miércoles, 19 de noviembre de 2014

Desgracias de la poeta y pintora que a pocos conmueven

Anabel enferma más cada día. Sus huesos se están volviendo transparentes y distorsionan más rápido, deberán operarla de los riñones, sufre problemas digestivos y taquicardia, de donde alquila, en cien dólares mensuales, y casi 400 córdobas por energía eléctrica, el propietario la está corriendo a gritos y ofensas, contiguo a uno de los edificios del Colectivo de Mujeres de Matagalpa. 

El dinero no le alcanza para vivir en mejores condiciones habitacionales, nutritivas, sicológicas, tampoco para pagar lo justo a una persona que la bañe, peine y vista, le cocine y sirva la comida, lave y planche la ropa, le cambie la toalla sanitaria, la siente en el retrete y limpie el ano cuando defeca o la vagina cuando orina, le asee la casa porque ella es aseada, la levante de la silla de ruedas y acueste en la cama, y luego la levante de la cama para sentarla en la silla de ruedas, le haga los mandados o la acompañe en ellos por las calles atestadas de conductores peligrosos, y ladrones.

 Quienes llegan a asistirla permanecen temporalmente, se presentan porque están sin empleo y tienen necesidad de ganarse el plato de comida y unos cincuenta córdobas diario, se van debido a la poca paga y lo tequioso del trabajo, o porque consiguen un mejor salario, o les falta paciencia, voluntad. “Algunos samaritanos son gay… y no le gusta a los caseros y caseras”.

Es que Anabel se altera frecuente, su impotencia física le trastorna el sistema nervioso, además es ordenada y limpia, más que quienes no sufren sus limitantes y viven en desorden y asquerosidad. “Yo enferma… y viviendo en la cochinada… con cucarachas y ratones… platos sucios… sin bañarme… y la casa sucia… nooo Simpson…” -me dice- “y eso no lo entiende la gente que viene a ayudarme… y yo trato de aconsejarles pero no entienden”.

No voy a juzgar su comportamiento y exigencias, no la veo como paciente ni soy sicólogo. La familia la abandonó en el hospital cuando Anabel tenía seis años, antes de 1979. Desde entonces ha vivido tormento, pero algunas buenas personas la han socorrido, y otras malas personas la han maltratado: la han visto como un fenómeno anómalo.

Anabel no creció físicamente, consecuencia de fiebre reumática, sus brazos cortos muestran los huesos de manos y dedos contrahechos, igual que sus piernas. Ella depende de otra persona. Cuando nadie la asiste permanece en la cama orinada, defecada, con sed y hambre, sin bañarse. Se deshidrata, la ataca la bilis, padecen los riñones, se le infecta la piel por el miasma, y se le altera el sistema nervioso con depresión brutal, pues ha vivido y vive sola en un cuarto alquilado.

La alcaldía le entrega una ayuda económica, la cual autorizó Gonzalo Navarro Alonso cuando era alcalde, pero con esa cantidad no le basta. La atienden en la clínica médica previsional (seguro social) donde no le otorgan los medicamentos requeridos, y una pastilla -por ejemplo Ciprofloxacina- que ingiere diario para la infección renal vale 35 córdobas. Otras personas, (me gustaría escribir sus nombres) esporádicamente algunas y frecuente otras, contribuyen con algo de dinero. Pero la comida y sus gastos cada día más caros.

Varias veces la he visto llorar, en condiciones calamitosas, alquilando cuartuchos donde le han robado, ofendido, e intentado violar. Siempre reaccionaba con temple, tan fuerte que me animaba a no sentirme desgraciado, ni quejarme por las barbaries, cuando ella me demostraba fortaleza.

No tiene casa donde irse a meter, las que alquilan, con posibilidades de que ella entre en silla de ruedas, las rentan, como mínimo, 180 dólares mensuales; Matagalpa es de cerros y no hay infraestructura para el desplazamiento de sillas de ruedas, de esa silla de motor que (me encantaría escribir el nombre) el gerente de una empresa le acaba de obsequiar 500 dólares para que la comprara usada, pues se le dañó la que hace años le donaron unos extranjeros y cuando la llevó a reparara a un taller de Managua le perdieron piezas y baterías, le robaron.

Es asombroso, a Anabel le han robado, desde ropa, utensilios, baratijas que ella se pone de adorno, hasta los calzones, ah y de paso el celular que es vital para ella, pues cuando está sola en el cuarto por ese medio pide auxilio, esperanzada en alguien que llegue a socorrerla.

Ahora refiere la posibilidad de suicidarse. Por primera vez lo intuyo, en once años de conocerla. Antes yo le proponía: suicidémonos mejor, así la gente va a decir bellezas de vos, hasta dirán que te ayudaron, y tendrán latísima. Ella reía con mi ocurrencia, y respondía: Mirá Simpson… dios me da fortaleza… le vivo pidiendo, y vos lo sabes… ni muerta quiero dar lástima.

A ella no le gusta la vean con compasión, siempre luce empericuetada, pintada, muy limpia y perfumada, entonces alguna gente cree “que es de familia con riales”, y eso Anabel lo sabe, y me lo han dicho, pues ella se niega a ponerse en una esquina, en apariencia zarrapastrosa para que le den limosna. 

Anabel ha vendido hielo, adornos, dulces y chucherías, cuadros pintados y manualidades elaboradas por ella, cuando lo permitían sus manos, aunque siempre le robaban nunca se dio por vencida. Incluso solicitó una caseta para vender en uno de los parques, pero nunca le autorizaron el espacio, y en una época fue conductora de un programa radial dirigido a personas con capacidades diferentes.

Ahora es que la veo bastante deteriorada, cansada de las injusticias más que de sus impedimentos físicos y enfermedades, hasta sin esperanzas de querer publicar su libro de poemas, ese libro que, si bien no es la obra literaria que esperan sabios, expresa claramente su sentir viviendo como les he contado levemente.

Temo que cuando vaya en su silla de ruedas se le ocurra metérsele a un vehículo, o que se tome varias pastillas, pero si lo hace no la condenaré, yo, en sus condiciones, lo hubiera hecho hace muchos años; porque me impresiona estoy conjeturando (problabemente se enojará conmigo), o a lo mejor sigue fuerte luchando, y -como me dijo- se ubicará con sus pertenencias en uno de los parques para que sepan o consideren su falta de vivienda.

18 noviembre 2014 - Matagalpa
   

1 comentario:

  1. Inmediatamente pensé ¿Por qué la Alcaldía no le da un cuarto? La Iglesia Catolica y sus feligreses la ven siempre frente a la Catedral y no tienen misericordia de ella. A donde queda todo lo que hablan en el púlpito?

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