En las
calles donde me movilizo caminando observo comportamientos y escenas que
afectan la sanidad mental si vos no estás en capacidad de abstraerte.
Regáleme
cinco pesos para ajustar a comprar unas chinelas, me dice un niño descalzo.
Y vas
al colegio, le pregunto.
No, es
que no tengo zapatos.
En qué
grado estás.
En
sexto.
Es un niño de trece años pidiendo en las
calles, con su estampa de miseria, hambriento, sin estudiar ni bañarse,
viviendo en casucha de un cerro adoquinado. La mayoría de habitantes
desempleados, subempleados.
Por donde caminas sale alguien pidiéndote
dinero, unos enfermos más que otros, todos en condición de vida indigente, sin
faltar los bebedores que pernoctan en las bancas del parque y desde las cinco
de la mañana se aglomeran implorando limosna para el trago de ron, y recibir luminosidad
solar.
Mire no me quiere ayudar pa ajustar pa el
pasaje… es que tengo a la niña en el hospital… ya me la dieron… pero no tengo
pa regresarme a Waslala, me pide la joven mujer campesina, de unos treinta
años, frente a catedral.
Conjeturo que será jornalera o doméstica en
el campo, tal vez ni habita en ciudad Waslala sino en una comarca, con la
posibilidad que haya parido varias veces, y como dicen por allá: “Sin hombre
que la respalde”.
De pronto volteo y una mujer de un poco más
de treinta años carga un recién nacido, a la par camina una pálida jovencita que
se le parece, de unos dieciséis años, con el bolso rosado del bebé y las
carteras colgándoles de los hombros.
Y qués la verga jueputa no ves que te me
cruzaste -grita el conductor desde el taxi con bandera rojinegra.
No jodás jueputa vos sos el animal que casi
me matás -responde a gritos el montado en la motocicleta, que se encuentra a la
par en media avenida.
La gente se amontona. El taxero se baja
brusco y se quita la chaqueta militar. Llega la policía y les ordena que
circulen. Algunos afirman que es traido político.
A pocas cuadras, en el río con escaza agua
apesta la basura tanto como en las calles y aceras, el centro de la ciudad lo
han convertido en mercado, la necesidad de pobres buscando cómo ganar dinero.
Se inhala pestilencia que proviene también
de cagadas y orines de perros caseros y de humanos. Ciertos ciudadanos fueron
creados para defecar y orinar en patios, no es una rara costumbre nacional sino
la tradicional en muchos territorios urbanos y rurales.
Emitiendo anuncios comerciales y música los
parlantes instalados en la puerta de la tienda o sobre vehículo rodante, con
altos decibeles atormentando la existencia secundados por bocinas de carros,
buses, camiones, y motocicletas.
Personas en conflicto por diferencias
partidarias, incapaces de argumentar y razonar, sin posibilidad de que impere el
entendimiento para vivir en paz y se instale la justicia en el país y deje de
ser empobrecido y militarizado.
Mujeres ofendidas, golpeadas, asesinadas.
Cientos de ellas sin que se les reconozca derechos de niñas, jóvenes, adultas.
Y en esas calles por donde camino observo el acoso que padecen a su paso, en
esa pasarela barrial donde todas se ven “lindas y hermosas y bien ricas”, desfilan
algunas princesas según expresan los hombres.
Miércoles 9 de junio 2021
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