En las calles, gente
alegre comprando, personas apesaradas, temerosas, resistiendo y desafiando. Ebrios
y ebrias celebrando.
Comerciantes y
gobernantes implementan ofertas, para el consumo y disfrute de navidad y año
nuevo. Te invitan a devorar banquetes, saborear libaciones, y encandecer
libidos decembrinas. El cliente o la clienta, según sus gustos y antojos,
participa de la algarabía y se provee al contado o al crédito.
Las dos avenidas centrales
de la ciudad, zona comercial entre los parques Rubén Darío y Francisco Morazán,
vistas desde el firmamento semejan una pista de dos mil metros de redondel,
atestadas de vehículos, cuyos conductores tocan insistentes las bocinas, no
respetan a transeúntes, y estos se desplazan por aceras deterioradas copadas de
vendedores, brincando tragantes sin rejas y con basura acumulada en bocacalles,
el montón de mujeres guapas reciben acoso de hombres probados, infantes y
ancianos mendigando, y los peligrosos motoristas aportando al bullicio en
competencia con los parlantes en las aceras y asfalto.
El espectáculo propio de
esta época, con luces, cánticos, imágenes, oraciones. No es la primera navidad
en la historia, que el país se encuentra en duelo nacional por vendettas
políticas o catástrofes ambientales. La sociedad nicaragüense celebra rituales
cristianos, inicia con el dedicado a la concepción de María, madre del
Salvador, sigue con el nacimiento de Jesús, y finaliza con la llegada de los
reyes magos al pesebre.
La ceremonia de La
gritería, en esta ocasión, como en anterior época de luto nacional, fue de
oración pidiéndole a la virgen María… a La María de Nicaragua que “interceda
ante el Altísimo para que en este país construyamos un sistema de libertad y
justicia, clamando por la libertad de centenar de presos políticos”.
En las instituciones
estatales y municipales, las fiestas han celebrado con regocijo, empleados
dicen que gracias a la virgencita el comandante no se ha ido y se quedará hasta
que muera, para ellos tener empleo; altos funcionarios conmemoran con orgullo,
demuestran poder y dinero, sigilosos realizan maniobras para salvar su capital.
Miles de nicas sin
posibilidad de celebrar con familiares, temen venir al país. Miles de nicas en
el país, con familiares, amigos, conocidos, exiliados o prisioneros. El dolor
es inevitable. Sin embargo, la fortaleza prevalece, la razón se impone, es
irreversible el movimiento hacia la superación poscolonial.
Caudillos, matones,
corruptos, serviles, mediocres, son especies en extinción en la nueva sociedad
que, otra vez, se pretende edificar. En las personas con fe cristiana, la
mayoría con la cual he conversado, manifiestan que la mano de Jehová posa sobre
Nicaragua luchando contra demonios.
También doña Rosario
Murillo de Ortega, vicepresidenta, y seguidores dicen batallar contra
minúsculos demonios, a quienes aspiran exterminar, incluyendo obispos
católicos. Ella es quien ha conducido la interpretación de sus actos hacia la
mitología, de ahí resulta que le digan bruja y ella responda tildando de seres
malignos a quienes la conjuran. Intercambio de frases y conceptos en demasía
ordinarios.
Navidad, en este país, es
una batalla entre el bien y el mal, entre energías positiva y negativa, es una
lucha argumentando, y más que lucha es un proceso de análisis, propuestas, e
implementación inicial de un modelo cualificado cuya base es la relación
equitativa de poder entre personas.
En los últimos ocho
meses, la parte de la sociedad nica que anhela cambios estructurales ha
demostrado cuan cohesionada se encuentra, existe coincidencia, ha crecido en
cantidad y calidad.
La parte que está
gobernando y sus empleados, están firmes, con las armas y todos los
instrumentos y bienes del Estado para mantenerse mandando.
En Nicaragua se
desarrolla una batalla que destruye, una vez más, a la sociedad: La divide, la
empobrece y embrutece. Sin embargo, un sector se une y fortalece gritando:
Libertad, justicia, democracia.
En ese panorama, nicas
pensantes han estado clamando a la razón, apelando al argumento, exigiendo
erradicar la violencia, descartando el carácter soez de nuestro pensar y
expresar en relaciones personales.
La construcción de una
nueva cultura nacional, desplazando a la poscolonial, es una ruta irreversible,
las recurrentes contradicciones sangrientas son absurdas. El mal jamás vencerá
al bien, miles seguirán muriendo en lucha por la libertad del ser humano. La
mayoría de nicaragüenses, estoy seguro, no quieren este sistema.
Lunes 24 diciembre 2018
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