Guillermo Rothschuh y Sergio Simpson. |
En cada uno de sus
libros escucho la voz del Guillermo maestro analizando y explicándonos,
conduciéndonos al conocimiento y estimulando la imaginación. Desafortunadamente
no he disfrutado todos los del último quinquenio, no han venido a este pueblo
donde habito ni yo he viajado al pueblón capitalino para obtenerlos. Razones
sobran.
Mi atracción frente
a sus páginas no es exclusivamente en virtud del vínculo mío con la
comunicación social de la cual él es erudito o ser yo un lector aficionado, también
consecuencia de su habilidad forjada en el magisterio -innegable derivación
genética acompañada del fortalecimiento de caracteres primarios- en su ejercicio
de estudioso: leedor y escribano empedernido.
“¿Qué puedo hacer
para curar esta pasión? Nada me atrae más que leer y escribir.” – se pregunta y
responde.
Confiesa satisfecho: “… he dicho que la lectura y escritura resultan para mí un acto de celebración y catarsis. Ambas poseen poderes curativos. Son tan potentes como el mejor antibiótico y el más reputado ansiolítico. Me libran de angustias, aunque escribir muchas veces resulte angustioso. Me entrego a la lectura para atajar la desolación. Leer es una fiesta. Una interminable fiesta del espíritu.”
Guillermo como
profesor universitario en absoluto se restringió a la cátedra escudriñando a los
medios de comunicación social y el desempeño de periodistas o comunicadores, con
cerca de veinte libros publicados referidos a esa especialidad; ha incursionado
en la literatura por la cual parcialmente resignó las aulas.
He gozado este
compendio de ensayos, pues reafirma su calidad auscultando minucioso a más de
una docena de escritores con impresas magias compartidas. De igual manera ustedes
saborearán cuando lo tengan en sus manos.
La narrativa encanta
perfilando brujos, hechiceros cuyas composiciones intelectuales ejercitan
nuestras neuronas henchidas de emociones maravillosas. Descubrimos o memoramos
a talentosos esgrimiendo diversas técnicas gramaticales, investigaciones
temáticas, recursos imaginarios, intimidades y actuaciones humanas, entorno político
social, entelequias y autenticidades.
Nos compenetramos del análisis de vivencias de creadores con sus taras y perfecciones, extravagancias y envidias, controversias políticas distanciándolos, salen al público disquisiciones circunscribiendo su grandeza a demencia y adicción a sustancias alucinógenas, o influencia infernal efecto de la superstición arraigada.
Conjeturas válidas
o viperinas para quienes establecieron en este orbe a villas y personajes
fantaseados convertidos en axiomáticos, como si viviéramos ahí y les saludáramos,
para jamás olvidarlos y recurrir a ellos periódicamente.
Guillermo
entusiasma mostrando cómo las excelencias son erigidas con empeñoso trabajo
engendrando historias reales-ficticias-reales germinadas para la eternidad por
empapar de placer al leedor, seduciéndolo y atrapándolo; juzga entonces a
quienes desconocen ese regocijo, lamentando: “La inmensa mayoría nunca ha sido
proclive a la lectura. Les provoca escozor.”
Entre los años
sesenta y setenta del siglo veinte surge el Boom de la literatura
latinoamericana para beneplácito de leyentes, es el punto de partida de la expansión
de este continente –de mayoría analfabeta- en el ámbito letrado del planeta y
un negocio próspero con vericuetos revelados ampliamente por Guillermo.
Artistas valientes escriben
espléndido centenas de páginas con vocablo español novedoso, reseñan caseríos y
ciudades del Nuevo Mundo, donde repasamos la urgencia de redimir, salvar,
representar a pobres y reprimidos, evidencian sicología y actos de criminales y
déspotas, sin faltar el desasosiego de exiliados y perseguidos políticos.
Las novelas triunfantes de una América Latina sufriendo predominio de dictaduras, políticos y señores feudales y transnacionales cómplices, cárcel, coerción, persecución y destierro inclusive de pensadores a quienes les prohíben sus legajos y además padecen penurias económicas pero no mentales y jamás claudicaron.
Paradójicamente, en
España el tirano no impidió a las editoriales la divulgación de esas producciones,
retornaron y recorrieron Hispanoamérica –algunas transportadas clandestinas- comenzaron
a traducirse y viajar en muchos idiomas, la mayoría de ellas incitan ánimos
humanistas y rebeldes contra el sistema.
Autores sacudiendo
la existencia latinoamericana no se limitan a la esfera del poder político
económico, igualmente traslucen los corolarios de la desigualdad social: clasismo,
racismo, exclusión debido a predilección sexual.
Se imprimen textos
cuyas historias inverosímiles de personajes sin ser totalmente malos ni
absolutamente buenos, léxico soez y actos irreverentes convulsionan e irritan a
la sociedad hipócrita doble moral, en algún caso la indignación extrema cuando
se relata el nacimiento del diablo en un santo recinto de las Hermanas Pobres
de Santa Clara.
Genios con la pluma
inventan mentiras pareciendo auténticas o develan verdades noveladas,
atrocidades, amores y desproporcionada libido ante el público o entre muros,
describiendo a dignatarios y clérigos.
Inquisición y
asesinatos, jueces pecaminosos, monjes pederastas o con hijos, monjitas
lesbianas, bisexualidad o tríos, soldados pervertidos, nada se les escapa a
esos prodigiosos proyectando hábitos de la “jerarquía social, política y
eclesiástica”.
Todo ese contenido examina
Guillermo profundizando en la grandeza de las letras fruto del rigor con el
cual esos magos con lapicero desnudan nuestra esencia humana y el régimen arbitrario
avasallando a débiles y pretensioso de aplastar a quien no declina su dignidad.
Recapitulé autores
y libros, emanaron mis reflexiones y emociones de adolescente, como siempre
sucede al volver por ellos, fortalecen mis ideales y alimentan la existencia refutando
la barbaridad.
Pero Guillermo no
se encierra en el boom latinoamericano en general, desmenuza algunos polímatas en
particular, también explora otros prosistas y cita innumerables libros, sin
faltar prohibidos relevantes asombrándonos que aún exista la despiadada censura
aplicada por entidades educativas o dedicadas a la producción editorial.
A la par puntualiza
cuan exitosa es la novela policíaca, alimentan la curiosidad centrada en
conspiraciones, crímenes, tensión, suspenso, enigma.
Asimismo acerca de relatos
con ligereza de aquellos ansiosos de publicar y afamarse, creando contenido frívolo
atractivo a una sociedad perezosa mental, subyugada por el mensaje del
consumismo y la propensión a vivir el día a día, quizá hastiada de la crudeza
cotidiana y el entorno secuela de la mafia financiera y el narcotráfico.
Sin faltar este
nuevo contexto influenciado por el uso de la tecnología, las redes sociales, la
rapidez con la cual se reciben los acontecimientos, el repunte del video, audio
libros, periódicos digitales, memes ridículos chistosos sexuados, conllevan
replantearse contenido a publicar y la estructura auditiva, visual, y
filológica.
Intencionalmente no
mencioné a inventores ni títulos, tampoco crean que olvidé la referencia de
Guillermo de otros célebres aludiendo a Rubén Darío, o desistí de ahondar más
en esta ponencia.
He medido el
tiempo, -aun cuando ustedes sean buenos escuchas no deseo fastidiar- conveniente
es finalizar la reseña del libro, pese a mi apego al recordatorio de Guillermo:
Escribir nos salva la vida.
Les dejo a
Guillermo interactuar con ustedes. Nadie mejor que él nos embelesará con: El
embrujo de leer y lo prodigioso de imaginar.
Muchas gracias.
Viernes 14 de junio
2024. Matagalpa.
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