N
|
o es fiable para la mayoría de nicaragüenses la negociación política entre
el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), que predomina en la Alianza
Cívica por la Justicia y la Democracia, y el gobierno Ortega Murillo.
Entre COSEP y FSLN privan intereses económicos, son socios mercantiles en
peligro de ser enjuiciados por delitos financieros en el ámbito internacional y
nacional.
Muestra es el rechazo al acuerdo del 20 de marzo en cuanto a brindar al
gobierno un plazo de 90 días como máximo para la liberación de más de 800 presos
políticos, mientras la consciencia social exige inmediata libertad de todos.
Los gobernantes son reprobados por diversos organismos con influencia en el
planeta, debido a la represión, que incluso presentan pruebas de crímenes de
lesa humanidad, personas desaparecidas, capturas y juicios ilegales, torturas a
prisioneros políticos, golpizas y robos de policías y paramilitares a
ciudadanos y reporteros.
Las negociaciones, o diálogos, han sido históricamente para firmar acuerdos
que favorecen a cúpulas, repartidera de cuotas de poder e influencia en el
Estado, perdón y olvido de asesinatos y corrupción. Por eso, la sociedad
vigila, acusa, se niega a aceptar arreglos que faciliten la continuidad de un
sistema regido por deshonestos y represores.
A todas luces, el Frente Sandinista, bajo la conducción del matrimonio
Ortega Murillo, no logró aumentar su cantidad de simpatizantes, aun con el
poder absoluto y miles de millones de dólares -provenientes de Venezuela- para
asistencialismo social.
Aun cuando oficialmente -y hasta especialistas- minimizaban el descontento
de la sociedad nica por asuntos políticos, la rebelión de abril del año pasado
fue la respuesta a gobernantes que oprimen a la mayoría y se enriquecen
ilícitamente.
Desde entonces, en las marchas cívicas, el grito principal fue que “se vayan
del poder”, “de que se van se van”, “que abdiquen”, que “adelanten elecciones y
sean super vigiladas” con nuevos magistrados u organismo que organice los
comicios, y “que paguen por los crímenes cometidos”.
Se rompió, al fin, con la aceptación del modelo político creado desde el
inicio de la etapa poscolonial aún no superada. El caudillismo perdió la imagen
del benefactor patriarcal, el dictador es aborrecido y probablemente
enjuiciado. Inicia esta etapa con muchas exigencias cognoscitivas y reflexivas para
construir justas relaciones de poder, la democracia.
Es tal la indignación nacional que miles de personas solicitan proscribir
al partido rojinegro expulsado de la socialdemócrata Internacional Socialista,
así como erradicar al ejército y la policía con mandos militantes del FSLN.
Es posible que el matrimonio Ortega Murillo quiera imponerse con las armas
de guerra, la fortaleza de sus seguidores ha sido inculcada con ese valor
bélico por encima del analítico o el cívico, se dedican a ovacionar las
decisiones presidenciales; tal vez habrá quienes renuncien a continuar
respaldándolos porque les han mentido y liberarán a quienes acusaron de “terroristas,
golpistas, asesinos de militantes” orteguistas.
Las personas que defienden al matrimonio temen perder sus propiedades
rurales y urbanas, inversiones empresariales en todos los ámbitos de la
economía, y los empleados estatales y municipales su pobre o rentable empleo
asalariado. Un nuevo gobierno investigará la corrupción y el nepotismo.
El pacto entre cúpulas, por donde se analice, no conviene al país ni la
mayoría de la sociedad lo respalda. Lo que encaja es la transparencia y la
justicia, nada de inmunidad e impunidad, urge edificar las bases para la democracia
participativa. El primer paso es la inmediata liberación de presos políticos y
respetar derechos humanos, eso demanda la sociedad inconforme con este sistema
feudal.
Jueves 21 marzo 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario