Tres camionetas llenas de policías pasan lento frente
a la catedral San Pedro, a las nueve y treinta de la mañana, un grupo de jóvenes
levantan banderas de Nicaragua y la iglesia, y gritan consignas contra el régimen,
el domingo 8 de septiembre.
Media hora antes, la procesión de la Virgen Niña sale de
la iglesia San Felipe apóstol, de Molagüina, se dirige hacia el sur, una
cuadra, dobla hacia el oeste, y a dos cuadras, en la avenida José Dolores
Estrada se enrumba a catedral, a ochocientos metros.
Un vehículo con parlante expande los cantos a la virgen.
Algunos prisioneros políticos liberados, y jóvenes en su mayoría portan bandera
de Nicaragua, expresan su descontento hacia los gobernantes y respaldo a la
iglesia católica. Varios motociclistas cubriéndose el rostro con casco, asechan,
son civiles informantes o paramilitares.
Los feligreses apenas ocupan media cuadra. Me explican
que en todas las parroquias hay romería, como parte de la “Jornada de Oración por
la Patria” que la iglesia católica realiza entre el 8 y 15 de este mes.
Los promesantes pasaron frente a las oficinas de la alcaldía
y la estación de policía, sin agredir, casi sin prestarles atención a los
uniformados que filman y fotografían.
Cuando en el templo están ocupadas todas las bancas, y
el coro encabeza las alabanzas cristianas, con aplausos y danzas, al ritmo del
piano, y los rostros reflejan la comunión espiritual, los uniformados con fusil
de guerra se despliegan en la acera frontal del edificio.
En la casa de Dios, mujeres, niños, hombres, personas
de la tercera edad, se fortalecen con su fe, orando y glorificando, ante la
noticia de que a sus espaldas se encuentran los armados. Personajes reconocidos
en Matagalpa me manifiestan su repudio a la amenaza.
Con la tropa intimidando, los parroquianos continuaron
llegando para participar en la eucaristía de diez a once, que presidirá el
obispo Rolando José Álvarez, a quien asemejo con monseñor Octavio José Calderón
y Padilla, de quien me han contado su firme respaldo a los perseguidos y
prisioneros políticos de la dictadura somocista.
El obispo no ofició la eucaristía, sino otro
sacerdote. No sabemos cuál es la razón. Civiles identificados como operadores
del gobierno subieron, por separado, las gradas, pero no agredieron a los
jóvenes que se mantuvieron en el dintel. A un hombre, reconocido violento, partidario
rojinegro, que entró con actitud provocadora, varios devotos le pidieron
abandonar la iglesia y lo escoltaron a la salida.
Luego de la celebración de los sacramentos, la gente deja
catedral, asombrada, indignada, desafiante, confiando en la protección del
Señor pasa entre los sitiadores. Los uniformados se fueron hasta mediodía,
cuando la iglesia quedó vacía.
Lunes 9 septiembre 2019
Matagalpa
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