente oratoria de Daniel, es otra de las causas por la cual no me gusta. ¡Cansa! Son los mismos ejes, el mismo lenguaje, su misma concepción y práctica desde hace treinta y un años. Lo único que ha variado es su imagen física y el retorno de su alianza con un sector del capitalismo conservador y una parte de directivos de iglesias.

Finalmente no me convence su pretensión de caudillo, siendo el principal descontento, pues de su manía de permanencia (for ever) resultan los desaciertos descritos y el rechazo.

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