jueves, 19 de abril de 2012

Aumentar cantidad de concejales no garantiza el poder ciudadano

El anuncio de la primera dama nicaragüense, Rosario Murillo, orientando, al menos, la triplicación del número de concejales en las municipalidades no garantiza la participación ciudadana, sólo fortalecerá al FSLN, ni siquiera a los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) creados por el gobierno de Daniel Ortega pretendiendo sean la expresión democrática del país.

Los Concejos, (y le agregaría municipales, por la costumbre de una parte de la sociedad nicaragüense al no saber que Concejo se refiere al conglomerado de autoridades de la  municipalidad) no van a ser representativos nada más por el dictado presidencial ordenándole a la Asamblea Nacional, donde tiene mayoría, que reforme la ley de municipios.

Ha sido tradición de los partidos políticos, no sólo del FSLN, nombrar a quienes consideran representantes de la sociedad en los gobiernos locales, negar el derecho de las comunidades indígenas y étnicas, grupos gremiales, asociaciones privadas y grupales, a seleccionar o ratificar a sus dirigentes y proponerlos para asumir cargos públicos.

La orden de la pareja presidencial podría ser una verdadera intención democrática o demagogia, pero conociendo su proceder vertical no creo en la primera probabilidad. Rosario Murillo, primera dama y coordinadora de los CPC, reitera y reitera sobre el derecho de la sociedad a ser libre, gracias a la revolución sandinista, pero ella no se atreve a escuchar propuestas, dicta el proceder a sus seguidores.

En Matagalpa, ciudad donde habito, es comprobable la ausencia de mecanismos participativos para seleccionar a representantes ciudadanos, pues no hay encuestas ni elecciones. De pronto, aparecen personas, sin liderazgo, nominadas como candidatos o candidatas. Tampoco, se limita a las elecciones municipales, igual es el dictado con diputados  y diputadas.

Sería eficiente, la propuesta, si el FSLN y todos los partidos, organizaciones, practicaran la democracia, y las bases escojan a quienes, en las estructuras del Estado, serán gestores de  “aspiraciones y esperanzas”, como le gusta repetir a la primera dama.

No se trata de  aspiraciones y esperanzas, sino de proyectos y posibilidades, pues el Estado debería garantizar que la sociedad, con sus potenciales, supere la falta de derechos y crezca, se desarrolle, en correspondencia con sus capacidades, en igualdad de condiciones.

Aceptaría la reforma que dictó Rosario, si en las organizaciones comunitarias y del partido inicia un proceso de selección democrática. Las estructuras del FSLN, para comenzar, deberían elegir a sus directivos, muchos de éstos han ocupado cargos sin ser electos, sino nombrados por “lealtad” a quienes rigen el destino, por asignación divina, como ahora se quiere institucionalizar, de nuevo.

En Matagalpa aumentará de ocho a cuarenta el número de concejales, más el alcalde y la vice alcaldesa, por su población de doscientos mil habitantes, según la lógica de la primera dama. Cada concejal o concejala devengaría una dieta alrededor de tres mil quinientos córdobas mensuales, mientras ahora reciben cerca de veinte mil cada uno.

Justifica Rosario que, sus elegidos en el partido para ocupar los cargos municipales, serán personas revolucionarias trabajando por el bien de la comunidad, con amor, por cristianismo y solidaridad, sin aspirar a ingresos económicos, pues el presupuesto para el funcionamiento no será aumentado.

Dudo que en el FSLN haya una buena cantidad, al menos cinco mil personas, para conseguir la mayoría de los casi siete mil concejales, hombres y mujeres, en todo el país, que sustenten esos valores de antaño, cuando el sandinista se entregaba sin detenerse por las penurias del presente, arriesgando la vida por el futuro.

Ahora predomina el negocio, enriquecimiento, y ejemplo es la familia presidencial y sus adláteres aprovechando el mayor o menor rango de poder partidario y estatal. Hablar de mística es oratoria simbólica, lejos de la actualidad.

El FSLN, conducido con esa mentalidad clientelista, aglutinando al oportunista, proveyendo de facilidades económicas a sumisos, no logrará que la ciudadanía tenga el poder local y proponga. Es demagoga la decisión de aumentar el número de concejales.

*Autor del libro “Reflexiones críticas desde el sandinismo”.

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