(Foto: Frank García)
Ya nada me asombra en este país, sin embargo
son notables los hechos que me han llevado a perder la capacidad de
sorprenderme, como la marcha organizada por el FSLN a favor de la empresa
minera en Rancho Grande el sábado 3 de octubre.
Recursos del Estado destinados a respaldar a
la empresa B2Gold, porque el país sigue en venta proporcionando ganancias a
quienes gobiernan y sus adeptos más cercanos, el resto de habitantes recibe
miserias de regalías.
Quienes propagan y aplauden “las bondades” de
la minería reciben dinero, unos más que otros, y se asocian en esta explotación
que destruirá una zona de amortiguamiento de la reserva de biosfera BOSAWAS,
contaminando ambiente y pobladores, sin visualizar la desgracia posterior.
He vivido en Siuna, Rosita, y Bonanza,
observando la devastación de la selva tropical, la contaminación de los ríos,
la miseria en la cual subsisten sus habitantes cuando deberían gozar riqueza
con las toneladas de minerales que las compañías han extraído del subsuelo
Ahora, en este gobierno, igual que los
anteriores, lo importante es el enriquecimiento fabuloso del grupo pequeño de
seguidores del matrimonio presidencial producto de su concepción capitalista en
demagogia.
Daniel Ortega gritó y vociferó contra el capitalismo
salvaje, pero ha sacado ganancias millonarias personales, junto a sus socios,
impulsando política económica neoliberal, cediendo la riqueza del territorio
nacional, y manteniendo bajos salarios a trabajadores. Nada diferente a sus
antecesores.
Entiendo a quienes se auto llaman sandinistas
y no les queda más alternativa que apegarse al partido para ganarse un salario
de miseria, aunque silenciosos manifiestan su malestar; incluso entiendo a
quienes ganan mucho más y se enriquecen. Pero no comparto esa actitud de
cómplices de la destrucción del país y del sostenimiento de su propia miseria
humana y de la generación venidera.
Ojalá algunos sandinistas reflexionen, aunque
lo dudo, el sistema les gana la conciencia, les hunde en la miseria de la
hambruna, en la ansiedad del consumo, y la despersonalización. Los principios
que antes fueron virtuosos hoy son despreciados.
5 octubre 2015
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