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Catedral San Pedro, Matagalpa. |
En Nicaragua las relaciones de gobernante Frente
Sandinista con iglesia romana alcanzan alto nivel de tensión y se enrumba a
subir más; como en los años ochenta -durante la guerra- Daniel Ortega no ha
logrado buenas pláticas con la Conferencia Episcopal, tanto en aquella época
como en esta que volvió a la presidencia son pocos los curas de su cortejo.
En la historia de discrepancias entre distintos
gobernantes y sacerdotes católicos, nunca faltaron casos de indulgencia y
bendición que algunos religiosos le brindaban a personas en el poder militar
acusadas de liquidar al prójimo y en el financiero imputadas por ilícitos.
Hay ovejas que respaldan a quienes están en el gobierno,
al católico matrimonio presidencial casado por un cardenal, en capilla privada
con exclusivos invitados. Esos siervos declaran culpables a sacerdotes, los
acusan de estar organizando sublevaciones armadas.
Otros juzgan blasfemo el mensaje que invoca a dios, las
vírgenes y los santos, de la pareja presidencial atribuyéndose liderazgo y
cercanía con la fe nicaragüense, indigna a la mayoría de la comunidad cristiana
que respalda al Clero Nacional.
Consideran maléfica la simbología que ha implementado la
vicepresidenta con su vestimenta y cuantiosos y costosos talismanes que luce, así
como por las calles y ceremonias ornamentadas con estrellas, árboles de lata
luminosos y multicolores, con repicar de campanas de fondo cuando en plaza habla
ella o su marido.
A la mayoría de católicos leo o escucho definir que en
este país se libra batalla contra demonios, y así explican la causa de sacerdotes
exiliados o prisioneros, monjas expulsadas, imágenes santas y templos
profanados, medios de comunicación evangelizadores acallados, centros de estudio
confiscados, fieles perseguidos y amenazados.
Que les prohíban las procesiones impacta a la feligresía,
siente más agresión, un ataque a la devoción de miles de nicaragüenses sanados
por los diversos santos del catolicismo. Las imágenes son sagradas, prodigiosas.
Llegan romerías a pagar promesa o rogar milagro de salvar la vida. Tras la
figura recorren las calles orando, pidiéndole vencer adversidades, muchas veces
con música filarmónica o sacra o marimba. Con tragos o sobrios.
Impedir que las ceremonias se efectúen es una decisión estatal
que ofende a peregrinos que comulgan en esa colectividad creyente, y más cuando
los del gobierno organizan festejos con esculturas no benditas de santos
patronos, violando la naturaleza del Estado laico.
Es demasiada alteración emocional la que sufren
espiritualmente los católicos y centran sus esperanzas con mucha fortaleza en
la oración multitudinaria que -ellos afirman- tiene poder para vencer como san
Miguel arcángel.
Miércoles 21 septiembre 2022
Nota: Recién me entero que a iglesias evangélicas le han
prohibido que el 28 de septiembre "celebren en las calles el 453 aniversario de la
traducción de la Santa Biblia al castellano".
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