viernes, 24 de agosto de 2012

La seguridad presidencial nicaragüense

Foto que le tomé a Daniel Ortega, en Matagalpa (2003)


Inmenso y avasallante el aparato de seguridad de Daniel Ortega; le vi en el hotel Holiday Inn el miércoles 15 de agosto, donde me encontraba en el Foro Nacional de Periodistas, organizado por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEP) que me invitó a exponer: “Discriminación en el periodismo nicaragüense”.

Hombres luciendo camisa blanca y pantalón negro, y policías uniformados controlaban los pasillos sin permitir utilizar los servicios sanitarios cercanos a los salones de sesiones, ni salir al patio a fumar cigarrillos y conversar en receso.

El primer irresponsable es el hotel, pues no debió alquilar, prestar o ceder, si sus clientes, que están pagando comodidad, van a sufrir limitaciones y malestar en su estadía; el otro es la seguridad personal del mandatario, pues con el nerviosismo con el cual actúan, que los conduce a una conducta imperiosa, no debería exponer a los ciudadanos en un lugar inapropiado para actos políticos.

Pero, al parecer, el propósito es demostrar el poder del mandatario. Una joven, de las asistentes al foro, fue impedida de ingresar al hotel, sufrió nervios y llanto. Otras personas fueron obligadas a aparcar sus vehículos en lugares más apartados en el edificio.

La tensión aumentó cuando el crepúsculo. Quienes participarían en el congreso del FSLN, luciendo camisetas, se abrían paso escoltados por policías. Prácticamente no podías salir de los salones de reunión, y los huéspedes ingresaban con dificultad al hotel donde habían reservado o estaban alojados pagando una buena suma de dinero.

Cuando culminó nuestro evento, presionados por el personal de seguridad salimos del hotel para abordar un microbús. Caía llovizna, y nos obligaron a desplazarnos por la zona de parqueo en los extremos de la calle central de ingreso al hotel.

La Pista de la Resistencia, la principal de Managua, estaba atestada de policías sonando el pito, insistentes, detenían el tránsito vehicular, múltiples sirenas se escuchan en las afueras, anuncian el paso de la caravana.

En el parqueo, los policías se muestran más nerviosos, y hombres vestidos con camisas azules detienen a transeúntes del andén en las afueras del Holiday Inn.  La ruidosa comitiva ingresa al escenario, soldados de tropas especiales saltan de una camioneta y se ubican a diestra y siniestra empuñando sus fusiles de asalto.

Veo al matrimonio presidencial en el Mercedes Benz, Rosario sonriente saludando con la mano y Daniel tras el volante, diecisiete vehículos les escoltan. No puedo tomarles foto, la cámara dejé en el microbús debido a la llovizna. Impresiona ver semejante caravana, el nerviosismo y la pedantería.

A mediados del año 2003, en Matagalpa, era la última vez que estuve cerca de Daniel Ortega, en el tiempo cuando Rosario no figuraba. Llegó caminando por la avenida José Dolores Estrada, rodeado por una escolta policial prudente, tanto que sus simpatizantes lo tocaban, le halaban la camiseta, se le guindaban de la cintura, las mujeres le besaban, chineaba y se tomaba fotos con la gente y los chigüines.

Recuerdo en la década de los años ochenta, en guerra jamás vi un despliegue de seguridad personal como ahora, ni estando la Dirección Nacional en pleno reunida con sus cuadros en reunión de trabajo o en un festejo protocolario. Lo recuerdo perfectamente, el complejo habitacional de Daniel, por ejemplo, si acaso una o dos veces fueron,  nada más, aplicadas medidas extremas.

Me sentí bien cuando, en aquel entonces, veía la caravana de Daniel: tres Jeeps, manejando él uno; también cuando él salía a correr y la gente lo encontraba. En esa época en Puerto Cabezas,  Daniel Ortega caminaba y se reunía con personajes de la comunidad, varias veces le recibimos. Aunque Daniel nunca ha sido mi líder, le reconocí ese actuar.

Pero, era igual con la mayoría de miembros de la Dirección Nacional, los cuerpos de seguridad trabajaban eficaces sin tanta visibilidad, más bien evitaban una escena de seguridad personal que reflejara algún descontento del pueblo, o temor de la dirigencia, mucho menos ostentación de poder con escolta personal, la ostentación de poder político fue mostrar autoritarismo.

Daniel sigue autoritario, nada nuevo, pero antes no le vi protegerse tanto como ahora.

*Autor del libro: Reflexiones críticas desde el sandinismo.

1 comentario:

  1. Tienes mucha razon en lo que aseveras sobre el despliegue de personal de seguridad que rodea hoy en dia al presidente Ortega, y es un elogio para mi leer lo que escribes sobre la escolta en los años 80s porque yo soy uno de los escoltas retirados del Cmdte Ortega, pero que pasa?, es que en aquellos tiempos fuimos preperados profecionalmente en seguridad personal en diferentes paises como Cuba, Rusia, Union Sovietica y Alemania, en donde se nos enseñaba sobre todo el respeto a civiles, escuelas que sin miedo a equivocarme, no reciben hoy en dia los nuevos escoltas que se encargan de la seguridad presidencial, un saludo para ti Sergio.

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