Anabel enferma más cada día. Sus
huesos se están volviendo transparentes y distorsionan más rápido, deberán
operarla de los riñones, sufre problemas digestivos y taquicardia, de donde
alquila, en cien dólares mensuales, y casi 400 córdobas por energía eléctrica,
el propietario la está corriendo a gritos y ofensas, contiguo a uno de los
edificios del Colectivo de Mujeres de Matagalpa.
El dinero no le alcanza para vivir
en mejores condiciones habitacionales, nutritivas, sicológicas, tampoco para
pagar lo justo a una persona que la bañe, peine y vista, le cocine y sirva la
comida, lave y planche la ropa, le cambie la toalla sanitaria, la siente en el
retrete y limpie el ano cuando defeca o la vagina cuando orina, le asee la casa
porque ella es aseada, la levante de la silla de ruedas y acueste en la cama, y
luego la levante de la cama para sentarla en la silla de ruedas, le haga los
mandados o la acompañe en ellos por las calles atestadas de conductores peligrosos,
y ladrones.
Quienes llegan a asistirla
permanecen temporalmente, se presentan porque están sin empleo y tienen
necesidad de ganarse el plato de comida y unos cincuenta córdobas diario, se
van debido a la poca paga y lo tequioso del trabajo, o porque consiguen un
mejor salario, o les falta paciencia, voluntad. “Algunos samaritanos son gay… y
no le gusta a los caseros y caseras”.
Es que Anabel se altera frecuente,
su impotencia física le trastorna el sistema nervioso, además es ordenada y
limpia, más que quienes no sufren sus limitantes y viven en desorden y
asquerosidad. “Yo enferma… y viviendo en la cochinada… con cucarachas y
ratones… platos sucios… sin bañarme… y la casa sucia… nooo Simpson…” -me dice-
“y eso no lo entiende la gente que viene a ayudarme… y yo trato de aconsejarles
pero no entienden”.
No voy a juzgar su comportamiento y
exigencias, no la veo como paciente ni soy sicólogo. La familia la abandonó en
el hospital cuando Anabel tenía seis años, antes de 1979. Desde entonces ha
vivido tormento, pero algunas buenas personas la han socorrido, y otras malas
personas la han maltratado: la han visto como un fenómeno anómalo.
Anabel no creció físicamente,
consecuencia de fiebre reumática, sus brazos cortos muestran los huesos de
manos y dedos contrahechos, igual que sus piernas. Ella depende de otra
persona. Cuando nadie la asiste permanece en la cama orinada, defecada, con sed
y hambre, sin bañarse. Se deshidrata, la ataca la bilis, padecen los riñones,
se le infecta la piel por el miasma, y se le altera el sistema nervioso con
depresión brutal, pues ha vivido y vive sola en un cuarto alquilado.
La alcaldía le entrega una ayuda
económica, la cual autorizó Gonzalo Navarro Alonso cuando era alcalde, pero con
esa cantidad no le basta. La atienden en la clínica médica previsional (seguro
social) donde no le otorgan los medicamentos requeridos, y una pastilla -por
ejemplo Ciprofloxacina- que ingiere diario para la infección renal vale 35
córdobas. Otras personas, (me gustaría escribir sus nombres) esporádicamente
algunas y frecuente otras, contribuyen con algo de dinero. Pero la comida y sus
gastos cada día más caros.
Varias veces la he visto llorar, en
condiciones calamitosas, alquilando cuartuchos donde le han robado, ofendido, e
intentado violar. Siempre reaccionaba con temple, tan fuerte que me animaba a
no sentirme desgraciado, ni quejarme por las barbaries, cuando ella me
demostraba fortaleza.
No tiene casa donde irse a meter,
las que alquilan, con posibilidades de que ella entre en silla de ruedas, las
rentan, como mínimo, 180 dólares mensuales; Matagalpa es de cerros y no hay
infraestructura para el desplazamiento de sillas de ruedas, de esa silla de
motor que (me encantaría escribir el nombre) el gerente de una empresa le acaba
de obsequiar 500 dólares para que la comprara usada, pues se le dañó la que
hace años le donaron unos extranjeros y cuando la llevó a reparara a un taller
de Managua le perdieron piezas y baterías, le robaron.
Es asombroso, a Anabel le han
robado, desde ropa, utensilios, baratijas que ella se pone de adorno, hasta los
calzones, ah y de paso el celular que es vital para ella, pues cuando está sola
en el cuarto por ese medio pide auxilio, esperanzada en alguien que llegue a
socorrerla.
Ahora refiere la posibilidad de
suicidarse. Por primera vez lo intuyo, en once años de conocerla. Antes yo le
proponía: suicidémonos mejor, así la gente va a decir bellezas de vos, hasta
dirán que te ayudaron, y tendrán latísima. Ella reía con mi ocurrencia, y
respondía: Mirá Simpson… dios me da fortaleza… le vivo pidiendo, y vos lo
sabes… ni muerta quiero dar lástima.
A ella no le gusta la vean con
compasión, siempre luce empericuetada, pintada, muy limpia y perfumada,
entonces alguna gente cree “que es de familia con riales”, y eso Anabel lo
sabe, y me lo han dicho, pues ella se niega a ponerse en una esquina, en
apariencia zarrapastrosa para que le den limosna.
Anabel ha vendido hielo, adornos,
dulces y chucherías, cuadros pintados y manualidades elaboradas por ella,
cuando lo permitían sus manos, aunque siempre le robaban nunca se dio por
vencida. Incluso solicitó una caseta para vender en uno de los parques, pero
nunca le autorizaron el espacio, y en una época fue conductora de un programa
radial dirigido a personas con capacidades diferentes.
Ahora es que la veo bastante
deteriorada, cansada de las injusticias más que de sus impedimentos físicos y
enfermedades, hasta sin esperanzas de querer publicar su libro de poemas, ese
libro que, si bien no es la obra literaria que esperan sabios, expresa
claramente su sentir viviendo como les he contado levemente.
Temo que cuando vaya en su silla de
ruedas se le ocurra metérsele a un vehículo, o que se tome varias pastillas,
pero si lo hace no la condenaré, yo, en sus condiciones, lo hubiera hecho hace
muchos años; porque me impresiona estoy conjeturando (problabemente se enojará
conmigo), o a lo mejor sigue fuerte luchando, y -como me dijo- se ubicará con
sus pertenencias en uno de los parques para que sepan o consideren su falta de
vivienda.
18 noviembre 2014 - Matagalpa
Inmediatamente pensé ¿Por qué la Alcaldía no le da un cuarto? La Iglesia Catolica y sus feligreses la ven siempre frente a la Catedral y no tienen misericordia de ella. A donde queda todo lo que hablan en el púlpito?
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