miércoles, 1 de diciembre de 2010

Narrativa de Rafael Casanova Fuertes

Soltame a mí y amarrá a este

Las hermanitas López eran unas mujeres excesivamente caritativas, muy cristianas, dejaron gratos y buenos recuerdos en Rivas. Muy bellas, pero se quedaron solteras, dueñas de grandes extensiones de tierras, bienes inmuebles, ganado, ellas eran descendientes de una de las familias mas antiguas y pudientes de Rivas. Además de crear huérfanos y niños pobres, asumieron la caridad de hacerse cargo del cuido de enfermos mentales.

La casona ubicada en el centro de la ciudad donde fue el antiguo Instituto Nacional Rosendo López, fue uno de los centros de abastecimientos más importante del istmo de Rivas durante muchas décadas. Al fondo de la casona estaba una de estas personas, se trataba de un enfermo mental originario de Belén. Chirrín… Chirrín… sonaban las cadenas ante su paso, era un loco agresivo, siempre tenía sus ojos fijos en las personas que compraban y en los transeúntes, por esa razón se justificaban las cadenas.

La casona no solo era un peregrinar de marchantes y clientes sino también de mendigos que siempre encontraban la mano caritativa de alguna de las hermanas López para tenderle una moneda de a centavo.

Aquel día era de mañana cuando ante los barrotes de la casona asomó un mendigo con su indumentaria, una cotona blanca toda manchada y gastada, al igual que un pantalón azulón desteñido lleno de parches, cabeza cana, de piel morena y antes de que terminara de decir, “una limosna por el amor de Dios”, una de las hermanas se adelantó y depositó en su mano una moneda de a centavo, pero lo extraño fue que el limosnero la rechazó “no es eso lo que quiero” le dijo.

Esta bien un momento, le dijo la niña Susana cariñosamente llamada niña Susanita, mientras tomaba un enorme plátano maduro y se lo llevaba pero se lo encontró con la misma respuesta y la expresión negativa del viejo limosnero “no es eso lo que quiero” con cristiana paciencia retornó la hermana y regresó con una libra de arroz y una libra de frijoles empaquetada pero se encontró con la misma respuesta “no es eso lo que quiero”.

Esto incomodó por fin a la caritativa dama que ya enojada lo interpeló: entonces decime que es lo que querés? Para sorpresa de la dama y de todos los presentes el mendigo alzando la voz dijo en voz alta: quiero un plato de comida caliente, arroz, frijoles y un huevo frito. Mas, para mayor sorpresa de todos la solución vino del interior de la casa chirrín, chirrín sonaron las cadenas, el enfermo mental mientras se lanzaba una sonora carcajada dijo estas palabras: “Susanita soltame a mí y amarrá a este que no ves que está mas loco que yo” ¡Ay Dios miyo -dijo un cliente entre risas con claro acento campesino- es verdad lo que dicen que los locos y los chavalos dicen la verdad.

Rivas La Puebla 1994

Foto: Sergio Simpson. Narrativa del libro: Desde Rivas con humor.

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