viernes, 30 de enero de 2015

Poemas en el IV Ciclo Cultural de León

Me han preguntado que leí, el viernes 16 de enero del 2015, en el IV Ciclo Cultural de León. Yo que no leo en público y no soy poeta, y sólo fui por invitación de Esthela Calderón y Steven White, quienes me hospedaron en su casa, debo compartir los dos escritos de esa digna noche. La foto tomó Henry Petrie, a mi derecha Omar Avilés y a la izquierda Rafael Mitre.


Huyó para siempre

Me dejó:

El orgullo marchito

La mirada sin galaxia

La silueta maculada por células muertas

Dragado el corazón con la membrana pálida

Sonidos imaginarios de vándalos apagando el silencio
con expresiones hoscas que a diario rasgan
                                                        mis sueños

Dedos temblorosos que se encorvan con miedo
                                                        al asir la pluma
para reflejar un panorama rosado

Una cascada candente que nace en la vacuidad
                                                        del pecho
y brota con frecuencia a través del ardor
                                                        de las retinas

Un germen maligno que descompone al organismo
y lo conduce a negarse a menguar la angustia

El palpitar de la sien calado con la aguja
                                               de su fuga           
Las neuronas carcomidas por la obsesión del pensamiento
y el martirio de mi ignorancia
:
La creación mancillada en la profundidad
                                               del abismo

El reposo atrofiado por lo  vehemente
                                             de la conciencia

Ni un puñado de tierra fértil
                           para dentro de poco
                                     abrigar mis restos


Atardecer

resbalan las gotas
por el limbo de las hojas

en mi pecho caen y
salpican la sonrisa

canta el viento ronco
entre las ramas oscuras y
traslada con suavidad
el beso de un zanate
hasta el patio verdoso

la araña laboriosa
se aprehende a su hilo
malabareando en el vacío

colores rutilantes vuelan
en las alas de la mariposa
que saluda a la sombra

una hoja seca
modela con gracia
antes de posar
en la tierra húmeda

una paloma café
acaricia el pico
a otra de color gris
desplegando las plumas
con el pecho ensanchado

las palabras son tan llanas
que se pintan con pereza
en el papel amarillo
arrugado en el centro

para nada sirven las letras
si se empañan con glóbulos
de sangre que brota del cerebro
por inanición de la memoria

al final
dormita la angustia
no lloran los ojos
la nariz respira calma
se humedece la boca
y el oído escucha a Vivaldi
en el prístino sopor de mi esperanza



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