¿En quién creer? – piensa
balanceándose en la hamaca de la derruida casa vacía, donde se encuentra
meditando, entre nieblas de incienso.
No se trata de orientación sexual, ni
color de piel, ni clase social, ni otros estigmas discriminadores, es sobre la
ideología de la especie humana que domina el planeta: La concepción de poder –
en eso cavila.
Un cuarto de siglo atrás él deja de
frustrarse, observa con más detenimiento conductas y detalles, equilibra
emociones igual que pisando cuerda floja, desprende totalmente el sentimiento
de posesión, libera antiguas culpas surgidas en el libertinaje, crea su proceso
de liberación e independencia – y aún se pregunta si nada más creer en sí mismo,
aislado de la vía ordinaria por donde transita la normalidad.
El fuerte sobrevive, hábil y bandido,
bandido hábil, hábil bandido – está convencido de esa combinación que aquél no
puede dejar de expresar en la vida, ese humano del entorno así aprendió, no
asimila, ignora, no cree en otra manera de relacionarse, ansiedad del débil por
ser fuerte.
Disfrutando silencio en soledad, tras
el desalojo judicial de intrusos que pretendieron fortaleza tratando de robarle
su especio, en su memoria transitan escenas de imperio de uno o una sobre otro
y otra, no importa raza, sexualidad, religiosidad, clase, el patrón de conducta
les identifica y evidencia avaricia en el consumo, poder obtener y mostrar, pretensiones
superiores, voces y golpes erigiendo y nutriendo conceptos y etiquetando siluetas.
Esa estructura mostrando polillas en el
techo falso, que de nuevo lo alberga durante las reflexiones, es resultado de
su experimento libertario, facilitándola para que otros puedan subsistir en
miseria. Él no responde a las amenazas para silenciarlo ni se alinea al mando
superior del capital y el Estado.
Invariable el Estado en sus funciones,
lo ha comprobado en andanzas, con varios gobiernos, de diferentes ideologías,
que se han calificado liberal, revolucionario, marxista, demócrata, o
socialista cristiano – sin mayores diferencias y similares resultados: con dinero del erario se vuelven millonarios
los gobernantes.
Reiterar esa conclusión, casi
sexagenario, no le causa estupor, el conocimiento es producto de convivencia y
estudio en el terreno, en esferas de bonanza y desventura, en el país la
variante ha sido mínima: unos gobernantes más rapiñas o igual que otros, unos
habitantes educados para servir y copiar, en escala imitar a sus ídolos
benefactores en el pódium hasta donde éstos lo permiten.
El chirriar del gancho metálico en el
cual se balancea la hamaca, el tufo de cañerías y habitaciones, hollín en paredes, grasa en piso, retrete curtido,
puertas heridas, acompañan la imagen de un hombre en la dicotomía de la ruta:
sostener la independiente libertad de expresarse o encogerse en el vaivén del
sistema.
Necesita decidir pronto, esta sociedad
– asegura – no va a cambiar fácil, ni en cinco siglos alcanzará otra
cosmovisión de su existencia (si acaso perdura la noción de patria en este
territorio y no lo rigen grandes inversionistas nacionales y extranjeros).
Recuerda tantas horas que en este
rancho dedicó a pensar, leer, fumar, escribir; aquella vez de los treinta y dos
días encerrado, limpiándose como ahora en este primer día de otra etapa, donde como
siempre el camino sigue en medio de bifurcaciones.
La misma interrogante - ¿En quién confiar viviendo en un
conglomerado de estrechez mental y brillantez arpía? - No. No es resentimiento,
ni frustración, ni nada de esos calificativos o paranoias - Es la pregunta
básica, tanto como la respuesta: Confiar en uno mismo.
Es irreversible la hecatombe social -
lo sabe sin que se le altere el sistema nervioso, pues el temor a la muerte
nunca le fue inculcado. Por eso soslayó cuando estuvo sotierro luego de terremoto
o agredido por proyectiles durante la épica bélica negocio de unos cuantos. Sólo quiere seguir viviendo como le
place… hasta el último hálito.
Restringida la libertad, queriendo
persuadirte con alianzas, los sesgos persisten, predomina adquirir superioridad
financiera, el caos roda firme destruyendo a su paso las ruinas de este
territorio. Habitantes emigran, unos sin desear retorno y otros añorando
cambios para cuando regresen jubilados.
Nace deseo de huir de Nicaragua,
olvidarse de luchar, viajar esperanzado en una vida superior emocional,
creativa, formadora, y económica. - ¿Piensa abandonar esta nación donde
circunstancialmente nació? ¿Una cultura con la cual no se identifica? ¿Una sociedad
incompatible? ¿El país donde nada tiene que ganar ni perder?
¿Vive su declive?
No leeremos respuestas.
Queda dormido con la pipa apagada en
el pecho, mientras escucha blue acompañando el chirrear de los ganchos que
sostienen la hamaca y su presente.
15 diciembre 2015, a media noche.
Los Módulos - Pancasán, ciudad Matagalpa.
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