Altar Mayor, Catedral de San Pedro, Matagalpa.
El regalo proveniente de un político deshonesto es el más desagradable que le pueden entregar a un nicaragüense amante de la libertad y el justo derecho, opuesto a la corrupción, rebelde ante el absolutismo civil y militar, inconforme con la miseria conceptual y material dominante en el país.
Desprecia el donativo de los políticos quien se considera libre de pensar y actuar, decidir por su vida, rechazando vejámenes, pues le ofende desconozcan sus derechos. La injusticia genera resentimiento y -a largo plazo- se puede convertir en rencor y energía liberadora. El sometimiento del individuo es antagónico a la condición humana pensante.
Si en la balanza colocamos bienestar y miseria, los políticos han brindado más navidades injustas que placenteras a la mayoría de la sociedad; la pobreza de la mayoría es real, no es ganas de injuriar. Cada año nuevo gira sobre la misma esperanza: bienestar y riqueza material.
Sin embargo, quienes han manejado el Estado, pretenden convencernos que la persona trae su destino al nacer. Niegan que la formación cognoscitiva y la conducta están determinadas por una suma de factores, los cuales no voy a reiterar pretendiendo aproximarme a la personalidad.
El nicaragüense no es pobre por naturaleza. La mayoría de nicaragüenses padecen miseria por dos circunstancias: honradez o incapacidad. El poder político ha fomentado ambas. La ideología oficial, en la historia del país, ha cimentado tales ejes para forjarnos la cultura nacional.
“Soy pobre pero honrado” es uno de los preceptos para la servidumbre; aunque ideal sería escuchar: “Soy rico pero honrado”. El otro lema: “Son brutos esos indios jodidos”, podría también ser: “Son brutos esos adinerados”. El nuevo lema para la cultura nacional: “El pueblo presidente”, reitera el manipulado concepto republicano o democrático, pues el pueblo nunca manda porque le consideran incapaz de regir su destino.
Ellos y ellas se regalan abundancia
De tal manera, los políticos, familiares, amigos, y servidumbre leal, han obtenido libertades y derechos muy particulares, con privilegios en el proceso judicial que muy pocas veces les condena. Centenares de políticos han robado del presupuesto y no han caído presos. Sus libertades y derechos no son iguales a la mayoría de nicas. Ellos dicen merecerlo por designio divino.
La suma de los privilegios jurídicos de los políticos simplemente se llama corrupción. Los otros, nosotros, deberíamos crear una premisa, y divulgarla por todos los medios: “Soy político honrado”. Porque aun cuando el poder político jamás ha fomentado cultura de integridad, en su clase, debe valorar que son cientos los nicaragüenses políticos honestos.
La mayoría de nicaragüenses sentiría mucha satisfacción en las fiestas de diciembre y enero si confirmara que son honorables sus directivos partidarios y empresariales. La probidad sería un regalo excelente para el país.
Un político debería proporcionarle al pueblo una conferencia en cadena nacional detallando los sacrificios que ha realizado para forjar su gran capital, y así reconoceríamos en ellos sus genialidades empresariales. Y hasta alabaríamos su dignidad e inteligencia para construir justicia social en el país.
Desafortunadamente, los políticos aumentan sus cuentas bancarias producto del tráfico de influencias, compra o venta de servicios, comercio de votos, servilismo, manipulación, chantaje, amenaza, agresión, muerte, en una cadena conocida desde antaño, el mamífero humano buscando dominar a otros.
En estas fechas, la clase política refleja sus conceptos de vida cuando festeja pomposa, con finas comidas y bebidas, luciendo exquisitos trajes y obsequios, en salones diseñados con gusto. Mostrando el éxito en un modelo excluyente, sometedor.
Por supuesto, es un deleite disfrutar las creaciones culinarias y etílicas más delicadas -para ese gusto- regocijado con la bonanza en la chequera, pero es amoral cuando la celebración es producto de la desgracia de un pueblo. La miseria de los nicas aumenta el capital de los poderosos, en todos los niveles.
Por ejemplo, la estabilidad macroeconómica, como regalo, beneficia a los inversionistas, y si los pobres reciben alguna compensación es minucia en proporción a las ganancias de los capitalistas llámense de izquierda o derecha.
Los pobres reciben caridad cristiana
Esos regalitos de caridad a los niños pobres, es la tradición de los patrones para ganarse el cielo, aplacar el descontento que las personas podrían sentir por su miseria y además muestren agradecimiento ante la benevolencia del señor.
Una de las manifestaciones de dignidad es que la persona pueda comprar lo que necesita, no ubicarse en la fila de beneficencia sino en la de comprador, para no tener que agradecer al patrón, al jefe político, sino gozar orgullo por sus logros económicos y sociales.
Los regalos de caridad solventan un estadio momentáneo, no sientan las bases para el crecimiento económico y cognoscitivo de los seres. No es ese tipo de regalo que necesita el país, sino el de la honradez, eficiencia, educación, justicia, libertad, y así crecer como sociedad, trascender la miseria en la cual vivimos la mayoría.
Esa desventura que padecemos la mayoría abarca a todos, aun a los adinerados que no han logrado capitalizar al país, a la patria que constante dicen defender, representar, querer. Pues, las concepciones feudales son mezquinas y desgraciadamente son las dominantes. Todavía hay a quienes les gusta ser caudillo y quienes lo idolatran.
El regalo entregado al país por los políticos nicaragüenses representa la crucifixión de un pueblo.