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| Foto tomada de internet - Matagalpa 2018 |
Esencia de la vida. Unos se alimentan de
otros, unos mandan a otros, unos viven mucho mejor que otros.
Se
dice que el más fuerte vence, no necesariamente el más fuerte es sabio, pero
puede ser más rudo e inteligente: domina a los demás.
Siglos
antes de la colonización “las tribus” guerreaban entre sí para establecer sus
predominios, en este territorio llamado ahora Nicaragua.
La
historia es: Bastante nicas pelearon contra españoles y criollos, se agarraron
a balazos entre mestizos, se enfrentaron a marines de Estados Unidos, a la
Guardia Nacional, al Ejército Popular Sandinista, a los diferentes grupos
armados de la contrarrevolución.
Miles
de personas se han dispuesto a matar o morir. Desconocían otro método para
dirimir diferencias y en sociedad fortalecer sus habilidades, con iguales
derechos y deberes.
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| Mural obra de Eduardo Rodezno. |
El cruce genético de tribales y
colonizadores de ralea no demostró superación humana, los derechos de los
nativos fueron negados:
“Prohibieron
las costumbres; en el pacífico les robaron casi todas sus tierras,
esclavizados, asesinados; en el centro norte la comunidad indígena Ulúa
Matagalpa batalló varias guerras de resistencia para defender sus posesiones y
los mermaron; en el caribe nica compañías extranjeras se lucraron con las
riquezas naturales de la selva usurpando la propiedad comunitaria.”
Originarios
de la moskitia y campesinos de las montañas segovianas se sublevaron debido a
las arbitrariedades cometidas por sandinistas, el pueblo Monimbó se atrincheró,
en los años ochenta del siglo pasado: hubo guerra civil.
Los
gobernantes “tienen
la maldita maña”
de matar a los opositores, robarles sus bienes; los opositores agarran las
armas y si ganan la batalla gobiernan similar a sus contendientes derrotados,
gozan del botín y reprimen.
Sin
embargo, ahora se evidencia que la cultura de matar o morir ha perdido
influencia en la mayoría de nicaragüenses, es detestable esa concepción
infrahumana.
Martes
21 julio 2020
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