Me
estremeció la sentencia contra Lottie Cunningham, presidenta del Centro
por la Justicia y Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua
(Cedhjucan). Recordé a la chavala que conocí a inicios de 1982 trabajando
entusiasmada en labor social con el pueblo miskito, arriesgándose en un escenario
de secuestro, tortura y muerte.
Aunque
hace años no hemos coincidido personalmente, he leído y escuchado acerca de su
compromiso con la justicia para que se respeten los derechos de habitantes
caribeños, en ese territorio donde perdura el enfrentamiento armado y el
gobierno niega falazmente o el matrimonio presidencial falaz niega. Colonos
mestizos y madereros invadiendo tierras y asesinando, coorrompiendo.
No
sólo me estremecí, inmediatamente me indigné y me vino coraje: “Y no querremos
ver que crucen en nuestro camino ahí si te vamos aniquilar” leí en el texto de adevertencia
enviado a la defensora de los derechos humanos de indígenas, afrodescendientes,
y mestizos originarios del Caribe nicaragüense.
El ultimátum girado por medio
de la red facebook, por alguien que se identifica Nazchi Guirre, en cuya
portada muestra propaganda del gobierno y una foto de perfil con la bandera
rojinegra del FSLN insertada la sigla
D.O.S (Daniel Ortega Saavedra) acusa a la activista de “mete (r) su cuchara
hablando babosadas Contra del comándante y contra la compañera Rosario”.
Me
gustaría ver el rostro de ese tal Nazhi (o nazi) Guirre, o los otros rostros
ocultos tras el anonimato, pero es o son cobardes. A diferencia de Lottie, esa
menuda chavala, hoy cincuentona, los sicarios no muestran cara. Ella siempre ha
enseñado su faz y sus sentimientos, la sencillez de su andar por llano o
litoral, en pipante o cayuco, mostrando el compromiso con ideales libertarios.
Preocupado
estoy, más todavía, porque no escucho voz ni leo inconformidad de amigos que respaldan
al matrimonio Ortega Murillo y conocen a Lottie. Esos amigos y amigas costeñas
con quienes compartimos peligros e ideales al lado de Lottie, ahora callan y,
aunque les moleste, con su silencio denotan haber sucumbido en el cargo y
olvidado el valor de la justicia por la cual murieron otros compañeros, algunos
de ellos nuestros camaradas.
No
escribiré nombres, de costeños y costeñas, ni de
mestizos del Pacífico que departimos, compartimos, luchamos, para que al pueblo
caribeño se legalizara constitucionalmente el derecho a tener gobierno autónomo,
para que se reconociese la cultura sociopolítica con base en autoridad
ancestral.
Quienes enmudecen tienen derecho al
silencio. No podemos silenciarnos quienes reconocemos a la Lottie Cunningham
luchadora por los derechos indígenas y afrodecencidentes en el Caribe
nicaragüense. Sus amigos no podemos amordazarnos cuando la amenazan con
asesinarla en nombre del Frente Sandinista de Liberación Nacional dominado por
el matrimonio Ortega Murillo.
Daniel Ortega y Rosario Murillo deberían
apresar y enjuiciar a los sicarios que amenazaron a Lottie.
11 de marzo 2017 - Matagalpa.
Nota: Foto del diario La Prensa.
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