Quisiera pensar que ni vos ni yo
vivimos de esa manera encontrada en la que vivimos,
ni vos ni yo nos cortamos los pulsos cuando los besos no están,
ni vos ni yo dejamos de vivir cuando los suspiros del otro desaparecen
ni vos ni yo
y estamos abatidos desde que amanecemos,
desvelados por esa insistencia en recordar cada detalle,
el olor del cuerpo,
un abrazo perdido,
tu susurro en mi oído,
el latir de ese corazón ajeno y propio
más ajeno que propio, claramente
más tuyo que mío.
Enero 2005
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