Huyó para siempre
Me dejó:
El orgullo marchito
La mirada sin galaxia
La silueta maculada por células muertas
Dragado el corazón con la membrana pálida
Sonidos imaginarios de vándalos apagando el silencio
con expresiones hoscas que a diario rasgan
mis sueños
Dedos temblorosos que se encorvan con miedo
al asir la pluma
para reflejar un panorama rosado
Una cascada candente que nace en la vacuidad
del pecho
y brota con frecuencia a través del ardor
de las retinas
Un germen maligno que descompone al organismo
y lo conduce a negarse a menguar la angustia
El palpitar de la sien calado con la aguja
de su fuga
Las neuronas carcomidas por la obsesión del pensamiento
y el martirio de mi ignorancia
:
La creación mancillada en la profundidad
del abismo
El reposo atrofiado por lo vehemente
de la conciencia
Ni un puñado de tierra fértil
para dentro de poco
abrigar mis restos
Atardecer
resbalan las gotas
por el limbo de las hojas
en mi pecho caen y
salpican la sonrisa
canta el viento ronco
entre las ramas oscuras y
traslada con suavidad
el beso de un zanate
hasta el patio verdoso
la araña laboriosa
se aprehende a su hilo
malabareando en el vacío
colores rutilantes vuelan
en las alas de la mariposa
que saluda a la sombra
una hoja seca
modela con gracia
antes de posar
en la tierra húmeda
una paloma café
acaricia el pico
a otra de color gris
desplegando las plumas
con el pecho ensanchado
las palabras son tan llanas
que se pintan con pereza
en el papel amarillo
arrugado en el centro
para nada sirven las letras
si se empañan con glóbulos
de sangre que brota del cerebro
por inanición de la memoria
al final
dormita la angustia
no lloran los ojos
la nariz respira calma
se humedece la boca
y el oído escucha a Vivaldi
en el prístino sopor de mi esperanza
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