jueves, 19 de julio de 2012

Discurso en presentación del libro: Jinotega, novia de la montaña

Francisco Arellano Oviedo, al fondo: Guillermo Cortes Dominguez, Eddy Kühl y Raul Amador.


Francisco Arellano Oviedo
Director de la Academia Nicaragüense de la Lengua

El 23 de abril de este año, un joven de la región austral de este Continente, Cristóbal Ugarte, nieto de Nicanor Parra nos contó en la ceremonia de entrega del premio Cervantes, realizada en la Universidad de Alcalá de Henares, que cuando se anunció la concesión del premio a su abuelo, un periodista preguntó al poeta:

—¿Usted cree merecer el premio Cervantes?

—Claro que sí, —dijo el poeta de 97 años.

—¿Por qué méritos?, —insistió un periodista.

—Por una obra que he pensado escribir.

La pregunta del periodista era tan ingenua que mereció semejante ironía del poeta laureado.  De otro humor, así de grande, fui testigo hace más de veinte años; había visitado la casa de un colega nicaragüense que daba clases de Materialismo histórico en la Universidad; frente a su escritorio tenía una colección de tomos empastados en color celeste, con letras doradas y nombres de tratados filosóficos. Tanto en el lomo como en la tapa de los volúmenes aparecían el título de la obra y el nombre del autor. Extrañado por no haber tributado el respeto que aquel autor de tan gruesos volúmenes merecía, tomé un ejemplar del librero y lo abrí; me di cuenta, entonces, que las páginas estaban en blanco; recordé inmediatamente a los poetas simbolistas, aquellos que pasaban en vigilia toda la noche sin poder escribir una palabra y por eso mantenían la página en blanco. Pensaban aquellos poetas que la lengua era incapaz de expresar fielmente las vivencias que estaban en sus cerebros. Al hojear aquellos volúmenes, inmediatamente consideré que el catedrático de filosofía sufría el mal de los simbolistas, quienes llegaron a pensar que lo que debía hacer el poeta era escribir únicamente los títulos para que el lector se imaginara el contenido. Yo no resistí mi curiosidad y  pregunté al filósofo:

—¿Y estos tratados sin su contenido, qué significan?
—Él me dijo:
—Son los libros que pronto empezaré a escribir.

El filósofo vivía en la capital de Nicaragua, pero las parcas no le dieron tiempo para cumplir su propósito. Estas anécdotas que parecieran inventadas son realmente históricas. Yo las refiero por el humor que en ellas encuentro y porque de alguna forma se contraponen con lo que ahora expondré.

Jinotega, novia de la montaña es el último título de las obras de Eddy Kühl Arauz, un nicaragüense especial porque ha sido capaz de transformar en realidad los proyectos de su ardiente corazón por Nicaragua y porque haciendo tantas cosas como las que él realiza, sus amigos nicaragüenses de todo el país, siempre pueden acceder a él y oír de sus labios un dato novedoso, una anécdota desconocida o su inevitable buen concepto sobre tal o cual persona.

Eddy Kühl Arauz es un hombre de concreciones. Sus palabras siempre apuntan a un referente: a un hecho o a una realidad. Otro aspecto de la personalidad de Eddy Kühl Arauz es su calidad humana: capaz de hacer su obra y aceptar con entusiasmo la obra de los demás. Él no sufre por el éxito de sus colegas ni los descalifica ni usa las conjunciones adversativas cuando emite su juicio o se refiere al heterodoxo. A cuántos críticos he leído, que en vez de un juicio solo ofrecen la mitad o tres cuartos de este porque todo lo que afirman inmediatamente lo restan. Así abundan quienes dicen: el trabajo es bueno, pero no es exhaustivo. Kühl Arauz no es como estos, es como los números enteros; los críticos son como los quebrados o números fraccionarios, siempre que usan las conjunciones adversativas restan algo de lo que ya habían concedido.

Jinotega, novia de la montaña, además de mostrar la brillante erudición del autor sobre el tema, testimonia su compromiso con el desarrollo, de esta tierra del norte y de sus habitantes que se han empeñado en hacer de la ciudad y sus municipios una región productiva, en la que además del café se ha cultivado la buena música, la amistad y valores civiles: honradez, amor por la familia y el trabajo que es como la continuidad de la obra creadora de Dios.

A las pocas personas que tuvimos el privilegio de conocer los borradores de este libro, nos llamó la atención lo hermoso de su título, que  presenta un nuevo  epíteto de la ciudad, sin ignorar, sin suprimir, sin menospreciar los existentes y sin afectar, de alguna manera, el nombre de la ciudad. Solo después que se denunciara un error de concordancia gramatical en el título, volví la mirada sobre el texto del mismo y no he dudado en reafirmar que la concordancia —de acuerdo con la gramática ortodoxa de la lengua española— se da en género y número entre un adjetivo y un sustantivo; en número y persona entre el predicado verbal y el sujeto—. En la primera parte del sintagma, formado por Jinotega y novia, dos sustantivos donde el primero funciona como núcleo de sujeto y el segundo como aposición, no se registra violación de ninguna regla gramatical. Tampoco se infringen normas de concordancia en el sintagma completo.

Semánticamente, el título citado es una estructura poética que nos comunica un mensaje estético. Novia, en este caso, no es la muchacha de carne y hueso, la de sexo femenino y de mirada recatada que espera al varón; es el encanto, la belleza, la delicadeza que una novia tiene; se trata pues de una metáfora y no del sustantivo convencional, así tampoco en esa ciencia que conocemos como semántica se da incongruencia en la relación significativa de Jinotega, novia de la montaña, no se debe olvidar la diferencia entre género gramatical, propio generalmente de la estructura de las palabras, y género masculino o femenino, que diferencia el sexo entre macho y hembra.  Solo alguna gramática parda podría confundir esta realidad, pero sea gramática o sea semántica, estaría a la altura de aquella astronomía que consideraba a la tierra como el centro del universo.

Hace medio siglo, en toda Nicaragua, las clases iniciaban en mayo. El campesino hundía el arado para sembrar con las primeras lluvias los frijoles, el maíz y otros alimentos. Paralelamente, en las escuelas los maestros sembraban las palabras en las mentes de los niños. La siembra era, como ha sido en Jinotega, de granos y de valores. Pablo Antonio Cuadra, el gran nicaragüense que cumple este año su primer centenario de nacimiento, inicia así su poema “Mayo”:

En mayo los arados comienzan arando la tierra seca
                             y terminan en tierra húmeda. Mayo es el paso
del polvo al fango.
La lengua cruza en mayo
del silencio a la palabra.
Las hormigas
crían alas. Los pájaros crean cantos.
…….

Tiempo de transiciones es mayo, termina una estación y empieza otra, en mayo son las fiestas patronales de Jinotega y en mayo el maestro terminó su obra para que los hijos de Jinotega la lean y acrecienten la autoestima de ser jinoteganos.

Jinotega, significa —en lengua antigua, llamada popoluca por fray Blas de Hurtado y Plaza— región de los jiñocuaos; por su etimología, dice el autor, el nombre de la ciudad sugiere el significado de pueblo de hombres eternos o sabios; a un connotado hijo de Jinotega —mi recordado exalumno, Harvey Wells— le gustaba decir que Jinotega significaba lugar de los hombres de maíz.

El nombre Jinotega irrumpe en la historia —según el autor de la obra— en 1581, cuando los tasadores españoles de ese año reportan 91 indios tributarios y una población aproximada de 371 personas; se dice de Jinotega que su lengua debió ser igual que la de Sébaco, Matagalpa y Muy Muy, es decir, la lengua popoluca o matagalpa.
  
Junto a las primeras noticias de Jinotega como un pueblo habitado por indígenas en el siglo XVI, el autor ha rescatado datos importantes que describen la reducción de esta etnia, los primeros asentamientos de españoles a inicios del siglo XVII y huida de los indígenas del lugar y regiones vecinas por la imposición del trabajo gratuito en aquella época colonial. Es admirable constatar cómo Eddy Kühl, un verdadero intelectual, es también un personaje campechano que sabe departir e interactuar con ricos y pobres, con autores y personas sencillas, con adinerados compradores del café y con las personas que hacen la limpieza de los cultivos y recogen la cosecha. Entre un quehacer y otro opuesto, Eddy Kühl  ha tenido la oportunidad de visitar y sentarse a investigar en la Biblioteca del Congreso en Estados Unidos, las memorias de viajeros que estuvieron en Nicaragua y se refirieron a Jinotega, entre estos: Wilhelm Heine, Carl Scherzer, Thomas Belt, Franz Sapper, Walter Lehmann y Dèsirè Pector. A varios de estos autores los consultó en inglés.

Según los viajeros mencionados, San Rafael del Norte de Jinotega es comparado —por su belleza— con el valle de Bohemia, Sajonia; Carl Scherzer describe el paisaje de pinos, matapalos, naranjas y bananos dorados, casitas blancas con techos de tejas y el orgullo de los ciudadanos; Thomas Belt subraya las características de sus habitantes, con sangre europea, y califica la región como sana y libre de salteadores; Walter Lehmann a quien le movía la misión de salvar lenguas, tradiciones y costumbres, creía que la lengua matagalpa era de la familia llamada misumalpa que incluye el misquito, el sumo y el Matagalpa; realiza estudios sobre esta y obtiene un vocabulario de parte del ingeniero Alfonso Valle.

El autor de Jinotega, novia de la montaña, no solo es un investigador en bibliotecas nacionales y extranjeras.  Es un hombre acucioso que busca la fuente de la información donde esta se encuentre.  Si la topografía niega el paso a su vehículo, él sabe montar y seguir en el caballo, no le da miedo enlodarse las botas.  Sabe flexionar su cuerpo para pasar entre dos hilos de alambre de púas y tiene la virtud de ganarse la confianza de la gente más humilde de lugares recónditos.  En esta obra, Eddy Kühl ha conversado, rescatado y reconstruido historias con el apoyo de personas de la etnia Matagalpa, con la consulta de los historiadores clásicos nacionales como: Francisco Ortega Arancibia, Jerónimo Pérez, Andrés Vega Bolaños, Carlos Molina Argüello y no olvida ni omite la monografía de Julián N. Guerrero, a quien cita en las pp. 50, 75, 93, 136, 220 y 405., a don Germán Romero Vargas,  al director de la Academia de Geografía e Historia, don Jaime Íncer Barquero, citado 25 veces en la obra, y no olvida la mención de colegas como: Jilma Romero, Carlos Alemán Ocampo, etc.

Describiendo la geografía de Jinotega, el autor se detiene en el esbozo histórico-geográfico de los ochos municipios: Jinotega, San Rafael del Norte, La Concordia, San Sebastián de Yalí, Santa María de Pantasma, Wiwilí, El Cua y San José de Bocay.  Nos presenta una breve historia de las familias jinoteganas que han descollado en el lugar y la historia nacional: los Pastora, Zamora, Molina, Castellón, López, Rizo, Alfaro, Gadea, Zeledón, Úbeda, Pineda, Arauz, Stuart, Kühl, Baldizón, Blandón, Zelaya, Vílchez… Religiosos célebres por el conocimiento del lugar, celo apostólico y santidad: fray Fernando de Espino, fray Blas de Hurtado y Plaza, fray Agustín Morel de Santa Cruz, el santo fray Odorico D´Andrea que aunque no fueron lugareños dejaron importantes documentación y testimonios que el autor los ha recogido en su obra.

Los prohombres del lugar están presentes: Patricio Centeno, héroe de San Jacinto; el general Benjamín Zeledón, héroe y mártir en la Batalla del Coyotepe y la Barranca; el estadista Bartolomé Martínez, célebre por su patriotismo, honradez y preocupación por el progreso. No faltan las mujeres como las hermanas Baldizón, conocidas como las amazonas del café, Demetria que fue la esposa de Otto Kühl, (era su bisabuela, amigo Raúl Amador), hermanas de ella fueron Rosenda y Delfina; Blanca Arauz, la esposa del general Sandino; y Filomena López, símbolo de mujer ejemplar, de madre abnegada y productora de café. Ni faltan los artistas y músicos que le han dado un toque de distinción a esta región de la polka y la mazurca.

El libro de Kühl Arauz es una obra preciosa que rescata nombres de lugares, para algunos lectores nunca escuchados, toponimias de lenguas indígenas, nombres y aportes de personas que hasta ahora se podrán incorporar a la tradición de nuestra cultura, representada por las instituciones de la economía, la religión, la educación, la arquitectura, y particularmente, el arte: escultura, cerámica, música, danza y las buenas letras. Y no solo, también documentos importantes para nuestra historia como el Acta del matrimonio eclesiástico del general Sandino con Blanca Arauz, y el recuento de algunos secretos indígenas.

En verdad esta obra está destinada a ser un patrimonio de los jinoteganos, una obra que debería estar en todas las escuelas del departamento, en todas las bibliotecas de los municipios, en los hogares de todos porque contiene la historia de todos. Felicito a Invercasa, al presidente de su Junta Directiva, esta noche con nosotros, por promover a través del Fondo de Promoción Cultural “Dr. Agustín Torres Lazo” esta obra de invaluable riqueza para Jinotega y el país.

A Eddy Kühl Arauz los nicaragüenses y, particularmente los jinoteganos, le deben admiración y, más todavía, gratitud por esta obra que implica tantas horas de trabajo: investigación, lectura, visitas de lugares, entrevista con personas, composición, escritura y revisión. Emular el trabajo del autor haciendo con otros departamentos lo que él ha hecho por Jinotega y Matagalpa es una forma de completar por Nicaragua lo que él se propuso por los departamentos mencionados del norte del país. Felicito al autor y espero que las instituciones y los ciudadanos nicaragüenses acojamos su obra y encontremos en ella el amor por Nicaragua que Eddy Kühl Arauz ha depositado en cada una de las páginas de Jinotega, novia de la montaña.
  
INVERCASA, el día 12 de julio de 2012.


5 comentarios:

  1. Sergio Meza Pantoja19 de julio de 2012, 19:34

    No he tenido la oportunidad de leer esta nueva obra de Eddy Kühl, pero, según el discurso de Francisco Arellano Oviedo, se me hace a gran semejanza con Matagalpa y su gente, del mismo Eddy. Sin embargo, no quiere decir que no tenga el debido mérito, que además de literario es histórico y social.
    No entendí, porqué la obra está titulada como Jinotega novia de la montaña y no, Jinotega, novia de la montaña.
    Saludes, Simpson.

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    1. Gracias, Sergio. Ya puse la coma. Parece que me estoy agotando. Abrazos.

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  2. Muy ciertas las palabras de nuestro ilustre Francisco Arellano O. Jinotega, novia de la montaña, esta largo de ser tocada por las pequeñeces criticas de personas tan menospreciadas como es Jorge Eduardo Arellano. Ni su propia familia lo respalda.

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  3. seria bueno que eddy kuhl esqchara alas personas

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  4. y el no escribio ningun libro ya que agaro muchos libros para aser eso...

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