jueves, 9 de septiembre de 2021

VIOLENCIA EN NICARAGUA


 La personalidad de mayoría de nicaragüenses, desde antaño, ha sido forjada para ejercer la furia en la sociedad y desde el poder político militar.

 No es relevante si tenés dinero o sos paupérrimo, profesional o iletrado, hombre o mujer, infante… sos nica encachimbado.

 Por mínima diferencia con otra persona emerge la defensiva y ataque, y hay quienes no aceptan otra visión de un fenómeno y son capaces de asesinar a alguien o contratar sicarios que ejecutan.

 Desde niño escucho las disputas familiares por pertenencias y herencias, suceden rompimientos catastróficos entre consanguíneos, similar entre amistades y compadres; fueron “por meras arrechuras” “andaba bolo” “enmarigüanado es que andaba ese…” “tenía razón de pasarle la cuenta” afirman quienes cuentan los hechos.

 Las relaciones sexuales conceptuadas de macho y hembra, hasta hace poco penalizaron la violencia del hombre contra la mujer y la niñez, pero las leyes no bastan para erradicar los femicidios.


 Años antes existía derecho a pernada, aceptable que la niña deja de serlo y se convierte en mujer, en la cultura originaria es legal que un “enamorado” llegue con una dote donde los padres de la niña de quien comentan: “Esa se fue por su gusto” o “Se la robó”.

 La tradición del patrón con la empleada. Hijos fuera de matrimonio no eran parte de la familia ni podían matricularlos en colegios de religiosos, eran valorados de menos y señalados por la sociedad, aunque algunos tardíamente llegaron a firmarse con el apellido paterno.

 Igual son discriminadas personas discapacitadas o con capacidades diferentes, no existe institución estatal para atender esas especialidades; junto a lesbianas, transexuales, homosexuales, son objeto de burlas y fastidios, se ejerce saña con ellas en espacios públicos y privados.

 También carecemos de centros estatales de asistencia a niños trabajadores, a los que consumen drogas, aquellos que pernoctan en la calle, en alto riesgo de ser criminales, jovencitas y jovencitos prostituidos. Ahí donde hay conflictos peligrosos.

 Desafortunadamente no supera ese nicaragüense arraigado en esas relaciones de poder, del macho o la hembra, “del güevón o la güevona”, del fuerte contra el débil, el caudillo y la señora, el patroncito y el jefe, el general y el soldado, el torturador y el prisionero.

 En este Nicaragua la paz interior es la que crea una coraza energética que protege de las malevolencias externas, es un estadio superior humano, la libertad que niega al sistema caduco y lo desafía.

 Jueves 9 septiembre 2021

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