No se ha labrado
otro camino que el de las balas. La represión gubernamental nos indica la ruta
para romper las cadenas o al menos desatar la furia interna, esperanzados en la
libertad disfrutando derechos.
Tristeza,
repugnancia, dolor, arrechura, siento observar que las controversias políticas
en Nicaragua siguen sustentadas en las armas. Lo demuestra la emboscada a la
caravana del FSLN y el proceder de la policía y el ejército buscando culpables.
Violan los derechos
humanos unos y otros, en defensa de los derechos sociales; golpes, cárcel, sangre,
represión, vivimos porque la justicia no existe para todos y todas, la ley se
cumple según los intereses de quien domina el sistema.
Las sublevaciones,
a corto o mediano plazo, surgen producto del malestar y la miseria, se nutren
día a día con el despertar en un entorno desfavorable, atiborrado de penuria y avasallamiento.
En algún momento se repetirá fuerte el ¡Basta Ya!, un grito que se lanza
empuñando arma.
Nada justifica la
matanza, lo decimos en público, unos y otros, pero los actos evidencian lo
contrario en la historia del país: Guerras civiles, dictaduras y revoluciones.
El llamado
constante a “tener huevos” (convertido en lema por algunos) es un signo de
violencia, bravucón y machista de dominio de uno sobre otro, del más fuerte
hacia el débil, exaltado probablemente por quienes no irían a la primera línea
de fuego.
Algunos afirman que
esta sociedad rebelde ha necesitado de un “Hombre fuerte” en el poder para que
la domine, la discipline y la ponga a trabajar en desarrollar el país, pues
“los nicas somos haraganes, indisciplinados, valeverguistas”; otros aseguran
que ese caudillo es quien protege y conduce hacia el paraíso, justificando su
“mano fuerte”; hay quienes adulan al poderoso señor para obtener privilegios.
Es probable que en
periodos domine esa concepción, y se la crean los del poder y sus seguidores,
sin embargo el desencadenamiento del hastío, cuando no hay cauces cívicos, se
convierte en una batalla indetenible en campos y ciudades.
Trastabillamos
estupidez tras estupidez. No entendemos razones, las ofensas dominan el
escenario, de los gritos protestando pasamos a las manos disparando, el sistema
oprime y el oprimido se rebela.
Los gobernantes no
dejan, y muy pocas veces han dejado, que las personas expresen sus criterios,
emociones, esperanzas, propuestas, y tengan derecho al respeto. Con arrogancia
inaudita se presentan quienes llegan a poder; les interesa enriquecerse y
mantener a un pueblo como súbdito.
Daniel Ortega y su
esposa son incapaces de gobernar democráticamente, se creen divinidades
faraónicas, en una Nicaragua del siglo XXI. Ellos deciden, ordenan obediencia y
cumplimiento, en un festejo omnipotente demostrando sus millones y el control
absoluto del Estado.
Son demagogos.
Acaso no lo es enaltecer la “restitución de derechos” como lo repite doña
Rosario todos los días, a cada rato, y actuar lo contrario enviando
paramilitares y que la policía y el ejército sean parte de la represión
política contra los inconformes.
Hablando de paz y
reconciliación te mandan a vapulear, robar, capturar, torturar, asesinar; no
comprenden o no les importa el malestar con el cual vive el día a día la
mayoría de la sociedad nicaragüense con grandes limitantes económicas.
Para mayor
desgracia aumentan los precios de productos alimenticios principales, los
ingresos pierden poder adquisitivo, el empleo está sujeto a la aprobación del
Jefe Político, miedo y descontento observo en los sitios donde transito. A los
únicos que veo felices son quienes obtienen ganancias por su filiación
danielista o hacen todo por adquirirla.
Estamos mal, muy
mal. Es fantasía el informe sobre la seguridad ciudadana, la persona inconforme
con el gobierno corre peligro, puede recibir amenazas, golpes, y llevado a la
celda con sus derechos allanados. No hay respeto.
Ninguna ley se
respeta, más bien los porristas se jactan del poder absoluto que ejercen y
brindan discursos, en lugares de lujo, sin ruborizarse por lo falaces que son.
Se burlan de la inteligencia del nica, dicen una cosa y hacen lo contrario.
¿Ante cual poder
del estado recurrís a reclamar tus derechos y tener certeza de que habrá
justicia? El pueblo lo sabe: “Si tenés pata ganás un juicio”, también “si tenés
dinero para sobornar”; lo cual significa: “la cárcel no es para los ricos por
muy corruptos y asesinos que sean”.
En esas
circunstancias, con esta historia de insurrecciones, las armas siguen presente
como alternativa en un sector de la sociedad nicaragüense, los del poder las
usan sin miramientos y los afectados responden. Lástima, tan dura que ha sido
la vida para los nicas y no han logrado construir la vía cívica, un Estado de
Derecho.
El camino hacia las
armas sigue intacto, aunque me desagrada la guerra.
Sergio este Broder se parece a vos cuando llegaste a la mina de Rosita en Zelaya Norte,en 1980...pintale canas...saludes hermano
ResponderEliminar