El grito de la multitud desafiante es
fuerte y alto: ¡Que se vayan! ¡Asesinos! Lo repiten en las caminatas, las
universidades tomadas por estudiantes, las redes sociales, delante de los
cuerpos asesinados, en los tranques resistiendo la represión gubernamental. Se
escucha en todo el país.
Nunca creyeron Daniel Ortega, su señora y
familia, que se podrían imaginar con maletas huyendo de la finca Nicaragua
donde mandan impúdica e impunemente, utilizan como propio el Presupuesto
General de la República y recursos de las instituciones estatales.
Son millonarios, bien podrían vivir en
cualquier país con gobernante aliado. Sin embargo, se les reduciría el poder,
con menos servidumbre y guardaespaldas. Sin la garantía de que sea eterno el
presidente que los asile.
La idea de huir, como Somoza y allegados,
podría no estar en sus planes y quedarse hasta las últimas consecuencias,
tratando de ganar tiempo para someter al pueblo, y si pierde volver a “gobernar
desde abajo” como lo hizo después de 1990, cuando orientó asonadas con sus
simpatizantes armados para la guerra en las calles.
Luchó Daniel contra la dictadura para
sustituir y ser igual o peor. Su fijación es el poder, dominar al pueblo
nicaragüense, creerse líder mundial, ser idolatrado. Le fascina lo reverencien.
Ha logrado poderío absoluto y no quiere dejar de disfrutarlo.
Sin embargo, la correlación de fuerza ha
cambiado, rebeldía cívica en el país casi paralizado, la sociedad que lo
adversa no quiere guerra, exige libertad ciudadana, justicia y democracia,
honradez y eficiencia, educación y salud de calidad.
Pero la mentalidad de caudillo del siglo
pasado, Daniel Ortega no ha superado. Sus métodos guerreristas siguen intactos
y demostrados recientemente contra las protestas con más de cien asesinados,
cerca de mil heridos, desaparecidos, torturados.
Quienes se han enriquecido, bajo la
protección de Daniel Ortega, temen perder sus privilegios de hacer más dinero
por tráfico de influencia y ser inmunes a las leyes. Les horroriza un país
donde obligadamente trabajarían sujetos a cumplimiento judicial y acorde con
capacidades y honestidad.
De esas personas que han acumulado bienes
capitales, algunas prefieren que el matrimonio deje el poder, reconstruir al FSLN
y así salvar la vida y sus haberes, pues de continuar hacia una guerra civil
los resultados no serán favorables.
En el Estado la corrupción no pasa
inadvertida, es evidente y comprobada. Los socios lo saben y lo aprovechan, no
importan juicios éticos, la finalidad es acumular fortuna y consumir el
bienestar capitalista, de hacendados feudales.
Empleados estatales agradecen al
matrimonio presidencial, al partido, los haya colocado en un puesto con salario
garantizado, sin un procedimiento administrativo que califique las calidades
operativas, profesionales, o intelectuales del “servidor público”.
El porcentaje del pueblo nica que respalda
y venera al matrimonio presidencial ha recibido regalías. En la cultura
política nacional ha sido procedimiento de gobernantes repartir migas a los más
pobres, hacerles pequeños favores.
Recuerdo cuando aquella dictadura repartía
en los colegios públicos, mochilas con útiles escolares, cuadernos con la foto
impresa del rostro del general Anastasio Somoza Debayle, en las manifestaciones
regalaban “bolis con guaro” y nacatamales, y campesinos y obreros que llegaban
“del interior” a la capital también se emborrachaban gritando vivas al Señor
Presidente.
Al comandante Daniel lo respaldan, además,
grupos de militantes del FSLN que son incondicionales, atentos a recibir la
orden para ponerse al mando y masacrar a los rebeldes. La opción militar
continúa en sus mentes. ¡Daniel se queda”- gritan...
Daniel y su mujer, les emiten el mismo
discurso para azuzar a defenderlos y ataquen a “derechistas” “burgueses”
“agentes de la CIA” “delincuentes” “golpistas” “vandálicos”, y hasta aseguran
que es la segunda etapa de la Revolución Popular Sandinista. Un imaginario
insuperable, contraproducente con la realidad.
No sé la cantidad de personas del FSLN que
se han indignado por la actuación de la policía y grupos paramilitares, por el
asesinato de universitarios, el dolor de las madres, porque sus “líderes” no
son capaces de dialogar con sus adversarios que exigen lo de siempre: La
creación de un país donde se respeten los derechos, se imparta justicia, y el
progreso sea para todos.
Viernes 8 junio 2018 – 9:04 a.m.
Hola, qué opina de los golpe de estado suave?. ¿Son una realidad?¿Ha sido un teatro lo que vívimos en abril según el gobierno montado y financiado por la oposición?¿Hasta que punto son influenciables los jóvenes?¿Qué opina de la guerra psicológica?¿Qué opina el papel que ha jugado la oposición mandando a arriesgar el pellejo a los jóvenes mientras ellos tranquilamente ejercen influencia en las personas para generar violencia en el país?.
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