· Se respetan a sí mismos y a los demás.
· Opuestos a la violencia y discriminación.
· No hay directivos, ni estatutos, ni carné de membrecía.
· Aparecen en múltiples actividades desafiando al sistema.
Sergio Simpson
Son rebeldes. Desafían conceptos y conductas opresoras. Promueven y defienden los derechos humanos, sexuales y reproductivos, la participación ciudadana, el liderazgo joven y la inclusión sin discriminación.
Se les encuentra en muchos eventos: marchas y carnavales de protesta, denunciando al sistema, creando propias expresiones de inconformidad; en los salones se les ve activos y activas, organizando, analizando, criticando y proponiendo; se destacan por su versatilidad de utilizar diversos métodos y medios de comunicación social estimulando el auto aprendizaje y el conocimiento, la reflexión y la acción.
No me pudieron decir cuántos son sus integrantes, no están organizados en estructura, no hay directivos, no se debe llenar ficha o expediente para ser agente de cambio, se oponen al mando, la imposición, toman decisiones colectivas, a veces se reúnen unas cincuenta personas otras sólo seis, o treinta.
Están llenos de iniciativas individuales, pasiones, energías, son personas entregadas a corregir sus deficiencias y fortalecer sus cualidades y calidades humanas, la mayoría sino toda ha sido víctima de más de una ofensa verbal y física, exclusiones y limitantes impuestas por la sociedad, por eso son incluyentes.
La mayoría que iniciaron son jóvenes, se fueron agrupando por la coincidencia de sus ideas y esperanzas, y se han venido manifestando públicamente, copando espacios, engrandeciendo su presencia individual y colectiva.
Sus reflexiones permanentes los llevaron a la conclusión que no debían llamarse “Jóvenes Agentes de Cambio” sino solamente “Agentes de Cambio”, para ser consecuentes con su propuesta de inclusión “toda persona es un agente de cambio”, no quieren estereotipo.
Primero conocí a Oralia, abogada, Alfredo, sociólogo, y Jasser, trabajador social, menores de treinta años. Les veía en calles, talleres, conversatorios, actividades culturales y recreativas, en mi computadora, por todos lados, exponiendo sus ideas, con argumentos, algunas veces denotando nervio y otras mucha seguridad.
Coincidimos en presencia y testimonio, iniciamos una amistad conceptual, conversamos partiendo de interrogantes buscando respuestas, siendo cómplices en la necesidad de transformarnos cada día y contribuir con la mejoría de la sociedad.
Para escribir sobre el grupo, primero me reuní con Oralia González Sovalbarro, Alfredo Ocampos, y Jasser Morazán, asistimos puntuales a la cita, y en algo tan sencillo me reafirmaron su visión de cambio: romper la tradición de llegar tarde a los encuentros.
El trío, como experiencia individual y colectiva, ha sido voluntario o asalariado, en diferentes organismos no gubernamentales, ha expresado sus conceptos desde la óptica profesional y humana, ha sufrido exclusiones, pero las ha vencido en la continuidad de sus expresiones y actos, y se ha ganado el apoyo de algunos.
Autónomos y libres de presiones
“Somos autónomos, respetamos la individualidad, no queremos apoyo condicionado” me contesta Oralia cuando indago sobre el financiamiento de sus múltiples actividades. El planteamiento surge precisamente por la supresión de sus derechos humanos y se niegan a continuar siendo desplazados.
Alfredo agrega: “como somos hombres y mujeres excluidas, hacemos un ejercicio de reflexión para la consciencia social”. Él ha sido víctima de “los resabios, limitado en hablar”. Por eso el movimiento aglutina a quienes desean vivir “sin sometimiento”.
Mientras Jasser me dice: “no soñamos con ser ONG, tenemos ideas y queremos transmitirlas, creamos nuestros propios espacios”. Él se define como “alma libre, no cabe en normas convencionales, soy un revolucionario que actúo y pienso sin pretender quedar bien con alguien”. Organiza actividades más por consciencia que por labor salarial.
Oralia me cuenta que ha trabajado en diversas organizaciones, pero “es insoportable no poder decidir, ver el centralismo, personas en cargos vitalicios, no es el supuesto altruismo sino un modus vivendi”. En Agentes de Cambio “digo lo que me da la gana, hacemos radio, teatro, televisión, me siento coherente”.
Igual experimentaron Jasser y Alfredo, y en el movimiento “no deseamos tener jefe, ni nadie humilla a nadie”, se oponen a ser reproductores de vicios propios de relaciones de poder, debe ser por ello que organismos gubernamentales y algunos ONG no han querido recibir sus propuestas de acciones conjuntas.
Agentes de Cambio es antagónico a tendencias partidarias e incoherencias entre lo que se manifiesta y se practica, entre las personas que se conglomeran interactúan para cambiar, no quieren cometer los errores que critican en los demás, se oponen a segregar o polarizar.
Críticos y sin miedo defienden los derechos
Jasser considera importante “que no se quedan callados”, Alfredo añade “queremos ser nosotros mismos, asumiendo errores y aciertos, somos críticos y hemos logrado espacios por nuestras opiniones”, para Oralia “pensar ha resultado doloroso cuando contradecimos el modelo, por las descalificaciones que recibimos”.
Sin embargo, ese dolor y miedo se ha ido transformando, antes Alfredo “tenía miedo de hablar sobre política, sexualidad, religión, aún con información acumulada”, Jasser se ha sentido “como un tiro al blanco por mi opción sexual y pensamiento… nos acaban cuando hablamos” y especifica Oralia que no se alinean a los conceptos políticos y religiosos dominantes, violentos.
Para que el movimiento avance, muchas de las actividades han sido autofinanciadas cuando han tenido trabajo remunerado, por su profesión; otras son producto de sus gestiones con amistades u organizaciones diversas. Así logran transmitir un programa radial dominical, de una hora, y otro de televisión todos los viernes, ambos en directo; convocar a un cine foro cada miércoles, y hacer teatro los domingos.
Mario Gadea, graduado en Turismo, docente universitario, se agrupó como Agente de Cambio, en una gira de intercambio comunitario en la zona de Wiwilí, al noroccidente de la Reserva de Biosfera BOSAWAS, cuando tuvieron contradicciones con un grupo de jóvenes del Movimiento Por Nicaragua, con el cual compartían la gira; le indignó la conducta autoritaria y la desorganización de éstos, “y decidí empoderarme, para reclamar, y en verdad compartir con la comunidad” rural visitada.
Confiesa Mario, “nos juntamos convencidos que hay que ejercer cambios”, para realizar su derecho a opción sexual tuvo “que salir del closet” y defenderse de las agresiones legales, religiosas, de la sociedad y la familia, expresándose “por la no violencia, el respeto, y la igualdad de género”.
Ha participado en plantones y marchas, “apoyando cuando hay que unirse”, y en cine foros, talleres locales y nacionales abordando diversos temas, entre otros: descentralización, educación, salud, derechos humanos y participación ciudadana.
Su voluntad de cambio le ha permitido desprenderse “lo que me han inculcado con respecto al pecado y otras construcciones sociales, por ejemplo yo que era de formación católica aun sabiendo mi opción sexual”, ahora Mario edifica su vida y coadyuva para crear “una sociedad que permita la libertad basada en derechos que se puedan respetar y cumplir”.
Pide respeto y entonces respeta a los demás
Me revela uno de los ejemplos aprendidos: “no podía soportar a un transexual, pero me di cuenta que pido respeto, entonces debo respetar, escuchar, comprender, y apoyar”. Así su vida ahora le permite “saber qué es lo mejor”, sentirse bien con sus ideas y actos.
Similares sensaciones y conceptos comparte Isabel Medel, futbolista, estudiante de Ingeniería en Sistemas de Computación.
Desde niña, por influencia familiar, es amante del futbol, y jugadora en la liga de barrio, le encanta porque debe “armar la jugada, ser inteligente, rápida y tener viveza”.
Por sus preferencias ha vivido la exclusión, “es difícil que patrocinen a un equipo de mujeres, pues en algunas personas persiste el criterio “de que el fútbol es para hombres”, pero para ella es su “expresión de libertad”, y aunque el juego es un poco rudo ella juega limpio. No se etiqueta, pero “sería definida bisexual, me gustan los hombres y me atraen las mujeres” otra razón por la cual la pueden discriminar.
Se siente bien en Agentes de Cambio, ella desea incidir “para que vean que existe diversidad, y no somos iguales, con diferentes gustos sexuales e intereses”. Respeta el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y el aborto. Le molesta la discriminación, el machismo, el maltrato a las personas. No sólo cree en el amor de pareja, sino demostrar su “apoyo a los demás sin esperar nada a cambio”.
No desea recompensa, es voluntaria su participación como publicista, editora de videos y fotos, y colaboradora en los programas de Agentes de Cambio, también tocando guitarra.
La dirección es: agentes.decambio@yahoo.com
Con el aporte del Instituto de Estudios y Estrategias Públicas (IEEP) y el Centro de Estudios y Análisis Político (CEAP).
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