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Niña oliendo pegamento de zapatos. Matagalpa / Sergio Simpson |
No pude resistir. Sí,
confieso que la intención de ser indiferente fue imposible. Estaba tan cerca de
mí, la vi de reojo, evitaba observarla detenidamente aun cuando recibí su fuerte
aroma. Me alteró considerablemente la tranquilidad que me propuse sostener
cuando salí a las calles de Matagalpa.
Fue imposible no alterarme, ella estaba ahí boca abajo, a medio metro. Imaginé su procedencia y su familia, conjeturé las razones por las cuales subsiste de esa manera, la responsabilidad de la sociedad que se ufana de altruista y de quienes podrían por obligación salarial rescatarla de la condena y dejar a un lado las programaciones y gastos banales.
Consciente del trastorno que
me provoca mi impotencia por no poseer facultades para contribuir a salvarla de
esa inhumana vivencia no intenté conversar con ella; no, no me atreví, no soy
poderoso ni he dedicado mi vida para ser adinerado, tampoco autorizado especialista
en afectaciones sicológicas de alto nivel. Más bien por benevolente podría
involucrarme en un conflicto.
Nada más, por ética, disimulando,
como muestra de la verdad que debe erradicarse, la fotografié en el momento que
la niña, de unos catorce años, flaquita con desnutrición evidente, inhalaba la
botella conteniendo pegamento de zapatos, en la banca de cemento donde acostumbra
pernoctar con otros similares.
Sábado 28 junio 2025 / Parque Rubén Darío, Matagalpa. 11.12 a.m.
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Niños oliendo pegamento de zapatos. Matagalpa. |
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