Camionetas en
fila a velocidad, envueltas en humo, desde cuyas tinas policías antidisturbios
disparan indiscriminadamente contra personas corriendo, en inmediaciones de
universidades, centros comerciales, y hoteles, en Managua, Nicaragua, bajo el
régimen del matrimonio presidencial.
Decenas de
guardias a pie, también con órdenes de matar, persiguen y tiran gases y proyectiles
a manifestantes huyendo. Apresan y golpean a jóvenes desarmados, horrorizados,
arrastrados y subidos a las camionetas, como al chavalo José Luis García
Gutiérrez, el rostro aterrorizado cuando prisionero lo captó un fotógrafo y se
hizo viral la solicitud de que aparezca vivo.
Al
atardecer denuncian el resultado: 1 muerto, al menos 20 heridos, periodistas asaltados
por las tropas, e incontables prisioneros políticos que pueden desaparecer o
aparecer torturados y muertos.
Madres y
padres, familiares y amigos, novias y novios, la sociedad testigo, quienes
desaprueban a la gobierna conmocionados con la represión, exigiendo la renuncia
de los gobernantes para que se pare la mortandad que ayer llegó a 90 víctimas.
Seguidores
del matrimonio presidencial alentando la acción contra “vándalos, derechistas, maricones,
putas, agentes de la CIA, del MRS (Movimiento Renovador Sandinista)” que se lo
merecen y deben “sentir todo el poder” del “gobierno de los pobres”, pues el “sandinismo
ya no tolerará más terrorismo” y “Daniel no se irá” de la presidencia “para
seguir construyendo la paz y el progreso”.
La sesión
del diálogo entre la gobierna y autoconvocados se realiza en el Seminario de
Fátima, Daniel Ortega no cumple su palabra de ordenar el cese de capturas
selectivas, agresiones y asesinatos contra manifestantes pacíficos.
Policías
vestidos de civil y paramilitares, la mañana de ese lunes 28, atacaron a
universitarios que se tomaron pacíficamente la Universidad Nacional de
Ingeniería. Por medio de videos en transmisión directa escuché disparos de
armas de guerra y vi a los agresores.
Los embistieron,
por el norte desde el estadio de beisbol Denis Martínez, al oeste desde los
predios frente a la universidad y al sur en la esquina al este de La Nueva
Radio Ya, propiedad de la familia Ortega Murillo. No les importa disparar armas
de fuego, aunque los chavalos y chavalas filman y transmiten por las redes
sociales pidiendo a gritos respaldo de la población, pues se defienden con
morteros.
Llegan
decenas de personas en motocicletas y vehículos, con morteros y muy pocas armas
hechizas, al rescate de los estudiantes acorralados. Se desbandan los grupos
gubernamentales. Ambulancia recoge a herido estudiante que sacan del recinto.
En la Avenida
Universitaria, testigos aseguran que los paramilitares del gobierno salieron y
se resguardaron en la radioemisora. Jackson Orozco, periodista del canal 100%
Noticias, transmite en directo las declaraciones.
Frente a la
Universidad Centroamericana y en los alrededores de la emisora, la muchedumbre
busca a los paramilitares, para aniquilarlos. Luego observo el incendio en la
parte frontal de la radio y el inmediato arribo de decenas de policías
disparando a mansalva.
Posteriormente,
unos dijeron que el gobierno incendió la emisora para justificar el actuar
policial, otros que fueron “los terroristas” y habría que incinerar medios de
comunicación opositores. Periodistas nos pronunciamos exigiendo respeto a la
libertad de prensa, pero es incierto que acaten la petición.
La tarde en
la calle fue de uniformados ansiosos sintiendo el calor del fusil, el olor a
pólvora, y ver brotar sangre de cuerpos indefensos o mal armados con morteros,
piedras, huleras, y una que otra arma hechiza de poco alcance y efectividad,
que reportan hirió en la nalga a un policía.
Inevitablemente
recordé a la guardia somocista. Motociclistas siguieron a una de las camionetas
donde se movilizaban agresores gubernamentales, el destino fue la zona de
seguridad de la familia Ortega Murillo, donde pasaron raudos tras abrirle la
valla la escolta presidencial, y uno de los gendarmes “montó su fusil AK 47”
amenazando a los perseguidores.
La tarde en
las redes fue de personas enardecidas contra la gobierna, y de defensoras y
justificadoras de la cacería policial. Paroxismo mediático, llantos y
arrechuras, falacias y descaros, el suelo teñido con sangre de hermanos,
rugiendo la voz del fusil.
No es
William Walker incendiando Granada. Nicaragüenses enfrentados nuevamente.
Seguro culminará el ciclo destituyendo otro gobierno. La protesta cívica es
condenada a muerte.
Represión y
matanza no detendrán al nica guerrero rebelde, que ayer fue perseguido por
cazadores de humanos, en el centro de la capital, por órdenes del Señor
Presidente mientras su señora difunde letanías de paz y amor, a través de los
medios de comunicación familiares y afines, sin inmutarla los gritos y el dolor
mortal.
Martes 29
mayo 2018 - 6:50 a.m.
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