Con piedras, garrotes de madera o hierro, los puños,
patadas, destruyen. Los veo enardecidos, sudan, descongestionan rabia y dolor,
o acaso impotencia.
Espectadores gritan y saltan alegres, rostros felices
alientan desbaratar, filmando, divulgando directo.
La determinación es evidente, indetenible. Me recuerda
la época de los Somoza, cuando la multitud de empleados del Estado y
simpatizante gritaban “No te vas… te quedás” debido a que se pedía la renuncia
del presidente. Mientras el pueblo de Nicaragua insurreccionado en las calles.
Ayer arrancaron una gigante lámina metálica con el
rostro del matrimonio Ortega Murillo, ubicada al norte del barrio Guanuca. Destruyeron
el símbolo extraordinario para una parte de la sociedad, que los idolatran,
pero para otras personas es la imagen representando “la maldad, la hechicería,
al demonio, a Lucifer”- tal como lo definió una abuela platicona.
Abuelos y abuelas, padres y madres, nietos y nietas,
“unidos contra esta otra tiranía… luché contra la guardia pensando en que jamás
volvería a ver esto” – me dijo un amigo combatiente contra Somoza en Matagalpa,
en la concentración, acompañando a su nieta quien se encuentra entre “agentes
del imperio, minúsculos, lacras, delincuentes, derechistas, plagas, ladrones,
asesinos”, según los califica la gobierna.
Bastante adultos se han integrado a respaldar a los
chavalos y chavalas, viejos y viejas reconocidas, con prestigio de recatadas,
ejemplo de familia tradicional norteña, hijos encaves involucrados en revueltas
políticas armadas, profesionales éticos, profesores ilustres, trabajadores, personas
que exigen un sistema de justicia y democracia.
El tema de los abuelos e hijos, abuelas e hijas, es el
rechazo “al gobierno de Daniel Ortega y su señora”, porque las actuaciones
“mandando” las comparan con las del General de División, Excelentísimo Señor Presidente
de la República, Don Anastasio Somoza Debayle, Jefe Supremo de las Fuerzas
Armadas, obligado a renunciar y huir en 1979.
Igual señalan a quienes quieren el tradicional
provecho político, esas personas que siempre están en la esfera del poder, lo
tenga quien lo ostente, buscando la oportunidad de beneficiarse con influencias.
Esas mañanas de viejos y viejas, dirigentes y activistas, de partidos añejos, pactos
y prebendas, también caducaron.
Estos chavalos y chavalas están decididos a destruir,
arriesgando la vida, sin armas, frente a una maquina experta en acciones
bélicas, con una estructura militar y el presupuesto de la república.
Estos chavalos y chavalas son obstinados, con energía
propia de la edad y los pensamientos filosóficos escuchados desde que nacieron.
Crecieron oyendo las historias de lucha por justicia y democracia, contadas por
los adultos en su familia, actores o testigos.
Las batallas por justicia y democracia son épicas,
sangrientas, múltiples, impregnando de luto y discordias en las familias
nicaragüenses. La gente que implora no más asesinatos se une a las demandas
razonables. Le gente rebelde no quiere más muertos ni presos ni desaparecidos
políticos.
Protestar y caminar aglutinados en las calles,
rechazar agresiones verbales y físicas gubernamentales partidarias, colocar
barricadas al sur oeste de la ciudad y en la carretera, medio quemar y medio
arrancar un vinil del matrimonio presidencial, y contabilizar cerca de 20 compañeros
heridos por balas, es en resumen la sublevación vandálica de chavalos y
chavalas del Movimiento 19 de Abril en esta ciudad.
Quienes se oponen al gobierno, chavalos y chavalas no
desean empuñar armas, eso lo vivieron sus ascendientes, no quieren dictaduras,
ni caudillos, ni corruptos. El régimen y sus adoradores, sin embargo, no
cambiarán su mentalidad. Su negocio es el poder y la guerra. La cultura del
sirviente es la misma. Vivir millonarios y que el pueblo se mate.
Domingo 27 mayo 2018 -
11:54 am
No hay comentarios:
Publicar un comentario