El Frente Sandinista de Liberación Nacional no fue concebido
para reprimir, golpear, torturar, corromper, sino para erradicar esa “práctica
cultural”, liberarnos de dictadores, fue creado para que en Nicaragua se establecieran
relaciones de poder distintas, y prevalezca el derecho humano, la justicia
social.
Batalló el sandinismo por la justicia sin nombre ni
apellido; para que los yanques no nos invadieran militarmente ni nos impongan
gobernantes, ni las potencias nos obliguen a políticas económicas que nos
mantienen empobrecidos.
Son tantos los anhelos por los cuales dieron la vida miles
de sandinistas, entre ellos el derecho a la tierra, a ser dueños, recibir
financiamiento, producir y vender, plantear sus propuestas (no me gusta decir
demandas) porque la sociedad nicaragüense pensante quiere prosperar y exige a los
políticos no continúen robando, gozando privilegios, tratando de comprar a las
personas, y oprimiendo a quien piensa diferente.
Sin embargo, en el FSLN Daniel tilda de traidor a quien analiza
su ordenanza (y la de su esposa) y emite criterios para erradicar vicios;
Daniel no acepta que puede haber otras ideas, así como él las tuvo para negar
el liderazgo de Carlos Fonseca; el sandinismo sabe que en algún momento Daniel (Enrique) fue considerado traidor.
Presiones, nepotismo, idolatría
Construir un sistema de justicia social es principio
sandinista. Nada tiene que ver con la presión a empleados públicos para que
expresen su simpatía por el presidente, se integren a mítines políticos en
centros de trabajo y calles en horas laborales, y obligados entreguen parte de
su salario para actividades partidarias; nada tiene que ver con cartas de
recomendación partidaria o parentesco con algún funcionario para obtener un
empleo.
El sandinismo no está vinculado al nepotismo, y voy a
permitirme trillar: el sandinismo regó con su sangre el suelo patrio para que
no fuesen pocas familias quienes usan los bienes del pueblo como si fuesen de
su propiedad, como si el país fuese su hacienda y los y las nicaragüenses sus
mozos y mozas.
Tampoco el sandinismo promueve a familia gobernante, la
veneración a un líder, el sandinismo es contrario al servilismo; el sandinismo se
opone a la reelección y la sucesión familiar, esa figura feudal de quien en
nombre de dios se dice elegido para decidir el destino del país y cada
habitante.
Con base en esos principios, la interrogante se agita en la
cabeza de un sector sandinista que no se siente representado por Daniel Ortega
porque éste se ha rodeado de oportunistas, gente que se mantiene o se alió
maleó con él para ganar mucho dinero, gozar impunidad con actos corruptos, o
promover negocios y forma de vida que nada tienen que ver con los conceptos
revolucionarios.
Indignados con oportunistas y corruptos
A los sandinistas de
la calle, de a pie, quienes siguen subsistiendo en pobreza, o con poco dinero,
o quienes quieren prosperar por su esfuerzo, les molesta los sin vergüenza,
aquellas personas que ahora hablan en nombre de héroes y mártires, cuando jamás
comprenderán el significado de heroísmo.
La mayoría, sino todos, los neo sandinistas y aliados, les
motiva el cargo, encumbrar su figura y crecer sus cuentas bancarias, no les
interesa conocer el valor de la entrega en la lucha contra la dictadura
somocista o en defensa de la revolución, menosprecian a combatientes (incluyo a
colaborador de la guerrilla) y sus familias que no lograron ser empresarios después
de la derrota electoral de 1990.
Indigna ver a personas, aliadas de Daniel, hablar de
revolución, cuando son conocidas por su conveniencia política, transitando de
partido en partido, buscando siempre cómo agarrar cargos y prebendas, en todos
los gobiernos o con el FSLN.
Los danielistas, quienes arriesgaron la vida, prefieren no
recordar años de lucha, penurias y honestidad, aquella convicción desprendida
de intereses personales, visualizando un mejor futuro para la sociedad, en
libertad y con derechos.
Esos danielistas tampoco creen en un Estado de derecho,
utilizan las instituciones del Estado para reprimir o premiar, absuelven a
quienes les conviene y condenan a quienes se oponen a los abusos del dinero
público.
Ahora Daniel y muchos de quienes le acompañan, reniegan de los
principios de humildad, de limitarse al consumo necesario, de la relación equitativa
con la comunidad, de construir un presente con derecho y libertad como lo
quisieron y escribieron con sangre y tinta, o con su tinta como sangre: Luisa
Amanda Espinoza, Arlen Siu, Juan José Quezada, Ricardo Morales Avilés, Oscar
Turcios, Eduardo Contreras, José Benito Escobar , Claudia Chamorro, Carlos
Agüero, Mildred Abaunza, Pedro Arauz, Germán Pomares, y miles de combatientes.
Expresión de inconformes
No estoy seguro de la cantidad de combatientes molestos,
tampoco si son potencia para decidir el voto en el FSLN, pero los encuentro en
las calles y comunidades sintiéndose excluidos, menospreciados, y expresando su
descontento con los aliados aprovechados.
Ni las entregas de zinc, vacas, cerdos, gallinas, cocinas,
refrigeradoras, aseguran el voto: Ha generado malestar el lucro de quienes lo
reparten, y las condiciones partidarias para recibirlos. Algunas personas están
convencidas que es una entrega para captar el voto, el FSLN no puede asegurar
que las familias beneficiadas están conformes, por los abusos cometidos por
directivos de los Consejos del Poder Ciudadano.
Tampoco garantiza el voto por Daniel, la reprimenda en el
partido a quienes cuestionan el comportamiento de los directivos nombrados de
dedo y con pésima reputación, éstos que se creen y comportan infalibles, como
capataces.
Seguramente, continuarán llamando resentidos, vendidos,
vende patria, derechistas, a quienes siendo sandinistas, y sin militar en otro
partido, no votarán por Daniel, para hacerle saber, por ese medio, que el
sandinismo con principios éticos y revolucionarios desecha directrices y
actuaciones autoritarias, corruptas, oportunistas, represivas.
*Autor del libro “Reflexiones críticas desde el sandinismo”