Macizo Peñas Blancas - Rancho Grande.
“Es una
belleza, un encuentro conmigo, con la feracidad interna, la vida misma”, los
visitantes exclaman embelesados al impregnarse de energía.
Bosawás,
cuyo nombre se debe porque se encuentra entre los límites del río Bocay, el
cerro Saslaya, y el municipio Waspam, es la reserva bionatural más importante
de Centroamérica, casi nueve mil kilómetros cuadrados, en ella se han internado
bastante investigadores de diversas disciplinas para loar la inmensidad de la
creación.
Pero a la
zona de Cuá-Bocay también han llegado, y a quedarse, alrededor de veinte mil
personas con capacidad de derribar cincuenta mil manzanas de bosque cada año; diestras
a destruir la vida con pasos agigantados, sin tener consciencia de sus actos,
la mayoría de ellas.
Los
migrantes provienen del trópico seco y quienes nacieron en la zona no conocen
muy bien tratamiento adecuado al trópico húmedo.
Grave riesgo
La
ignorancia beneficia a los madereros quienes adquieren en un mil córdobas un
árbol inmenso. Han abierto un poco más de cuatro kilómetros de carretera en
Wina y Ayapal, rompiendo las entrañas de Bosawás.
Elementos
importantes de peligro para la reserva son: 1) producción inapropiada
derribando la selva con acciones depredadoras, 2) comercio de madera que es
destructivo por el mal manejo.
Los fenómenos
no son desconocidos por científicos, investigadores, técnicos, burócratas, que
trabajan cada quien con su objetivo el tema de la biodiversidad.
¿Quién para
esto?
La limitante
es que, como en todo el país, la partidarización de la conducta y la avaricia
pecuniaria, nubla el conocimiento aparente o real. Pareciese que hablar de la
preservación de la vida es principio de la parábola y la política, cuyos
códigos son similares: elocuentes y motivadores o sordos e inmovilizadores,
según el interés del titiritero.
En Bosawás
se manifiesta la dualidad del enfoque: 1) referirse a la reserva, con orgullo,
en la francachela de la formalidad fastuosa, y 2) no escuchar las disertaciones
de quienes en verdad dominan la temática y sufren por la matanza de la vida.
Con el
primer enfoque firman convenios jugosos y decretos brillantes dizque en defensa
de la naturaleza. En la práctica los resultados no son meritorios.
El segundo
enfoque es la ruta apropiada para declarar non grato, en cualquier festejo protocolario,
a quien habla de poder local: comunitario y municipal, educación para el manejo
adecuado del trópico húmedo, infraestructura, financiamiento y comercio
nacional e internacional.
Beligerancia
del poder local
El poder
local de Cuá-Bocay, por ejemplo, debe tener las representatividad en las
decisiones sobre Bosawás en proporción al 40 por ciento del total de la
reserva, coordinados con el resto que es área de Las Minas y Waspam en el Atlántico
Norte.
La segunda
prioridad es definir de una vez el carácter jurídico del territorio,
implementar acciones productivas acordes con el trópico húmedo, sin depredar, y
pone énfasis en la zona de la frontera agrícola.
No hay otra
forma de lograrlo sino con educación y la inversión en programas exactos, científicos.
Los
conocimientos de biodiversidad son base para el desarrollo individual y social
en esa área. La riqueza está al alcance y con mayor ventaja por su propia
capacidad de regeneración en su medio.
Varios
rubros productivos, valiosos en el mercado mundial, se podrían realizar en
Cuá-Bocay: fruti y acuacultura, forestería, agricultura, silvopastoril, flora,
fauna, medicina natural, turismo, ciencia, etc.
Cua´-Bocay,
como el resto del país, vive en la nimiedad porque no hay interés de producir,
ni conocimiento de cómo hacerlo. Paradójicamente la riqueza proviene de las
bondades de la tierra virgen y está al alcance de la mano. Es el parto de la
madre naturaleza.
Destruir
Bosawás es acabar con la madre y con la vida, cuidarlo es aprovechar los frutos
de la tierra sin matarla, para vencer la pobreza.
(Diario Barricada
– 29 de abril del 1997)
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