Plantón en Matagalpa. Foto tomada de internet. |
Fueron llegando y alrededor de cien se mantuvieron en la
acera oeste, en la avenida José Dolores Estrada, que atraviesa el centro de la
ciudad, por donde transitan miles de vehículos y peatones. Dos horas de
algarabía y conciencia que pudieron extenderse hasta medianoche o quizá al
amanecer.
Eran más chavalas que chavalos, pocos adultos, demandando,
exigiendo, al gobierno y a la población que salvaguarde los recursos naturales.
Cantaron, rieron, gritaron, llevaron sus carteles escritos a
mano, y discursearon no sólo por el incendio en la reserva de biósfera Indio
Maíz, en el caribe sur, también expusieron que en el norte del país existe
deterioro del ambiente, tala e incendio de pinares, ríos contaminados y con
escaso caudal, cambio climático evidenciado por el calor que ahora predomina en
épocas del año que antes eran nebulosas.
Agarró el micrófono quien quiso, sin programación, y dijo lo
que deseaba, con argumentos y emociones, coincidiendo que no era politiquería
partidaria, sino la demanda de implementar políticas gubernamentales para
salvar a Nicaragua de una catástrofe mayor.
Chavalos y chavalas, hijos y familiares de adultos con
diferentes preferencias partidarias, que se autoconvocaron reflexivos,
consternados ante la barbarie y la indiferencia humana destruyendo su hábitat.
Gente que sonaba la bocina de sus vehículos, apoyando, otros, en sus
confortables máquinas arrugando la cara.
No llegó la policía. Identifiqué a tres agentes de seguridad,
vestidos de civil, dos de ellos con teléfono filmando a distancia. Observé a
dos conductores que pasaron despacio, grabando con celular, y varios
funcionarios del estado viendo de reojo desde sus carros.
Un ex comisionado de la policía, en su camioneta, con la
ventana baja, sonriendo me gritó: Mandálos a trabajar. Al concluir el plantón,
apareció un delegado de gobierno, rumbo a una tienda, me dijo: Hay que
mandarlos a apagar el fuego. Le respondí: Ya estuvieras con los buses, esos
chavalos y chavalas tienen energía y voluntad. No le informé que dos de sus
sobrinas estuvieron ahí.
Ahí también vi a varios hijos e hijas, nietos y nietas, de
antiguos guerrilleros matagalpas, y algunos de ellos llegaron a respaldar, sin
inmiscuirse, la esplendorosa manifestación pacífica, llena de energía,
entusiasmo, y razón, que a los viejos y viejas presentes nos vitalizó, pues
varios coincidimos en que esta generación está mejor, superior cívicamente, lo
demostraron anoche.
Debo felicitar a la gobierna, no sé si por decisión del
matrimonio presidencial o porque los gobernantes locales le explicaron muy
bien, que la confrontación en Matagalpa, agrediendo a jóvenes trastocaría a la
sociedad citadina, la cual podría reaccionar igual a cuando la dictadura
somocista acorraló a los chavalas y chavalas.
Jueves 12 abril 2018
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