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Tomado de internet. |
No ha dejado atrás su mentalidad soldadesca Daniel
Ortega aun cuando no intercambió balazos en los campos de guerra en los años
setenta y ochenta del siglo pasado.
En su etapa senil prosigue incitando a la barbarie entre
nicaragüenses, mantiene una consigna opuesta a las ansiedades pacifistas de la
mayoría de esta sociedad cansada de luto y pobreza, hastiada de corruptos y
represores.
Pueblo con armas es el civil que la recibe del gobierno,
y el que está empuñando fusiles en la policía y el ejército, con licencia para intimidar
con ellas, golpear y matar a opositores que protesten públicamente.
El otro pueblo que desprecia a gobernantes no tiene rifles
ni los anda gestionando. Ese otro pueblo no asalta bancos, ni camiones
comerciales repartidores, ni empresas. Tampoco secuestra para obtener dinero. Ese
otro pueblo desea que se construya la democracia.
En el 2018, algunos de los protestantes cívicos se armaron
para defenderse de las balas gubernamentales y partidarias, no porque fuese su
interés entrar a la confrontación bélica.
La gente adinerada que controla todos los poderes del
estado y se sigue enriqueciendo con cargos partidarios estatales quiere la
guerra, ese es un buen negocio para ellos, la guerra contra el otro pueblo.
Los pacifistas deseamos, vehementes, que predomine la
razón, el entendimiento entre civiles, aborreciendo la criminalidad de quienes
ostentan el poder y erradicar esa cultura arcaica creando sufrimiento a
millones de nicas.
Desafortunadamente, la consigna oficial proclamada el 19
de julio es interpretada así: ¡El pueblo armado jamás será aplastado… aplastará
al pueblo inconforme desarmado!
Miércoles 21 de julio 2021
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