Quince policías
empuñando armas de guerra a la altura del pecho, vistiendo uniforme azul
oscuro, tan oscuro que recuerdo la película Los Ninjas asesinos;
siete policías luciendo camisa celeste y pantalón azul; unos diez
paramilitares, con armas cortas de fuego escondidas en su cintura, asechando.
El sábado 30 de
marzo, el Movimiento Cívico 19 de Abril convocó a una Sentada, rápido en las
afueras de catedral, a las dos de la tarde. Llegué a la una y diez minutos, en
un ambiente de 32 grados centígrados aproximadamente, y observé la escena descrita,
en la acera frontal del Colegio Diocesano San Luis Gonzaga donde se desplegaron
los armados, frente al templo.
Personas en
vehículos y a pies transitan temerosas. Se alejan quienes pretendían participar
en la demanda de libertad para presos y presas, la salida del gobierno, y la
creación de un sistema democrático. Desconfían, evitan una posible golpiza o
ser llevados a prisión.
En el parque
Francisco Morazán, alrededor del quiosco, se realiza una feria comercial
promovida por el gobierno, productores y empresarios pequeños ofertan comida
nica y variedad de mercancías; en el bullicio pareciera un día normal, pero desde
la esquina noroeste percibo la tensión; el oficialismo continúa llamando
terroristas, vándalos, borrachos, drogadictos, a quienes se oponen a la
corrupción y represión.
A las 2:28 un
grupo de veinticinco personas, la mayoría mujeres, casi todas cubierto el
rostro, por la puerta frontal de la iglesia sale cantando Nicaragua
Nicaragüita. Gritan “No tenemos miedo… no tenemos miedo” “Libertad para los
presos políticos” “Si este no es el pueblo… el pueblo dónde está… el pueblo
está en la calle demandando libertad”, agitan banderas azul y blanco.
Caminan
dirigiéndose hacia la izquierda, bajan las gradas y se sientan en la esquina suroeste,
en la Plaza Juan Pablo Segundo. Paramilitares se acercan filmando con
celulares, otros rondan el edificio, varios policías hacen la v con los dedos,
que no es la v de la victoria, sino la señal del FSLN para indicar que estás con
ese partido, en la electoral casilla dos, y con DOS: Daniel Ortega Saavedra.
Minutos
tirantes, en cualquier momento paramilitares o policías pueden disolver al
grupo atacando con golpes y culatazos, pueden encarcelarlo, y hasta podrían
disparar, ese ha sido el proceder gubernamental. Sin embargo, los
manifestantes, sin morteros, ni garrotes, sólo gritando consignas desafían.
Luego que los participantes
se retiran al interior de la iglesia, cuatro personas afines al gobierno
entran, toman fotos con mal disimulo. Quienes están adentro los reconocen. Una
señora que combatió contra la Guardia de Somoza cuenta: “En aquellos tiempos a “los
orejas” (que eran los soplones ahora llamados sapos) los sandinistas los agarrábamos
y ajusticiábamos, la diferencia ahora es que los chavalos y chavalas no quieren
actuar así.”
Desde el 11 de
agosto del 2018, cuando paramilitares del gobierno dispararon en la calle
frente a la alcaldía, los ciudadanos reclamantes no habían organizado protesta
grupal, hasta que los pasados sábado 16, 23, y 30 de marzo se autoconvocaron en
catedral para expresarse veloz.
Ese grupo venció
al terror, no los amedrentan ni los golpes, ni las balas, ni la cárcel.
Declararon seguir firmes en sus demandas, siendo prioridad la liberación de
prisioneros políticos.
Para mí fue
incómodo trabajar. Estaba alerta ante la posibilidad de que algún simpatizante
del gobierno pretendiera arrebatarme mi cuaderno de anotaciones o amenazarme
porque escribo crónicas. Pensar y escribir sigue siendo peligroso.
Lunes 1 de abril
2019 – 10:46 a.m.
Matagalpa
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