lunes, 7 de enero de 2019

Fiesta y duelo en navidad nicaragüense

En las calles, gente alegre comprando, personas apesaradas, temerosas, resistiendo y desafiando. Ebrios y ebrias celebrando.

Comerciantes y gobernantes implementan ofertas, para el consumo y disfrute de navidad y año nuevo. Te invitan a devorar banquetes, saborear libaciones, y encandecer libidos decembrinas. El cliente o la clienta, según sus gustos y antojos, participa de la algarabía y se provee al contado o al crédito.

Las dos avenidas centrales de la ciudad, zona comercial entre los parques Rubén Darío y Francisco Morazán, vistas desde el firmamento semejan una pista de dos mil metros de redondel, atestadas de vehículos, cuyos conductores tocan insistentes las bocinas, no respetan a transeúntes, y estos se desplazan por aceras deterioradas copadas de vendedores, brincando tragantes sin rejas y con basura acumulada en bocacalles, el montón de mujeres guapas reciben acoso de hombres probados, infantes y ancianos mendigando, y los peligrosos motoristas aportando al bullicio en competencia con los parlantes en las aceras y asfalto.

El espectáculo propio de esta época, con luces, cánticos, imágenes, oraciones. No es la primera navidad en la historia, que el país se encuentra en duelo nacional por vendettas políticas o catástrofes ambientales. La sociedad nicaragüense celebra rituales cristianos, inicia con el dedicado a la concepción de María, madre del Salvador, sigue con el nacimiento de Jesús, y finaliza con la llegada de los reyes magos al pesebre.

La ceremonia de La gritería, en esta ocasión, como en anterior época de luto nacional, fue de oración pidiéndole a la virgen María… a La María de Nicaragua que “interceda ante el Altísimo para que en este país construyamos un sistema de libertad y justicia, clamando por la libertad de centenar de presos políticos”.

En las instituciones estatales y municipales, las fiestas han celebrado con regocijo, empleados dicen que gracias a la virgencita el comandante no se ha ido y se quedará hasta que muera, para ellos tener empleo; altos funcionarios conmemoran con orgullo, demuestran poder y dinero, sigilosos realizan maniobras para salvar su capital.

Miles de nicas sin posibilidad de celebrar con familiares, temen venir al país. Miles de nicas en el país, con familiares, amigos, conocidos, exiliados o prisioneros. El dolor es inevitable. Sin embargo, la fortaleza prevalece, la razón se impone, es irreversible el movimiento hacia la superación poscolonial.

Caudillos, matones, corruptos, serviles, mediocres, son especies en extinción en la nueva sociedad que, otra vez, se pretende edificar. En las personas con fe cristiana, la mayoría con la cual he conversado, manifiestan que la mano de Jehová posa sobre Nicaragua luchando contra demonios.

También doña Rosario Murillo de Ortega, vicepresidenta, y seguidores dicen batallar contra minúsculos demonios, a quienes aspiran exterminar, incluyendo obispos católicos. Ella es quien ha conducido la interpretación de sus actos hacia la mitología, de ahí resulta que le digan bruja y ella responda tildando de seres malignos a quienes la conjuran. Intercambio de frases y conceptos en demasía ordinarios.

Navidad, en este país, es una batalla entre el bien y el mal, entre energías positiva y negativa, es una lucha argumentando, y más que lucha es un proceso de análisis, propuestas, e implementación inicial de un modelo cualificado cuya base es la relación equitativa de poder entre personas.

En los últimos ocho meses, la parte de la sociedad nica que anhela cambios estructurales ha demostrado cuan cohesionada se encuentra, existe coincidencia, ha crecido en cantidad y calidad.
La parte que está gobernando y sus empleados, están firmes, con las armas y todos los instrumentos y bienes del Estado para mantenerse mandando.

En Nicaragua se desarrolla una batalla que destruye, una vez más, a la sociedad: La divide, la empobrece y embrutece. Sin embargo, un sector se une y fortalece gritando: Libertad, justicia, democracia.

En ese panorama, nicas pensantes han estado clamando a la razón, apelando al argumento, exigiendo erradicar la violencia, descartando el carácter soez de nuestro pensar y expresar en relaciones personales.

La construcción de una nueva cultura nacional, desplazando a la poscolonial, es una ruta irreversible, las recurrentes contradicciones sangrientas son absurdas. El mal jamás vencerá al bien, miles seguirán muriendo en lucha por la libertad del ser humano. La mayoría de nicaragüenses, estoy seguro, no quieren este sistema.


Lunes 24 diciembre 2018

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