miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cuento de Oscar Terán Dubón

¿Y…S I H U B I E R A S I D O?

El abuelo reflexionaba sobre el cambio de hora que se avecinaba en este país, que le había dado albergue, tranquilidad, éxito, pero sobre todo, más vejez. Había soportado el cambio de ambiente, de costumbres, de gente, de idioma, de clima, de flora y fauna. Su mente y cuerpo aceptaron los trastornos que al principio, le causaron los cambios de la fresca y florida primavera, al calor sofocante y relativamente lluvioso del esperado verano, que a su vez, en pocos meses convertiría el verdor de las hojas de los árboles , en dorados colores, cuya belleza moriría al caer al suelo y degenerarían en la tierra que les dio origen, o serían deshechadas con desprecio en toscos basureros. Esas moribundas hojas abandonaban las ramas quienes fueron su sustento, las dejaban vacías, sin obstáculos visuales, tristes, desnudas, a la espera de un nuevo ropaje que las engalanen. El Otoño ha preparado a la naturaleza, a la llegada del frío invierno, que distanciará los árboles al poseer infinitamente menos hojas, que desprenderá ramas al violentarse sus vientos, que evitará la multiplicación de las flores al imponer un férreo natural control de reproducción, pues no habrá polinización al matar o alejar a los amigables insectos que transportan el origen de sus vidas.

La fauna terrestre, conejitos, zorros, ganzos silvestres y otros, estará ocupada en su sobrevivencia y desaparecerá de nuestra vista. Los pájaros y aves mayores se cuidarán del frío y asegurarán su sustento ya sea en la protección de sus rústicos hogares o migrando temporalmente en busca de su natural convivencia.

Los vecinos, amigos y familiares, se saludarán con infrecuencia, correrán a sus trabajos, volverán ansiosos a sus hogares en noches más oscuras y juveniles, que impedirán la cercanía, el saludo verbal o manual con los vecinos, el “ How are you” tradicional, el observar la prosperidad de las plantitas y flores alrededor de nuestros hogares, el ver correr en nuestros patios los mismos o nuevos animalitos. Entraremos presurosos a nuestras casas a calentar nuestros cuerpos.

El abuelo pensaba en el cambio...-¡ qué extraño todo ésto !, lo he visto por años y sigue igual, algo se acaba, otro algo comienza para morir en el mismo momento, que otro momento le da espacio a una nueva condición, que exitará al nacimiento de quien habrá de sustituirla y esta última a su vez, cerrará el círculo con su muerte, al darle inicio a ese algo que se acabó primero.

-¡ Oh !- murmuró el abuelo, -parece que mi pensamiento me está llevando a mi inicio, a mi antes, a mi no partida Y A LO QUE HUBIERA SIDO de no estar en este presente. No estoy seguro del presente, menos del futuro, ¿ es acaso igual a destino ?, ¿ igual a horóscopo ?. ¿ El movimiento de mis pensamientos harán realidad el tiempo, o el tiempo tiene que mover mi cuerpo, mi razón, para que mis pensamientos, mis dudas, mi presente, mi antes, mi después que aún no lo concibo, se conviertan en realidades cognoscitivamente tangibles ? .

El abuelo estaba exhausto, perplejo, tímido en sus respuestas que no tenía, para contestar a sus propios pensamientos.

Mejor, se dijo - haré una pausa para seguir pensando,- mientras consultaba con fijeza el mediano calendario que tenía sobre la pared de su incómoda oficina.-¡Está cerca !, ¡ está cerca !- se dijo,- se terminará el Otoño y entrará el Invierno, pero los hombres prepararán ese cambio, jugarán con el tiempo y por supuesto con el movimiento de la naturaleza, con el movimiento de sus propias vidas.

Estamos al inicio de Noviembre y moverán la hora. El abuelo reconoció que no pudo prolongar el reposo de sus pensamientos, de sus reflexiones, que no se subordinaron a la orden de la voluntad del anciano, para extasiarse, frenarse, quedar impávidas, extáticas, no moverse, cuando el tiempo exigía movimiento. En pocos días, 7 de Noviembre, habría cambio de hora, a las dos de la mañana todos los relojes se cambiarán a la 1.00 a.m.

-¿ Pero qué es ésto ?- meditó con admiración el abuelo, -los árboles y hasta los animales no sentirán el cambio, dichosos, son apenas sensitivos, pero para nosotros ¿ qué será ?, ¿ acaso lo que pasará a las dos de la mañana del 7 de Noviembre lo viviremos a la 1.00 a.m. ?. ¿ O ese presente que estaremos viviendo a la una, lo moveremos para vivirlo a las dos ?. ¿ Qué es esto del tiempo y del movimiento ? - se preguntó el abuelo sin entender su propia pregunta.

Pensó nuevamente en el ayer, en su presente, en ¿ y… si hubiera sido ?, como queriendo haber caminado por otros rumbos, pensando que si hubiera transitado por otras veredas ¿ hubiera sido su presente el mismo y su futuro sería consecuencia, efecto, de su causa presente o de su causa de si no hubiera sido ?.

El abuelo estaba cansado, cada vez se le acumulaban más preguntas, de las que no sabía a qué o a quién recurrir para acercarse lo más posible a una contestación correcta. Lo asaltó un nuevo pensamiento: -¿ y el futuro ? ¿ irá atrasado una hora en este venidero año, o viviremos una hora con el presente detrás del futuro que se nos adelanta ?. Pero el futuro nos dirá : no se preocupen, yo sé lo que tengo que hacer, mi camino está trasado. Entonces ¿ el futuro es lo mismo que el destino ?, ese ente invisible que está definido desde nuestro nacimiento. ¿ Es un horóscopo que presagia por adelantado lo que nos pasará ?. ¿ Es una predestinación sabia de un ser superior ?.

El abuelo estaba solo, callado, meditabundo, sintió sueño que le hizo inclinar hacia abajo la cabeza, pero ese sueño no logró dominar los enredos que producían sus ideas en movimiento y levantando nuevamente la cabeza, fijó sus ojos ahora inconscientemente sobre el día 7 de Noviembre que le presentaba el calendario frente a él.

Foto y texto proporcionado por el autor. Fragmento del cuento.

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