miércoles, 18 de julio de 2018

El vandalismo ayer en Matagalpa


Con piedras, garrotes de madera o hierro, los puños, patadas, destruyen. Los veo enardecidos, sudan, descongestionan rabia y dolor, o acaso impotencia.

Espectadores gritan y saltan alegres, rostros felices alientan desbaratar, filmando, divulgando directo.

La determinación es evidente, indetenible. Me recuerda la época de los Somoza, cuando la multitud de empleados del Estado y simpatizante gritaban “No te vas… te quedás” debido a que se pedía la renuncia del presidente. Mientras el pueblo de Nicaragua insurreccionado en las calles.

Ayer arrancaron una gigante lámina metálica con el rostro del matrimonio Ortega Murillo, ubicada al norte del barrio Guanuca. Destruyeron el símbolo extraordinario para una parte de la sociedad, que los idolatran, pero para otras personas es la imagen representando “la maldad, la hechicería, al demonio, a Lucifer”- tal como lo definió una abuela platicona.

Abuelos y abuelas, padres y madres, nietos y nietas, “unidos contra esta otra tiranía… luché contra la guardia pensando en que jamás volvería a ver esto” – me dijo un amigo combatiente contra Somoza en Matagalpa, en la concentración, acompañando a su nieta quien se encuentra entre “agentes del imperio, minúsculos, lacras, delincuentes, derechistas, plagas, ladrones, asesinos”, según los califica la gobierna.

Bastante adultos se han integrado a respaldar a los chavalos y chavalas, viejos y viejas reconocidas, con prestigio de recatadas, ejemplo de familia tradicional norteña, hijos encaves involucrados en revueltas políticas armadas, profesionales éticos, profesores ilustres, trabajadores, personas que exigen un sistema de justicia y democracia.

El tema de los abuelos e hijos, abuelas e hijas, es el rechazo “al gobierno de Daniel Ortega y su señora”, porque las actuaciones “mandando” las comparan con las del General de División, Excelentísimo Señor Presidente de la República, Don Anastasio Somoza Debayle, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, obligado a renunciar y huir en 1979.

Igual señalan a quienes quieren el tradicional provecho político, esas personas que siempre están en la esfera del poder, lo tenga quien lo ostente, buscando la oportunidad de beneficiarse con influencias. Esas mañanas de viejos y viejas, dirigentes y activistas, de partidos añejos, pactos y prebendas, también caducaron.

Estos chavalos y chavalas están decididos a destruir, arriesgando la vida, sin armas, frente a una maquina experta en acciones bélicas, con una estructura militar y el presupuesto de la república.

Estos chavalos y chavalas son obstinados, con energía propia de la edad y los pensamientos filosóficos escuchados desde que nacieron. Crecieron oyendo las historias de lucha por justicia y democracia, contadas por los adultos en su familia, actores o testigos.

Las batallas por justicia y democracia son épicas, sangrientas, múltiples, impregnando de luto y discordias en las familias nicaragüenses. La gente que implora no más asesinatos se une a las demandas razonables. Le gente rebelde no quiere más muertos ni presos ni desaparecidos políticos.

Protestar y caminar aglutinados en las calles, rechazar agresiones verbales y físicas gubernamentales partidarias, colocar barricadas al sur oeste de la ciudad y en la carretera, medio quemar y medio arrancar un vinil del matrimonio presidencial, y contabilizar cerca de 20 compañeros heridos por balas, es en resumen la sublevación vandálica de chavalos y chavalas del Movimiento 19 de Abril en esta ciudad.

Quienes se oponen al gobierno, chavalos y chavalas no desean empuñar armas, eso lo vivieron sus ascendientes, no quieren dictaduras, ni caudillos, ni corruptos. El régimen y sus adoradores, sin embargo, no cambiarán su mentalidad. Su negocio es el poder y la guerra. La cultura del sirviente es la misma. Vivir millonarios y que el pueblo se mate.

Domingo 27 mayo 2018 -  11:54 am

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