La reiterada hostilidad de Ortega mantiene angustiada a la sociedad que desea vivir en paz, trabajar implementando sus capacidades, y progresar. Creo que nada más aquellos que no pueden valerse o menosprecian las habilidades intelectuales o laborales son quienes comparten y participan en la barbarie.
Aunque es posible, también a ciertos profesionales danielistas les encanta la violencia para sacar el adefesio que mantienen en el subconsciente o en la intimidad de sus relaciones, en la memoria de sus frustraciones o en sus aspiraciones de superioridad.
Un ser violento desconoce el potencial de la razón, por tanto es incapaz de dialogar y consensuar considerando la diversidad de ideas y aspiraciones para construir la sociedad anhelada por nicaragüenses que arriesgaron o entregaron su vida por la justicia social y su principal exponente: la libertad de pensar y actuar éticamente.
Durante casi treinta y un años de vida política pública, Daniel Ortega ha manifestado su obsesión autoritaria, el engreimiento de quien manda para que le obedezcan a ciegas, sin aceptar argumentos que le contradigan lo mínimo. Su habilidad es imponerse, conceder prebendas a servidores fieles a su persona no al partido.
A veces, siento lástima por aquellos sandinistas que contribuyeron a endiosar a alguien cuyos méritos no son relevantes en comparación con otros, con quienes se entregaron a la lucha revolucionaria convencidos de que los cambios en las relaciones de poder eran necesarios para vivir en equidad.
Sin embargo, me convenzo que no debo sentir pena por aquellos, pues las equivocaciones son superables, y muchos sandinistas combatientes han reflexionado y son capaces de argumentar conscientes de que la violencia política solamente está justificada como método de lucha para defenderse de agresiones militares.
Pero no estamos en guerra, y más bien queremos convenios políticas en beneficio de la sociedad empobrecida. Si Daniel Ortega manifiesta que la oposición boicotea la gestión gubernamental su deber es explicar a la sociedad, con argumentos y no con ofensas, amenazas, y agresiones físicas.
El sandinista, por principios, convence con palabras y actos, es consecuente, no demagogo ni manipulador. Sin embargo, vemos en Ortega y sus seguidores la promoción de valores antisociales, los mismos que llevaron al pueblo a levantarse en armas, múltiples veces, contra la dictadura somocista.
No es posible aceptar acciones violentas contra opositores, la mayoría de la sociedad rechazó esos actos y se rebeló, contra la dinastía Somoza, primero, y contra la Revolución Popular Sandinista, después.
Debe ser que Ortega no experimentó esos malestares de rebeldía callejera. Pero, aún cuando no haya sido partícipe, la historia demuestra que este pueblo nada más ha optado por la sublevación porque no tiene posibilidades de reclamar cívicamente.
La violencia política genera violencia. Además incide en el estado de ánimo de las personas y se refleja en los hogares y en el trabajo. Una de las causas de nuestra miseria es la discordia, la falta de respeto a la diversidad de opiniones. Por eso en esta sociedad la agresión es permanente. Las estadísticas reflejan el martirio de mujeres e infantes. Aunque aún divulgamos muy poco el acoso que viven los empleados públicos.
La reciente batalla con piedras, morteros, pistolas, entre estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma, en Managua, muestra episodios que pueden provocar la muerte a quien piensa diferente. Ellos son producto del ejemplo que brindan los políticos para dirimir desacuerdos.
Daniel Ortega con ese discurso cansado, reiterativo, ofendiendo, alimenta conceptos y actitudes en perjuicio de la sociedad. Siempre ha sido así. Jamás, que recuerde, ha emitido orientaciones para el análisis y contribuir a convertir nuestra cultura retrógrada.
Hey hermano Sergio, como estas donde te has perdido.
ResponderEliminarEs bien acertado tu escrito como siempre, la verdad es que el FSLN dejo de ser lo que fue antes del 19 de j del 1979. Por su parte Daniel no es politico precisamente por lo que tu afirma, no tiene argumentos que demostrar a la sociedad, si por el contrario tuviera capacidad politica o al menos entendiera en si que es la politica, su actuacion sería conforme a la de un hombre con conocimiento otonlogico, con principios verdaderamente revolucionarios. Quitale a los miles de hombres armados que tiene divididos como policias, ejercito nacional, seguridad de estado quienes actuan ilegalmente, pero que actuan silenciosamente, y a los CPC veras a un Daniel a como se ven a los miles de tiranos cuando no tienen proteccion de un ejercito creado a su manera.
William Noguera Sotelo