En las calles, gente
alegre comprando, personas apesaradas, temerosas, resistiendo y desafiando. Ebrios
y ebrias celebrando.
Comerciantes y
gobernantes implementan ofertas, para el consumo y disfrute de navidad y año
nuevo. Te invitan a devorar banquetes, saborear libaciones, y encandecer
libidos decembrinas. El cliente o la clienta, según sus gustos y antojos,
participa de la algarabía y se provee al contado o al crédito.
Las dos avenidas centrales
de la ciudad, zona comercial entre los parques Rubén Darío y Francisco Morazán,
vistas desde el firmamento semejan una pista de dos mil metros de redondel,
atestadas de vehículos, cuyos conductores tocan insistentes las bocinas, no
respetan a transeúntes, y estos se desplazan por aceras deterioradas copadas de
vendedores, brincando tragantes sin rejas y con basura acumulada en bocacalles,
el montón de mujeres guapas reciben acoso de hombres probados, infantes y
ancianos mendigando, y los peligrosos motoristas aportando al bullicio en
competencia con los parlantes en las aceras y asfalto.