Un
fanático del gobierno, dueño de cantina, agrede a su antiguo cliente porque
había escuchado sus argumentos y ha leído los impresos donde El Cliente
critica al sistema político y propone dejar atrás el poscolonialismo.
La ofensa ocurrió al mediodía de un lunes cuando El Cantinero llegó a un local de superior categoría a los de su propiedad, vio al escribano y se le fue a sentar a la mesa sin solicitar permiso, y reclamó ofuscado diciendo: “No ves las grandes obras del Frente… sólo el comandante lo ha hecho… los puentes y carreteras… hospitales…”
El Cliente no responde a la acusación, inmediato se dirige a otra mesa, no iba a reducirse discutiendo, menos con un ebrio agresivo. Una cerveza después El Cantinero decidió marcharse al observar las miradas de reproche y escuchar susurros de espectadores.
El Cantinero -rumoran los parroquianos- ha prosperado por testaferro de varios antros, sin embargo El Cliente no recurriría a especulaciones, ni estaba interesado en indagar; tampoco volvería a visitar las cantinas del fanático donde El Cliente habitualmente bebía, observaba, anotaba todo, conversaba con algunos, y repartía escritos en papel.
Con quien jamás departió fue con El Cantinero.
Marzo 2022
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