Dudo que quienes gobiernan
sean capaces de rectificar o reconocer sus errores. Seguirán culpando a otros
del descontento expresado contra el gobierno en el último mes, con casi
centenar de muertos, cerca de unos mil heridos, más de cuatrocientos
prisioneros, torturados. No quieren admitir el malestar y repudio de una buena
parte de la población. Nunca lo han querido aceptar.
Dicen que son mayoría, aunque
saben que no es cierto. La corrupción es uno de los componentes por el cual las
personas defienden al matrimonio presidencial. El servilismo y la impunidad son
también sustentos del régimen; otro elemento es la lealtad sin críticas a sus
líderes por encima de cualquier circunstancia. La prepotencia ha sido
característica de esos gobernantes, acostumbrados a reprimir a quienes piensan
distinto.
El presente político no es
diferente al pasado en la historia de Nicaragua. Esta sociedad ha sido
gobernada por corruptos, prepotentes, represores, que han tenido sus serviles,
fuerzas paramilitares, simpatizantes impunes, y adoradores fieles. Una sociedad
feudal.
Comprobado está que la
reducida cúpula del FSLN se ha enriquecido ilícitamente, aprovechando el
control estatal, y en la cadena de mandos y empleados, la corrupción, en mayor
o menor medida, es una acción para comprar seguidores.
La pareja presidencial se ha
rodeados de gente desprestigiada. Personas que antes emitían asquerosos
discursos antisandinistas, ahora vociferan repulsivas alabanzas al Señor
Presidente y su señora. Es público el interés mercantil de cortesanos.
Militantes del FSLN opuestos a
conceptos y acciones que violan los principios de honestidad y justicia social
con los cuales nació la guerrilla anti dictatorial, son expulsados y amenazados
de muerte porque el mismo Daniel, en plaza pública, los llama “traidores”.
Daniel Ortega nunca respeta
las marchas opositoras. Él y sus operadores políticos han declarado que las
calles son del pueblo, y el pueblo es solamente sus incondicionales. A los
demás los califica despectiva y groseramente, a tal grado que azuza a sus
simpatizantes a reprimirlos.
La prepotencia de los
gobernantes, creyéndose dueños de la verdad y el país, es transmitida a sus partidarios,
que se saben protegidos con impunidad, aun cuando sean empleados menores que
viven casi paupérrimos, y se manifiestan dispuestos a aplastar, asesinar, a
quienes osen sublevarse al mando presidencial.
La lealtad al matrimonio Ortega
Murillo está sustentada en favores, empleo, o beneficios recibidos. También por
las exclusiones de los gobiernos anteriores que quisieron desaparecer al FSLN y
sus simpatizantes. Los seguidores imaginan que, si llega a gobernar otro partido,
de nuevo serán discriminados, así como este gobierno descarta a quienes los
adversan, lo cual es probable en un país donde los simpatizantes gozan de privilegios
gubernamentales.
En esta coyuntura y con esos
conceptos, es casi imposible que el régimen y sus discípulos reconozcan los
errores cometidos y la matanza ejecutada por la policía y paramilitares. Siquiera reconocen que fueron ellos los que
implementaron las luchas callejeras que ahora reprochan, que fueron ellos
quienes adecuaron a su favor la Constitución y las leyes, para reelegirse y
perpetuarse, y ahora claman por el respeto jurídico.
No descarto que se querrán
sostener con las armas. El pueblo seguirá enfrentado, ofendiéndose y muriendo. Gente
seguirá emigrando a buscar trabajo y paz. Buena cantidad de ciudadanos no
cesará de luchar hasta que Daniel Ortega y sus socios dejen el poder, sean
juzgados por crímenes y corrupción. Nicaragua no es democrático ni seguro país.
Martes 22 mayo 2018
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