Eddy Kühl y Jorge Eduardo Arellano
Jorge
Eduardo Arellano
En su última obra de recopilación
histórica, Eddy Kuhl ha tenido la ocurrencia de rebautizar a Jinotega como
“novia de la montaña”. Está en su derecho de hacerlo el matagalpino, pero antes
debió haber consultado a los jinoteganos que, al menos desde 1919, le dieron el
adecuado y merecido título de “Ciudad de las Brumas”. Además, debió también
consultar la nueva denominación con sus amigos filólogos. Yo le hubiera
advertido que comete un error gramatical: la falta de concordancia de género.
Esta concordancia funciona en la
canción de Tino López Guerra, quien llama a Managua “la novia (femenino) del
Xolotlán” (masculino) y en el verso de Carlos Mejía Godoy sobre Carlos Fonseca
Amador: “novio (masculino) de la patria rojinegra” (femeninos tanto el
sustantivo como el adjetivo). ¿O será que Kuhl, en su arbitrario cognomento,
promueve el “lesbianismo” idiomático: “novia” (femenino) de la montaña” (idem)?
Espero que solo sea un ingenuo producto de su diletancia historiográfica.
Para Juan Velásquez Molieri esa
diletancia no es sino cretinismo. Pero yo saldré en defensa del colega
incidental: no hay que pedir mucho al ingeniero civil de profesión y exitoso
empresario cafetalero y turístico que ha aprovechado el hobby de su ancianidad
menor (pasados los 60) y de su ancianidad mayor (superados los 70) para indagar
sus raíces germánicas, difundir una reseña histórica del café en Nicaragua,
averiguar acerca de los inmigrantes extranjeros o redactar monografías sobre su
ciudad natal y otras localidades de su región norteña. Sin duda, nadie posee su
entusiasmo ni los recursos para ejecutar esas tareas.
Es en la metodología donde reside su
principal falla. No maneja suficientemente la bibliografía disponible sobre los
temas a investigar ni recurre a fuentes primarias en forma directa, ni se exige
un rigor mínimo para citar las fuentes secundarias.
Le otorga demasiada importancia a
las comunicaciones personales (vía correo electrónico o entrevistas) y no
comprueba si los datos son fehacientes. También impide que sus borradores sean
sometidos a una limpia corrección de estilo que siempre lo requieren.
En el caso de Jinotega, novia de la
montaña (Managua, Pavsa), editada no en “1012” —su primera errata, en la ficha
catalográfica, de las muchas que contiene— sino en 2012. Sin embargo, es un
esfuerzo más de Eddy por abordar monográficamente la historia de una ciudad, de
un departamento y de una región. Incluye en ella informaciones de sus
anteriores trabajos, se excede en hablar de científicos que casi nada tienen
que ver con la materia, y no saca partido a libros precedentes como Jinotega en
mis recuerdos de Simeón Rizo Castellón o Nicaragua en mis recuerdos (1997) de
Simeón Rizo Gadea. De haber leído bien el último, hubiera destacado al máximo
la obra cultural promovida por el presbítero español Ernesto R. Oyanguren. Por
cierto, en su bibliografía Kuhl confunde la obra de Rizo Gadea con la de su
hijo.
Además, las referencias erráticas
abundan. Escribe mal el apellido del gobernador Artieda (“Artieta”), inventa
dos constituciones de la república (las inexistentes de 1823 y 1842), ubica a Squier
—que vivió en Nicaragua de 1849 a 1850— “en tiempos coloniales”, yerra al
afirmar que Tomás Belt recorrió el país en 1900 (lo hizo entre 1872 y 1873),
repite que el primer combate de Sandino fue en Saraguazca, ignorando que
aconteció en El Jícaro el 2 de noviembre de 1926 (durante la guerra civil) y en
Ocotal el 16 de julio de 1927 al inicio de su resistencia antintervencionista
(Saraguazca, en el que Sandino fue herido, aconteció el 19 de junio de 1930).
Asimismo refiere que el padre Bernardo Ponsol falleció en 1950, pero fue en La
Libertad, Chontales, el 22 de abril de 1946; y afirma que César Ramírez Fajardo
es el autor de “Son tus perfúmenes mujer” (el bisturí sólo la rescató del
folclor de Cosigüina).
Todas las anteriores imprecisiones
se hubieran evitado de haber pedido su autor el auxilio de cualquier amigo
historiador. Yo las hubiera corregido, aparte de indicarle la fuente de donde
tomó el texto de Desiré Pector sobre Jinotega: el más extenso y valioso que
Eddy transcribe, y que corresponde a la obra antológica Nicaragua en el siglo
XIX – Testimonios de funcionarios diplomáticos y viajeros (Managua, Fundación
Uno, 2005).
Por lo demás, la monografía de
Jinotega de Julián N. Guerrero (1996) no existe para Kuhl. Allí se encuentran
datos importantes como el significado del topónimo indígena jinotega y el himno
de la ciudad, creado con motivo de su cincuentenario en 1941. En resumen, más
que una novia de la montaña, Jinotega se presenta en esta obra como una novia
en harapos.
*Escritor e historiador
Publicado en El Nuevo Diario - 7 julio 2012
Qué arrogancia, por Dios. Tanta que no se da cuenta de que él mismo cae en un error conceptual, gramaticalmente hablando. ¿Cómo hablar de concordancia gramatical entre femenino y masculino? Por otra parte, el género en español es de manera general, asexuado: montaña (femenino), no implica el sexo femenino, porque no existe 'montaño' . Entonces, cabría preguntarse ¿Y no es él el sabelotodo?
ResponderEliminarAnónimo: arrogante es Ud, por Allah. Arellano ha hecho una enorme tarea historiográfica al corregir los dislates de Kühl. Bravísimo, Dr Arellano! Un placer leerle!.
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