Escultura en la Casa Museo Rubén Darío, Ciudad Darío. Sergio Simpson |
Lo que sé es…
dichoso el árbol que es apenas sensitivo más la piedra dura… porque en el
colegio nos obligaban a recitarlo, vivió en el exilio, era un gran borracho y
murió pobre… palmado, eso te puedo decir de Darío, me respondió ella.
De niño yo escucho: Oda a Roosevelt, Los motivos del lobo, La marcha triunfal, Margarita, Caupolicán, Del trópico; no pasan de ahí en la escuela nicaragüense. El genio es menospreciado en el país o no dimensionado, como todo lo que motiva sabiduría.
Rubén Darío trabajó de bibliotecario, periodista y diplomático, y como él confiesa: aprendiz de barbero y zapatero; se relacionó con intelectuales, ministros, presidentes, millonarios, en salones lujosos.