viernes, 24 de agosto de 2012

La seguridad presidencial nicaragüense

Foto que le tomé a Daniel Ortega, en Matagalpa (2003)


Inmenso y avasallante el aparato de seguridad de Daniel Ortega; le vi en el hotel Holiday Inn el miércoles 15 de agosto, donde me encontraba en el Foro Nacional de Periodistas, organizado por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEP) que me invitó a exponer: “Discriminación en el periodismo nicaragüense”.

Hombres luciendo camisa blanca y pantalón negro, y policías uniformados controlaban los pasillos sin permitir utilizar los servicios sanitarios cercanos a los salones de sesiones, ni salir al patio a fumar cigarrillos y conversar en receso.

El primer irresponsable es el hotel, pues no debió alquilar, prestar o ceder, si sus clientes, que están pagando comodidad, van a sufrir limitaciones y malestar en su estadía; el otro es la seguridad personal del mandatario, pues con el nerviosismo con el cual actúan, que los conduce a una conducta imperiosa, no debería exponer a los ciudadanos en un lugar inapropiado para actos políticos.

Pero, al parecer, el propósito es demostrar el poder del mandatario. Una joven, de las asistentes al foro, fue impedida de ingresar al hotel, sufrió nervios y llanto. Otras personas fueron obligadas a aparcar sus vehículos en lugares más apartados en el edificio.

La tensión aumentó cuando el crepúsculo. Quienes participarían en el congreso del FSLN, luciendo camisetas, se abrían paso escoltados por policías. Prácticamente no podías salir de los salones de reunión, y los huéspedes ingresaban con dificultad al hotel donde habían reservado o estaban alojados pagando una buena suma de dinero.

Cuando culminó nuestro evento, presionados por el personal de seguridad salimos del hotel para abordar un microbús. Caía llovizna, y nos obligaron a desplazarnos por la zona de parqueo en los extremos de la calle central de ingreso al hotel.

La Pista de la Resistencia, la principal de Managua, estaba atestada de policías sonando el pito, insistentes, detenían el tránsito vehicular, múltiples sirenas se escuchan en las afueras, anuncian el paso de la caravana.

En el parqueo, los policías se muestran más nerviosos, y hombres vestidos con camisas azules detienen a transeúntes del andén en las afueras del Holiday Inn.  La ruidosa comitiva ingresa al escenario, soldados de tropas especiales saltan de una camioneta y se ubican a diestra y siniestra empuñando sus fusiles de asalto.

Veo al matrimonio presidencial en el Mercedes Benz, Rosario sonriente saludando con la mano y Daniel tras el volante, diecisiete vehículos les escoltan. No puedo tomarles foto, la cámara dejé en el microbús debido a la llovizna. Impresiona ver semejante caravana, el nerviosismo y la pedantería.

A mediados del año 2003, en Matagalpa, era la última vez que estuve cerca de Daniel Ortega, en el tiempo cuando Rosario no figuraba. Llegó caminando por la avenida José Dolores Estrada, rodeado por una escolta policial prudente, tanto que sus simpatizantes lo tocaban, le halaban la camiseta, se le guindaban de la cintura, las mujeres le besaban, chineaba y se tomaba fotos con la gente y los chigüines.

Recuerdo en la década de los años ochenta, en guerra jamás vi un despliegue de seguridad personal como ahora, ni estando la Dirección Nacional en pleno reunida con sus cuadros en reunión de trabajo o en un festejo protocolario. Lo recuerdo perfectamente, el complejo habitacional de Daniel, por ejemplo, si acaso una o dos veces fueron,  nada más, aplicadas medidas extremas.

Me sentí bien cuando, en aquel entonces, veía la caravana de Daniel: tres Jeeps, manejando él uno; también cuando él salía a correr y la gente lo encontraba. En esa época en Puerto Cabezas,  Daniel Ortega caminaba y se reunía con personajes de la comunidad, varias veces le recibimos. Aunque Daniel nunca ha sido mi líder, le reconocí ese actuar.

Pero, era igual con la mayoría de miembros de la Dirección Nacional, los cuerpos de seguridad trabajaban eficaces sin tanta visibilidad, más bien evitaban una escena de seguridad personal que reflejara algún descontento del pueblo, o temor de la dirigencia, mucho menos ostentación de poder con escolta personal, la ostentación de poder político fue mostrar autoritarismo.

Daniel sigue autoritario, nada nuevo, pero antes no le vi protegerse tanto como ahora.

*Autor del libro: Reflexiones críticas desde el sandinismo.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Discriminación en el periodismo nicaragüense

Con Yelba López Wallis y Dania Torres, ambas de la R.A.A.N.

Nunca he realizado un estudio científico sobre la “Discriminación en el periodismo nicaragüense”, pero me atreví a compartir con ustedes mis consideraciones aceptando la invitación de los organizadores, después de memorar los 32 años vinculado al periodismo, algo he visto y experimentado.

Me satisface que el IEEPP me haya invitado para conversar con el gremio, en gran magnitud, corresponsable de lo que somos en el país, reflexionando y buscando consolidar las premisas aunque nos creen múltiples conjeturas y emociones. Significativo, lucubrar e inquietarse, pues en el periodismo meditamos y sentimos permanente.

El tema lo ubico en tres ámbitos: La relaciones a lo interno en los medios, del periodismo  hacia la sociedad, y de la sociedad hacia el periodismo, siendo el eje las personas que cultivan el periodismo, que es comunicación social, y no me saldré de él, pues somos personas las involucradas y de nuestra concepción depende si existe o no discriminación, incluyendo empresarios y empleados.

Superar la discriminación en una sociedad dividida y caracterizada por excluyente y dominante concepto de poder no es sencillo, sin embargo debemos ser los primeros en buscar vencerla, en tanto la comunicación social nos lo exige si creemos en la igualdad de derechos ciudadanos.

La discriminación no se circunscribe al periodismo, sin embargo el gremio debe ser, por su responsabilidad cognoscitiva, un luchador constante para contribuir a la transformación de la actitud proveniente de la noción y el deseo dominante en la humanidad, que en nuestra sociedad aún lo catalogo con fuerte cosmovisión feudal.

En el vínculo entre periodistas he visto discriminación debido a la experiencia o calidad profesional, por ubicación geográfica de quien ejerce, preferencias sexuales o sencillamente ser mujer, según procedencia social, estatus económico, y criterios políticos.
Estamos plagados de vicios, o mejor digamos valoraciones que poco, o casi nada, ayudan al gremio en busca de la superación individual, la armonía entre nosotros y el beneficio social. La discriminación, también es producto de la carencia  en el conglomerado de un rango de tolerancia que permita unidad para alcanzar objetivos comunes.

Nunca se me olvida mi primera experiencia como reportero radial, cuando el método de algunos expertos era romperte la cuartilla, y decirte groseramente: esto no sirve, volvé a redactarla.

Estoy seguro que tenía razón, si ahora en mis manos estuviera esa cuartilla no la hubiera aprobado, sin embargo me sentí segregado por novato. Esa distancia generacional es normal, lo incorrecto es el método. No debemos romper la obra de los aprendices, sino facilitarles el análisis para que presenten un fruto destacado.

Quienes son superiores en experiencia y calidad, inconscientes o seguros, generalmente nos hacen o quieren hacernos sentir inferiores, nos restriegan nuestra falta de dominio. Podría ser que esa relación con el superior nos motive a vencer las limitantes. Pero, prefiero la transmisión de conocimientos teóricos y prácticos. Socrático.

Si los expertos, nada más, contribuyeran con el crecimiento de la novatada y de los viejos que no hemos aprendido aún a ser excelentes, el periodismo nicaragüense tuviera una autoestima que se reflejaría en la incidencia sobre los valores y conductas, y en la libertad de pensamiento.

La discriminación es antagónica con la libertad de expresión, y derecho a ella tenemos sin distingo de clase social o ideología. En ese sentido, algunos empresarios, dueños de medios de comunicación, buscando aumentar su patrimonio, discriminan a sus trabajadores al no reconocerles su valía ocupacional.

Es discriminatorio el ingreso económico que la mayoría de comunicadores recibe, muchos, sino la mayoría, sin derechos laborales, por tanto en la edad del declive se retiran sin ingresos, y sin derecho a la asistencia médica y seguridad social. Como si nunca hubiesen trabajado en su vida.

Es discriminadora, igualmente la actitud jactanciosa de quien gana más dinero que su colega. La ambición a conquistar más dinero es comprensible, máxime en un sistema social donde vale más la cuantía acumulada que la calidad. Esa es una de las razones, sino la principal de nuestros sesgos al abordar la realidad gremial y nacional.
También, algunos periodistas, desestiman a sectores sociales, ordinariamente por pobres, con menos preparación escolar, o preferencias sexuales, e ideas políticas.

En los últimos años el sistema ha potenciado el comercio en el periodismo y la comunicación social, laboral y empresarial. El éxito radica, estrictamente, en el crecimiento de utilidades, sin un balance entre inversión-ganancia y responsabilidad social.

Y no me refiero a la responsabilidad social que se vanagloria en la entrega de donativos, sino al compromiso de construir un Estado que nos trate a todos por igual y promueva la excelencia profesional: creativa, técnica, y académica. A cada quien según su capacidad.

Mi vivencia es rural, y el periodismo en las regiones fuera de Managua, ha vivido aislamiento, como de segunda categoría, una visión errada del potencial local, pues aún con sus limitantes trata de borrar los mojones de la frontera.

Ahora, el antaño periodismo pueblerino, con la tecnología, ha dejado de ser local, y trasciende el territorio provinciano. Aún con las deficiencias propias de la visión que trato de explicar, el segregacionismo ya lo vemos vergonzoso.

Pero el periodismo de la localidad no sólo avanza por la red electrónica, el periodismo de las localidades, fuera de la capital, se manifiesta, progresa demostrando conocimientos de una partícula en el engranaje del todo.

Al interior del país han llegado las universidades, aún con sus deficiencias académicas y técnicas, o los provincianos han viajado a esta ciudad para adquirir conocimientos, y algunos andan con ganas de ser doctores, y otros se han quedado en los medios de comunicación, en empresas privadas, o en organizaciones no gubernamentales.

Así, avanzamos minimizando la desmembración producto del interés que durante años ha prevalecido en la mente de quienes deciden o muestran los destinos del país con una visión geocéntrica.

Ojalá nada más fuera expresión geocéntrica, pues en algunas ocasiones, muchas para mi preferencia, se expresa ególatra, y ciertos periodistas no nos alejamos de ese carácter primario para contribuir a la construcción de un modelo social justo, donde la estima personal sea reconocida por honesta, veraz, y capaz.

A través de los medios de comunicación, he visto, sentido, razonado, una conducta y motivación rumbo a la fama y el dinero, a cualquier costo. Para algunos y algunas comunicadoras lo fundamental es sobresalir, subsistir, sin medir las consecuencias de sus actos afectando su propia dignidad y la de los personajes “objetos de noticia”.

Un sector social ha comenzado a molestarse con las notas informativas que realizamos exponiendo sus desgracias. De igual manera, algunos periodistas se han distanciado de esa visión sectaria y degradante.

Aún cuando la sociedad muestra cierta estima hacia el periodismo, no hemos logrado superior  calidad como gremio para situarnos en un nivel de alta estima. Sufrimos discriminación de parte de un grupo con poder político y económico, que nos considera útiles a sus intereses, voceros de sus ideas y promotores de sus figuras, o sus enemigos.

Inmerso en los intereses de los políticos, con algunas excepciones particulares, el periodismo se ha dividido, se ha desinteresado hasta de sus propias aspiraciones profesionales y gremiales, y prioriza su ambición individual en la política partidaria aún a costa de polarizar al gremio y la sociedad.

En estos momentos, de nuevo, el periodismo se encuentra en una lucha partidaria discriminatoria, que daña la integridad no sólo de sus colegas sino del resto de personas que piensan diferente, o presentan una propuesta no coincidente con las directrices partidarias oficiales u opositoras.

Sin sentirme víctima, una muestra de la discriminación que conduce a la represión es mi expulsión del Colegio de Periodistas de Nicaragua, sin haber cometido ninguna falta que lo ameritara sino por mis argumentos.

Discriminar es contrario a respetar, es no aceptar que somos diferentes y cada cual observa los fenómenos según su formación ideológica, y desafortunadamente se opta por una pretensión de verdad absoluta, sin buscar los puntos de coincidencia, la horizontalidad para unir capacidades y habilidades.

Tal vez no logremos la perfección, esa que no existe, pero si dejáramos la visión individual egoísta, economicista, partidaria, racial, en el periodismo tendríamos menos discriminación, más integración, y mayor fortaleza para alcanzar la calidad profesional que anhelamos, y el estatus de vida económico y social que merecemos.

Muchas gracias.

Managua, 14 de agosto 2012
*Ponencia que no leí totalmente en el Foro Nacional de Periodistas, organizado por el IEEPP, pues preferí compartir sólo los ejes para dar más tiempo al conversatorio.

jueves, 19 de julio de 2012

Discurso en presentación del libro: Jinotega, novia de la montaña

Francisco Arellano Oviedo, al fondo: Guillermo Cortes Dominguez, Eddy Kühl y Raul Amador.


Francisco Arellano Oviedo
Director de la Academia Nicaragüense de la Lengua

El 23 de abril de este año, un joven de la región austral de este Continente, Cristóbal Ugarte, nieto de Nicanor Parra nos contó en la ceremonia de entrega del premio Cervantes, realizada en la Universidad de Alcalá de Henares, que cuando se anunció la concesión del premio a su abuelo, un periodista preguntó al poeta:

—¿Usted cree merecer el premio Cervantes?

—Claro que sí, —dijo el poeta de 97 años.

—¿Por qué méritos?, —insistió un periodista.

—Por una obra que he pensado escribir.

La pregunta del periodista era tan ingenua que mereció semejante ironía del poeta laureado.  De otro humor, así de grande, fui testigo hace más de veinte años; había visitado la casa de un colega nicaragüense que daba clases de Materialismo histórico en la Universidad; frente a su escritorio tenía una colección de tomos empastados en color celeste, con letras doradas y nombres de tratados filosóficos. Tanto en el lomo como en la tapa de los volúmenes aparecían el título de la obra y el nombre del autor. Extrañado por no haber tributado el respeto que aquel autor de tan gruesos volúmenes merecía, tomé un ejemplar del librero y lo abrí; me di cuenta, entonces, que las páginas estaban en blanco; recordé inmediatamente a los poetas simbolistas, aquellos que pasaban en vigilia toda la noche sin poder escribir una palabra y por eso mantenían la página en blanco. Pensaban aquellos poetas que la lengua era incapaz de expresar fielmente las vivencias que estaban en sus cerebros. Al hojear aquellos volúmenes, inmediatamente consideré que el catedrático de filosofía sufría el mal de los simbolistas, quienes llegaron a pensar que lo que debía hacer el poeta era escribir únicamente los títulos para que el lector se imaginara el contenido. Yo no resistí mi curiosidad y  pregunté al filósofo:

—¿Y estos tratados sin su contenido, qué significan?
—Él me dijo:
—Son los libros que pronto empezaré a escribir.

El filósofo vivía en la capital de Nicaragua, pero las parcas no le dieron tiempo para cumplir su propósito. Estas anécdotas que parecieran inventadas son realmente históricas. Yo las refiero por el humor que en ellas encuentro y porque de alguna forma se contraponen con lo que ahora expondré.

Jinotega, novia de la montaña es el último título de las obras de Eddy Kühl Arauz, un nicaragüense especial porque ha sido capaz de transformar en realidad los proyectos de su ardiente corazón por Nicaragua y porque haciendo tantas cosas como las que él realiza, sus amigos nicaragüenses de todo el país, siempre pueden acceder a él y oír de sus labios un dato novedoso, una anécdota desconocida o su inevitable buen concepto sobre tal o cual persona.

Eddy Kühl Arauz es un hombre de concreciones. Sus palabras siempre apuntan a un referente: a un hecho o a una realidad. Otro aspecto de la personalidad de Eddy Kühl Arauz es su calidad humana: capaz de hacer su obra y aceptar con entusiasmo la obra de los demás. Él no sufre por el éxito de sus colegas ni los descalifica ni usa las conjunciones adversativas cuando emite su juicio o se refiere al heterodoxo. A cuántos críticos he leído, que en vez de un juicio solo ofrecen la mitad o tres cuartos de este porque todo lo que afirman inmediatamente lo restan. Así abundan quienes dicen: el trabajo es bueno, pero no es exhaustivo. Kühl Arauz no es como estos, es como los números enteros; los críticos son como los quebrados o números fraccionarios, siempre que usan las conjunciones adversativas restan algo de lo que ya habían concedido.

Jinotega, novia de la montaña, además de mostrar la brillante erudición del autor sobre el tema, testimonia su compromiso con el desarrollo, de esta tierra del norte y de sus habitantes que se han empeñado en hacer de la ciudad y sus municipios una región productiva, en la que además del café se ha cultivado la buena música, la amistad y valores civiles: honradez, amor por la familia y el trabajo que es como la continuidad de la obra creadora de Dios.

A las pocas personas que tuvimos el privilegio de conocer los borradores de este libro, nos llamó la atención lo hermoso de su título, que  presenta un nuevo  epíteto de la ciudad, sin ignorar, sin suprimir, sin menospreciar los existentes y sin afectar, de alguna manera, el nombre de la ciudad. Solo después que se denunciara un error de concordancia gramatical en el título, volví la mirada sobre el texto del mismo y no he dudado en reafirmar que la concordancia —de acuerdo con la gramática ortodoxa de la lengua española— se da en género y número entre un adjetivo y un sustantivo; en número y persona entre el predicado verbal y el sujeto—. En la primera parte del sintagma, formado por Jinotega y novia, dos sustantivos donde el primero funciona como núcleo de sujeto y el segundo como aposición, no se registra violación de ninguna regla gramatical. Tampoco se infringen normas de concordancia en el sintagma completo.

Semánticamente, el título citado es una estructura poética que nos comunica un mensaje estético. Novia, en este caso, no es la muchacha de carne y hueso, la de sexo femenino y de mirada recatada que espera al varón; es el encanto, la belleza, la delicadeza que una novia tiene; se trata pues de una metáfora y no del sustantivo convencional, así tampoco en esa ciencia que conocemos como semántica se da incongruencia en la relación significativa de Jinotega, novia de la montaña, no se debe olvidar la diferencia entre género gramatical, propio generalmente de la estructura de las palabras, y género masculino o femenino, que diferencia el sexo entre macho y hembra.  Solo alguna gramática parda podría confundir esta realidad, pero sea gramática o sea semántica, estaría a la altura de aquella astronomía que consideraba a la tierra como el centro del universo.

Hace medio siglo, en toda Nicaragua, las clases iniciaban en mayo. El campesino hundía el arado para sembrar con las primeras lluvias los frijoles, el maíz y otros alimentos. Paralelamente, en las escuelas los maestros sembraban las palabras en las mentes de los niños. La siembra era, como ha sido en Jinotega, de granos y de valores. Pablo Antonio Cuadra, el gran nicaragüense que cumple este año su primer centenario de nacimiento, inicia así su poema “Mayo”:

En mayo los arados comienzan arando la tierra seca
                             y terminan en tierra húmeda. Mayo es el paso
del polvo al fango.
La lengua cruza en mayo
del silencio a la palabra.
Las hormigas
crían alas. Los pájaros crean cantos.
…….

Tiempo de transiciones es mayo, termina una estación y empieza otra, en mayo son las fiestas patronales de Jinotega y en mayo el maestro terminó su obra para que los hijos de Jinotega la lean y acrecienten la autoestima de ser jinoteganos.

Jinotega, significa —en lengua antigua, llamada popoluca por fray Blas de Hurtado y Plaza— región de los jiñocuaos; por su etimología, dice el autor, el nombre de la ciudad sugiere el significado de pueblo de hombres eternos o sabios; a un connotado hijo de Jinotega —mi recordado exalumno, Harvey Wells— le gustaba decir que Jinotega significaba lugar de los hombres de maíz.

El nombre Jinotega irrumpe en la historia —según el autor de la obra— en 1581, cuando los tasadores españoles de ese año reportan 91 indios tributarios y una población aproximada de 371 personas; se dice de Jinotega que su lengua debió ser igual que la de Sébaco, Matagalpa y Muy Muy, es decir, la lengua popoluca o matagalpa.
  
Junto a las primeras noticias de Jinotega como un pueblo habitado por indígenas en el siglo XVI, el autor ha rescatado datos importantes que describen la reducción de esta etnia, los primeros asentamientos de españoles a inicios del siglo XVII y huida de los indígenas del lugar y regiones vecinas por la imposición del trabajo gratuito en aquella época colonial. Es admirable constatar cómo Eddy Kühl, un verdadero intelectual, es también un personaje campechano que sabe departir e interactuar con ricos y pobres, con autores y personas sencillas, con adinerados compradores del café y con las personas que hacen la limpieza de los cultivos y recogen la cosecha. Entre un quehacer y otro opuesto, Eddy Kühl  ha tenido la oportunidad de visitar y sentarse a investigar en la Biblioteca del Congreso en Estados Unidos, las memorias de viajeros que estuvieron en Nicaragua y se refirieron a Jinotega, entre estos: Wilhelm Heine, Carl Scherzer, Thomas Belt, Franz Sapper, Walter Lehmann y Dèsirè Pector. A varios de estos autores los consultó en inglés.

Según los viajeros mencionados, San Rafael del Norte de Jinotega es comparado —por su belleza— con el valle de Bohemia, Sajonia; Carl Scherzer describe el paisaje de pinos, matapalos, naranjas y bananos dorados, casitas blancas con techos de tejas y el orgullo de los ciudadanos; Thomas Belt subraya las características de sus habitantes, con sangre europea, y califica la región como sana y libre de salteadores; Walter Lehmann a quien le movía la misión de salvar lenguas, tradiciones y costumbres, creía que la lengua matagalpa era de la familia llamada misumalpa que incluye el misquito, el sumo y el Matagalpa; realiza estudios sobre esta y obtiene un vocabulario de parte del ingeniero Alfonso Valle.

El autor de Jinotega, novia de la montaña, no solo es un investigador en bibliotecas nacionales y extranjeras.  Es un hombre acucioso que busca la fuente de la información donde esta se encuentre.  Si la topografía niega el paso a su vehículo, él sabe montar y seguir en el caballo, no le da miedo enlodarse las botas.  Sabe flexionar su cuerpo para pasar entre dos hilos de alambre de púas y tiene la virtud de ganarse la confianza de la gente más humilde de lugares recónditos.  En esta obra, Eddy Kühl ha conversado, rescatado y reconstruido historias con el apoyo de personas de la etnia Matagalpa, con la consulta de los historiadores clásicos nacionales como: Francisco Ortega Arancibia, Jerónimo Pérez, Andrés Vega Bolaños, Carlos Molina Argüello y no olvida ni omite la monografía de Julián N. Guerrero, a quien cita en las pp. 50, 75, 93, 136, 220 y 405., a don Germán Romero Vargas,  al director de la Academia de Geografía e Historia, don Jaime Íncer Barquero, citado 25 veces en la obra, y no olvida la mención de colegas como: Jilma Romero, Carlos Alemán Ocampo, etc.

Describiendo la geografía de Jinotega, el autor se detiene en el esbozo histórico-geográfico de los ochos municipios: Jinotega, San Rafael del Norte, La Concordia, San Sebastián de Yalí, Santa María de Pantasma, Wiwilí, El Cua y San José de Bocay.  Nos presenta una breve historia de las familias jinoteganas que han descollado en el lugar y la historia nacional: los Pastora, Zamora, Molina, Castellón, López, Rizo, Alfaro, Gadea, Zeledón, Úbeda, Pineda, Arauz, Stuart, Kühl, Baldizón, Blandón, Zelaya, Vílchez… Religiosos célebres por el conocimiento del lugar, celo apostólico y santidad: fray Fernando de Espino, fray Blas de Hurtado y Plaza, fray Agustín Morel de Santa Cruz, el santo fray Odorico D´Andrea que aunque no fueron lugareños dejaron importantes documentación y testimonios que el autor los ha recogido en su obra.

Los prohombres del lugar están presentes: Patricio Centeno, héroe de San Jacinto; el general Benjamín Zeledón, héroe y mártir en la Batalla del Coyotepe y la Barranca; el estadista Bartolomé Martínez, célebre por su patriotismo, honradez y preocupación por el progreso. No faltan las mujeres como las hermanas Baldizón, conocidas como las amazonas del café, Demetria que fue la esposa de Otto Kühl, (era su bisabuela, amigo Raúl Amador), hermanas de ella fueron Rosenda y Delfina; Blanca Arauz, la esposa del general Sandino; y Filomena López, símbolo de mujer ejemplar, de madre abnegada y productora de café. Ni faltan los artistas y músicos que le han dado un toque de distinción a esta región de la polka y la mazurca.

El libro de Kühl Arauz es una obra preciosa que rescata nombres de lugares, para algunos lectores nunca escuchados, toponimias de lenguas indígenas, nombres y aportes de personas que hasta ahora se podrán incorporar a la tradición de nuestra cultura, representada por las instituciones de la economía, la religión, la educación, la arquitectura, y particularmente, el arte: escultura, cerámica, música, danza y las buenas letras. Y no solo, también documentos importantes para nuestra historia como el Acta del matrimonio eclesiástico del general Sandino con Blanca Arauz, y el recuento de algunos secretos indígenas.

En verdad esta obra está destinada a ser un patrimonio de los jinoteganos, una obra que debería estar en todas las escuelas del departamento, en todas las bibliotecas de los municipios, en los hogares de todos porque contiene la historia de todos. Felicito a Invercasa, al presidente de su Junta Directiva, esta noche con nosotros, por promover a través del Fondo de Promoción Cultural “Dr. Agustín Torres Lazo” esta obra de invaluable riqueza para Jinotega y el país.

A Eddy Kühl Arauz los nicaragüenses y, particularmente los jinoteganos, le deben admiración y, más todavía, gratitud por esta obra que implica tantas horas de trabajo: investigación, lectura, visitas de lugares, entrevista con personas, composición, escritura y revisión. Emular el trabajo del autor haciendo con otros departamentos lo que él ha hecho por Jinotega y Matagalpa es una forma de completar por Nicaragua lo que él se propuso por los departamentos mencionados del norte del país. Felicito al autor y espero que las instituciones y los ciudadanos nicaragüenses acojamos su obra y encontremos en ella el amor por Nicaragua que Eddy Kühl Arauz ha depositado en cada una de las páginas de Jinotega, novia de la montaña.
  
INVERCASA, el día 12 de julio de 2012.


miércoles, 18 de julio de 2012

¿Novia de la montaña o Ciudad de las Brumas?

Eddy Kühl y Jorge Eduardo Arellano


Jorge Eduardo Arellano

En su última obra de recopilación histórica, Eddy Kuhl ha tenido la ocurrencia de rebautizar a Jinotega como “novia de la montaña”. Está en su derecho de hacerlo el matagalpino, pero antes debió haber consultado a los jinoteganos que, al menos desde 1919, le dieron el adecuado y merecido título de “Ciudad de las Brumas”. Además, debió también consultar la nueva denominación con sus amigos filólogos. Yo le hubiera advertido que comete un error gramatical: la falta de concordancia de género.

Esta concordancia funciona en la canción de Tino López Guerra, quien llama a Managua “la novia (femenino) del Xolotlán” (masculino) y en el verso de Carlos Mejía Godoy sobre Carlos Fonseca Amador: “novio (masculino) de la patria rojinegra” (femeninos tanto el sustantivo como el adjetivo). ¿O será que Kuhl, en su arbitrario cognomento, promueve el “lesbianismo” idiomático: “novia” (femenino) de la montaña” (idem)? Espero que solo sea un ingenuo producto de su diletancia historiográfica.
Para Juan Velásquez Molieri esa diletancia no es sino cretinismo. Pero yo saldré en defensa del colega incidental: no hay que pedir mucho al ingeniero civil de profesión y exitoso empresario cafetalero y turístico que ha aprovechado el hobby de su ancianidad menor (pasados los 60) y de su ancianidad mayor (superados los 70) para indagar sus raíces germánicas, difundir una reseña histórica del café en Nicaragua, averiguar acerca de los inmigrantes extranjeros o redactar monografías sobre su ciudad natal y otras localidades de su región norteña. Sin duda, nadie posee su entusiasmo ni los recursos para ejecutar esas tareas.

Es en la metodología donde reside su principal falla. No maneja suficientemente la bibliografía disponible sobre los temas a investigar ni recurre a fuentes primarias en forma directa, ni se exige un rigor mínimo para citar las fuentes secundarias.

Le otorga demasiada importancia a las comunicaciones personales (vía correo electrónico o entrevistas) y no comprueba si los datos son fehacientes. También impide que sus borradores sean sometidos a una limpia corrección de estilo que siempre lo requieren.

En el caso de Jinotega, novia de la montaña (Managua, Pavsa), editada no en “1012” —su primera errata, en la ficha catalográfica, de las muchas que contiene— sino en 2012. Sin embargo, es un esfuerzo más de Eddy por abordar monográficamente la historia de una ciudad, de un departamento y de una región. Incluye en ella informaciones de sus anteriores trabajos, se excede en hablar de científicos que casi nada tienen que ver con la materia, y no saca partido a libros precedentes como Jinotega en mis recuerdos de Simeón Rizo Castellón o Nicaragua en mis recuerdos (1997) de Simeón Rizo Gadea. De haber leído bien el último, hubiera destacado al máximo la obra cultural promovida por el presbítero español Ernesto R. Oyanguren. Por cierto, en su bibliografía Kuhl confunde la obra de Rizo Gadea con la de su hijo.

Además, las referencias erráticas abundan. Escribe mal el apellido del gobernador Artieda (“Artieta”), inventa dos constituciones de la república (las inexistentes de 1823 y 1842), ubica a Squier —que vivió en Nicaragua de 1849 a 1850— “en tiempos coloniales”, yerra al afirmar que Tomás Belt recorrió el país en 1900 (lo hizo entre 1872 y 1873), repite que el primer combate de Sandino fue en Saraguazca, ignorando que aconteció en El Jícaro el 2 de noviembre de 1926 (durante la guerra civil) y en Ocotal el 16 de julio de 1927 al inicio de su resistencia antintervencionista (Saraguazca, en el que Sandino fue herido, aconteció el 19 de junio de 1930). Asimismo refiere que el padre Bernardo Ponsol falleció en 1950, pero fue en La Libertad, Chontales, el 22 de abril de 1946; y afirma que César Ramírez Fajardo es el autor de “Son tus perfúmenes mujer” (el bisturí sólo la rescató del folclor de Cosigüina).

Todas las anteriores imprecisiones se hubieran evitado de haber pedido su autor el auxilio de cualquier amigo historiador. Yo las hubiera corregido, aparte de indicarle la fuente de donde tomó el texto de Desiré Pector sobre Jinotega: el más extenso y valioso que Eddy transcribe, y que corresponde a la obra antológica Nicaragua en el siglo XIX – Testimonios de funcionarios diplomáticos y viajeros (Managua, Fundación Uno, 2005).

Por lo demás, la monografía de Jinotega de Julián N. Guerrero (1996) no existe para Kuhl. Allí se encuentran datos importantes como el significado del topónimo indígena jinotega y el himno de la ciudad, creado con motivo de su cincuentenario en 1941. En resumen, más que una novia de la montaña, Jinotega se presenta en esta obra como una novia en harapos.

*Escritor e historiador
Publicado en El Nuevo Diario - 7 julio 2012

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