El anuncio de la primera dama nicaragüense, Rosario Murillo,
orientando, al menos, la triplicación del número de concejales en las
municipalidades no garantiza la participación ciudadana, sólo fortalecerá al
FSLN, ni siquiera a los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) creados por el
gobierno de Daniel Ortega pretendiendo sean la expresión democrática del país.
Los Concejos, (y le agregaría municipales, por la costumbre
de una parte de la sociedad nicaragüense al no saber que Concejo se refiere al
conglomerado de autoridades de la
municipalidad) no van a ser representativos nada más por el dictado
presidencial ordenándole a la Asamblea Nacional, donde tiene mayoría, que
reforme la ley de municipios.
Ha sido tradición de los partidos políticos, no sólo del
FSLN, nombrar a quienes consideran representantes de la sociedad en los
gobiernos locales, negar el derecho de las comunidades indígenas y étnicas,
grupos gremiales, asociaciones privadas y grupales, a seleccionar o ratificar a
sus dirigentes y proponerlos para asumir cargos públicos.
La orden de la pareja presidencial podría ser una verdadera
intención democrática o demagogia, pero conociendo su proceder vertical no creo
en la primera probabilidad. Rosario Murillo, primera dama y coordinadora de los
CPC, reitera y reitera sobre el derecho de la sociedad a ser libre, gracias a
la revolución sandinista, pero ella no se atreve a escuchar propuestas, dicta
el proceder a sus seguidores.
En Matagalpa, ciudad donde habito, es comprobable la
ausencia de mecanismos participativos para seleccionar a representantes
ciudadanos, pues no hay encuestas ni elecciones. De pronto, aparecen personas,
sin liderazgo, nominadas como candidatos o candidatas. Tampoco, se limita a las
elecciones municipales, igual es el dictado con diputados y diputadas.
Sería eficiente, la propuesta, si el FSLN y todos los partidos,
organizaciones, practicaran la democracia, y las bases escojan a quienes, en
las estructuras del Estado, serán gestores de
“aspiraciones y esperanzas”, como le gusta repetir a la primera dama.
No se trata de
aspiraciones y esperanzas, sino de proyectos y posibilidades, pues el
Estado debería garantizar que la sociedad, con sus potenciales, supere la falta
de derechos y crezca, se desarrolle, en correspondencia con sus capacidades, en
igualdad de condiciones.
Aceptaría la reforma que dictó Rosario, si en las
organizaciones comunitarias y del partido inicia un proceso de selección
democrática. Las estructuras del FSLN, para comenzar, deberían elegir a sus
directivos, muchos de éstos han ocupado cargos sin ser electos, sino nombrados
por “lealtad” a quienes rigen el destino, por asignación divina, como ahora se
quiere institucionalizar, de nuevo.
En Matagalpa aumentará de ocho a cuarenta el número de
concejales, más el alcalde y la vice alcaldesa, por su población de doscientos
mil habitantes, según la lógica de la primera dama. Cada concejal o concejala
devengaría una dieta alrededor de tres mil quinientos córdobas mensuales,
mientras ahora reciben cerca de veinte mil cada uno.
Justifica Rosario que, sus elegidos en el partido para
ocupar los cargos municipales, serán personas revolucionarias trabajando por el
bien de la comunidad, con amor, por cristianismo y solidaridad, sin aspirar a
ingresos económicos, pues el presupuesto para el funcionamiento no será
aumentado.
Dudo que en el FSLN haya una buena cantidad, al menos cinco
mil personas, para conseguir la mayoría de los casi siete mil concejales,
hombres y mujeres, en todo el país, que sustenten esos valores de antaño,
cuando el sandinista se entregaba sin detenerse por las penurias del presente, arriesgando
la vida por el futuro.
Ahora predomina el negocio, enriquecimiento, y ejemplo es la
familia presidencial y sus adláteres aprovechando el mayor o menor rango de
poder partidario y estatal. Hablar de mística es oratoria simbólica, lejos de
la actualidad.
El FSLN, conducido con esa mentalidad clientelista,
aglutinando al oportunista, proveyendo de facilidades económicas a sumisos, no
logrará que la ciudadanía tenga el poder local y proponga. Es demagoga la
decisión de aumentar el número de concejales.
*Autor del libro “Reflexiones críticas desde el sandinismo”.