viernes, 27 de noviembre de 2015

Declive humano reversible



¿En quién creer? – piensa balanceándose en la hamaca de la derruida casa vacía, donde se encuentra meditando, entre nieblas de incienso.

No se trata de orientación sexual, ni color de piel, ni clase social, ni otros estigmas discriminadores, es sobre la ideología de la especie humana que domina el planeta: La concepción de poder – en eso cavila.

Un cuarto de siglo atrás él deja de frustrarse, observa con más detenimiento conductas y detalles, equilibra emociones igual que pisando cuerda floja, desprende totalmente el sentimiento de posesión, libera antiguas culpas surgidas en el libertinaje, crea su proceso de liberación e independencia – y aún se pregunta si nada más creer en sí mismo, aislado de la vía ordinaria por donde transita la normalidad.

El fuerte sobrevive, hábil y bandido, bandido hábil, hábil bandido – está convencido de esa combinación que aquél no puede dejar de expresar en la vida, ese humano del entorno así aprendió, no asimila, ignora, no cree en otra manera de relacionarse, ansiedad del débil por ser fuerte.

Disfrutando silencio en soledad, tras el desalojo judicial de intrusos que pretendieron fortaleza tratando de robarle su especio, en su memoria transitan escenas de imperio de uno o una sobre otro y otra, no importa raza, sexualidad, religiosidad, clase, el patrón de conducta les identifica y evidencia avaricia en el consumo, poder obtener y mostrar, pretensiones superiores, voces y golpes erigiendo y nutriendo conceptos y etiquetando siluetas.

Esa estructura mostrando polillas en el techo falso, que de nuevo lo alberga durante las reflexiones, es resultado de su experimento libertario, facilitándola para que otros puedan subsistir en miseria. Él no responde a las amenazas para silenciarlo ni se alinea al mando superior del capital y el Estado.

Invariable el Estado en sus funciones, lo ha comprobado en andanzas, con varios gobiernos, de diferentes ideologías, que se han calificado liberal, revolucionario, marxista, demócrata, o socialista cristiano – sin mayores diferencias y similares resultados:  con dinero del erario se vuelven millonarios los gobernantes.

Reiterar esa conclusión, casi sexagenario, no le causa estupor, el conocimiento es producto de convivencia y estudio en el terreno, en esferas de bonanza y desventura, en el país la variante ha sido mínima: unos gobernantes más rapiñas o igual que otros, unos habitantes educados para servir y copiar, en escala imitar a sus ídolos benefactores en el pódium hasta donde éstos lo permiten.

El chirriar del gancho metálico en el cual se balancea la hamaca, el tufo de cañerías y habitaciones, hollín en  paredes, grasa en piso, retrete curtido, puertas heridas, acompañan la imagen de un hombre en la dicotomía de la ruta: sostener la independiente libertad de expresarse o encogerse en el vaivén del sistema.

Necesita decidir pronto, esta sociedad – asegura – no va a cambiar fácil, ni en cinco siglos alcanzará otra cosmovisión de su existencia (si acaso perdura la noción de patria en este territorio y no lo rigen grandes inversionistas nacionales y extranjeros).

Recuerda tantas horas que en este rancho dedicó a pensar, leer, fumar, escribir; aquella vez de los treinta y dos días encerrado, limpiándose como ahora en este primer día de otra etapa, donde como siempre el camino sigue en medio de bifurcaciones.

La misma interrogante  - ¿En quién confiar viviendo en un conglomerado de estrechez mental y brillantez arpía? - No. No es resentimiento, ni frustración, ni nada de esos calificativos o paranoias - Es la pregunta básica, tanto como la respuesta: Confiar en uno mismo.

Es irreversible la hecatombe social - lo sabe sin que se le altere el sistema nervioso, pues el temor a la muerte nunca le fue inculcado. Por eso soslayó cuando estuvo sotierro luego de terremoto o agredido por proyectiles durante la épica bélica negocio de unos cuantos. Sólo quiere seguir viviendo como le place… hasta el último hálito.

Restringida la libertad, queriendo persuadirte con alianzas, los sesgos persisten, predomina adquirir superioridad financiera, el caos roda firme destruyendo a su paso las ruinas de este territorio. Habitantes emigran, unos sin desear retorno y otros añorando cambios para cuando regresen jubilados.

Nace deseo de huir de Nicaragua, olvidarse de luchar, viajar esperanzado en una vida superior emocional, creativa, formadora, y económica. - ¿Piensa abandonar esta nación donde circunstancialmente nació? ¿Una cultura con la cual no se identifica? ¿Una sociedad incompatible? ¿El país donde nada tiene que ganar ni perder?

¿Vive su declive?

No leeremos respuestas.

Queda dormido con la pipa apagada en el pecho, mientras escucha blue acompañando el chirrear de los ganchos que sostienen la hamaca y su presente.

15 diciembre 2015, a media noche.
Los Módulos - Pancasán, ciudad Matagalpa.

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